19

433 46 1
                                    

Después de unas horas en la fiesta, nos despedimos. Mientras nos dirigíamos en mi destartalada camioneta negra desde Chula Vista atravesando Imperial Beach en nuestro camino a Coronado, no podía evitar la molesta sensación de que no debía alejarla de mi lado. Había estado solo durante tanto tiempo que ni siquiera sabía cómo podría ser mi vida con una novia. Incluso si no me fuera infiel ¿qué sentido tenía cuando apenas tenías tiempo para estar juntos?

La vista de la playa Silver Strand estaba a nuestra izquierda y Katniss estaba mirando por la ventanilla.

—¿Estás bien?

Parpadeó para contener las lágrimas. —Síp.

Toqué sus muslos, deslizando la mano entre ellos. No para comenzar algo, sólo para tocarla. Me llevaría toda una vida para comprender por lo que había pasado.

—Cuéntame.

—No es nada.

—Quiero saber.

Le temblaban las manos.

—Me divertí en la fiesta, sólo siendo normal. Todo el mundo fue muy amable conmigo. Pero no dejaba de pensar en que todos estaban mirándome. Nadie sacó a relucir que aparecí en la portada de cada revista y en todas las cadenas de noticias alrededor del país. Y si no le dijiste a alguno de los chicos que tú, Vic y Kyle fueron quienes me rescataron, ¿no estarían todos preguntándose que estás haciendo con una prostituta?

No me había dado cuenta de que Katniss sentía que todo el mundo la estaba juzgando.

—En primer lugar, no eres una prostituta. Cualquiera de ellos que te haya reconocido probablemente se quedó pasmado por tu fortaleza. Y el resto de los chicos del equipo solo estaban celosos de que tuviera a la chica más linda del lugar.

—Gracias, Peeta. Estás lleno de mierdas, pero aprecio tu esfuerzo.

Nos detuvimos en la base Naval Anfibio y decidí llevarla a hacer un rápido recorrido. Cuando le mostré la carrera de obstáculos, sus ojos se volvieron enormes. —Quiero intentarlo.

—¿Quién eres tú, G.I. Jane?

—Puedo hacerlo. No voy a dejarme vencer.

Era algo completamente fuera de los límites para una chica. Miré fijamente la pista de obstáculos. Algunos de mis recuerdos más duros eran subir la cuerda, cargar troncos sobre mi cabeza, moverme por debajo del alambre de púas, escalar paredes. Creo que a las mujeres nunca se les debería permitir entrenarse para formar parte de los SEALs. Diablos, ni siquiera era de la idea de que deberían estar en el ejército. Llámenme idiota misógino, pero ¿por qué los hombres no pueden ser simplemente hombres? Es como si ya no pudiéramos tener más porno porque no queremos arriesgarnos a ofender a las mujeres. Al carajo con eso. Para mi estaría bien si ellas solo quisieran hacer el maldito trabajo de administración o trabajar de enfermeras, pero no, querían disparar armas de fuego y estar al frente de la batalla. Deseaban tanta igualdad que bien podrían también reclamar una polla. Sin embargo la sola idea de ver a Katniss, sucia y sudorosa, retorciéndose en el suelo, pidiéndome clemencia, me tentó a hacer una excepción.

—Tal vez algún día te dejaré que lo intentes. Si eres una buena chica.

Le di una palmada en su pequeño y firme trasero, imaginando tomarla por detrás. Quería dominarla, hacerla gritar mi nombre. Pero después de todo lo que pasó, también me preocupaba asustarla.

Encontramos un lugar aislado en la playa. Para entonces la mayoría de los turistas se habían marchado y estábamos benditamente solos, rodeados de árboles y sintiendo los cálidos rayos remanentes del sol. Cuando el sol comenzó a ponerse extendí una manta, acomodé a Katniss sobre ella, y la envolví dentro de mis brazos. Sea lo que fuera esto, se sentía bien aquí, como si fuera su sitio. Su cabello olía a vainilla, y me volvió loco al recordar la noche que la tuve envuelta a mí alrededor.

HéroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora