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Vic se abrió paso a través del enmarañado laberinto de SEALs con resaca dentro de nuestros dormitorios para hablar conmigo.

—¿Quieres ir a cenar? —Si me negaba a salir con ellos dos noches seguidas, sabrían que estaba tramando algo.

—No puedo. Voy a ir por un masaje.

La cabeza de Kayle se asomó en el acto desde su litera.

—Siempre que incluya un final feliz, estoy dentro, —comentó.

Estos hombres eran mis mejores amigos... no quería mentirles. Habíamos salvado nuestras vidas más veces de las que me interesaba recordar.

—No va a ser posible, ya llego tarde. Regresaré pronto y saldremos. —Puse el reloj en mi muñeca y salí de la nave.

Tenía que ver a Katniss antes de que la llevaran a otro prostíbulo y perdiera la oportunidad para siempre. Mi objetivo era evaluar la situación, inspeccionar el edificio, y saber la cantidad de secuestradores para poder idear un plan. Tenía que verla nuevamente... necesitaba estar cien por ciento seguro de que esa chica de mirada triste era realmente Katniss.

¿El proxeneta sospecharía si iba dos días seguidos? Lo dudaba. Si ella, Katniss, había sobrevivido durante cinco años, era porque debió ganarse su confianza. Probablemente pensarían que la adicción de Katniss era tan fuerte que ella deseaba más drogarse de lo que quería recuperar su antigua vida. Así era como trabajaban estos delincuentes... despojando a esas chicas de sus identidades.

Pero ella me dijo su nombre. Confió en mí. Y me alejé de ella.

Muy poco heroico.

Las calles parecían menos brillante hoy. De hecho había estado ansiando poder estar de misión junto con mi esquipo en las aguas de Caribe. Por lo que a mí respecta, Curaçao era un mejor destino que Afganistán. Pero en este momento preferiría estar asándome en las montañas, en vez de estar investigando la parte más sórdida de este paraíso.

Me detuve en una tienda turística. Compré un poco de agua, aperitivos, loción y un vestido para Katniss. También le compré un pequeño collar, el cual puse en mi bolsillo.

El mismo hombre colombiano me encontró en la calle.

—Marinero ¿pasó un buen rato? Bienvenido de nuevo, mi amigo.

Odiaba la manera en que estas víboras me llamaban amigo. Me pregunté si él sabría siquiera que Katniss era norteamericana. A menudo, estas chicas eran traspasadas a otros proxenetas, así que tal vez ni siquiera sabía quién era, y más si Katniss estuvo ocultándolo. A pesar de que cargaba un rifle sobre su hombro, yo podría capturar a este imbécil en un segundo, incluso sin mi arma.

Seguí nuevamente al hombre hacia el interior de burdel. El tipo estaba a punto de hacer sonar la campana para llamar a las chicas, cuando lo detuve.

—Quiero a la misma chica con la que estuve anoche.

—¿A Star? Claro, claro. ¿Qué te parecen dos chicas? Te hago un buen precio.

Negué con la cabeza.

—Nop, va a ser una. "Star" hizo un buen trabajo.

—¿Qué hay en la bolsa?

La abrí.

—Un poco de comida, agua, ropa, loción. Quiero que se vista y huela bien para mí. ¿Cuánto por una hora extra? Parto nuevamente hacia el mar mañana.

El tipo rebuscó dentro de la bolsa, y luego entrecerró los ojos.

—Te la doy dos horas gratis, por tu reloj.

HéroeWhere stories live. Discover now