-Buenos días, maestro. -Hablo en un susurro que se puede escuchar por ser los únicos en el salón.-

-¿Cómo estás, todo bien? -Me pregunta mirándome fijamente mientras yo solo me siento en el segunda banco de la fila que está frente a su escritorio.-

A decir verdad, me siento fatal como siempre pero verlo a usted me relaja el día. Por eso mismo quería con todo mi ser llegar temprano. Me pone muy mal el que mis padres me dejen la mayor parte del tiempo sola. Reprimo de inmediato las lágrimas al ver que aún me mira.

-Todo bien, profe. ¿Y usted como está? -Sonrío de lado con un poco de falsedad.-

Parece que lo notó. Su mirada es seria.

-Me encuentro de maravilla. ¡Me hace feliz que mis retoños estén bien! -Sonríe mostrando todos sus dientes haciéndome abrir mis ojos.-

La alegría de Rengoku Kyojuro es contagiosa, siento mi estómago revolverse y mis manos temblar por el sentimiento.

Él me hace sentir tan viva, como mi familia muerta.

Sonrío más para él con un pequeño sonrojo. Las mejillas del mayor se tiñen en un color melón pálido que puedo notar bien.

-Lia, me gustaría hablar contigo al final de las clases, ¿no tienes que llegar temprano a tu casa?

-Oh, no, nunca.

Diablos, qué dije. Se me salió lo que debía pensar. Es obvio que nunca hay importancia en la hora que llegue si no están mis padres. ¿A quién demonios le importa? Cielos, mi amargura volvió como mi cara se alargó. Las ojeras se me están haciendo notar de nuevo y mis manos aprietan mi falda con molestia. Ahora mi boca es una mueca.

-¿Sucede algo? -Salgo del trance y lo miro. Niego con la cabeza.- De eso mismo quisiera hablar contigo, Lia. Desde que comenzó el semestre te noto demasiado desanimada.

Y usted como profesor debe encargarse de la actitud positiva de sus alumnos. Por trabajo. Yo nunca tendré una oportunidad con usted y eso lo tengo más que claro. ¿Y con quién demonios tendría oportunidad? Soy una maldita amargada anti social que no disfruta su vida al máximo, tengo serios problemas de auto destrucción psicológica, no soy capaz de hacerle un favor al mundo yéndome al infierno.

De verdad no sé por qué demonios existo, ¿valgo la pena? Soy un miserable pedazo de polvo cósmico que en algún punto de la vida se extinguirá, y nadie me recordará. Absolutamente nadie lo hará porque me alejaron de mis abuelos quien en su momento me dieron amor.

Odio que todo esto llegue a pasarme a mi por un estúpido error que yo no cometí. No tuve la culpa y aún así mi mente me perturba pensando que yo les arruiné la vida a mis padres. No los odio, pero me enoja que no me dediquen algo de cariño y comprensión por lo ocupados que están. Tuvieron que pasar por millones de trabajos para estar donde están y darme una vida donde no cometa el mismo error.

¡PERO AQUÍ ESTOY! NINGÚN CHICO SE ME ACERCA POR CREER QUE SOY UNA RARA.

LO SIENTO, ¿SI? Les he fallado, padres. ¡Me gusta un profesor! ¿¡ES ESO MALO!? ¿ES UN ERROR, ACASO?

-¡Lia! -Parpadeo muchas veces notando que mis mejillas están muy mojadas al igual que mis manos.- Lia... Me estás preocupando.

Estaba llorando y no me di cuenta por estar en mi mente. Toco mi cara sintiendo que arde, debo estar roja otra vez y para peor, frente al profesor. Él se levanta de su silla y yo también, antes de que pueda acercarse a mi yo salgo corriendo al baño. Al entrar me encierro en un cubículo y suelto todas mis cargas apretando mis brazos, enterrando mis uñas haciéndome soltar sollozos sonoros. No hay nadie así que no me importa.

Kimetsu No Yaiba [Escenarios/OS]Where stories live. Discover now