Capítulo dieciocho

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Grulla de Japón

Capítulo dieciocho

-¿A China?-Tomado por sorpresa, los ojos de Kiku se dirigieron hacia el hombre mayor. Esto no lo veía venir.

-Sí.-Lanzó Matsunaga, un malestar evidente en su voz tensa. Con un suspiro, le explicó la situación al chico. -Originalmente era el deseo de Su Alteza viajar allí. Esperaba ir en persona a agradecer al Emperador de China por la intervención militar. Si los soldados chinos no hubieran sido enviados...-Una mirada sombría pasó sobre su cara luego, reenfocado continuó. -Sin embargo, su salud no lo permitirá. Así que, lo ha seleccionado para que vaya en su lugar. Mencionó que su experiencia previa en el país será muy beneficiosa, haciéndolo ideal para la tarea...

-Ya veo.-Kiku se quedó asimilando la información.

-Todavía.-La expresión de Matsunaga se endureció. -Su Alteza no sabe...-Se detuvo, incapaz de formar las palabras. Pero, incluso sin escuchar el final de la oración, Kiku estaba seguro por los ojos del mayor lo que tenía la intención de decir. Quería decir que Kyonosuke ignoraba la forma en que Kiku había abandonado o huido de ese país hace tantos años. Volver definitivamente no era una idea muy inteligente.

-Iré.

Los ojos sorprendidos miraban a los calmados. La cara de Matsunaga estaba retorcida con líneas de desconcierto que le recorrían la frente, las mejillas y la barbilla.-Pero...

-Es lo que Su Alteza desea.-Expresó Kiku, su mente inquebrantable.

-Entonces lo acompañaré...

-No.-Interrumpió con firmeza. -Iré solo. No debes venir y tampoco necesito otros asistentes japoneses.

-Eso es imposible.-Exclamó Matsunaga, la cortesía ahora completamente olvidada.-¡Imagine lo que podrían hacer! Amenace al Príncipe Yao pero usted lo...-Una vez más no pudo continuar. Pero sus pensamientos eran transparentes para Kiku: Matsunaga solo había amenazado a Yao, pero él hizo algo mucho peor, lo había dañado físicamente. Tal acto de traición se castigaba con la muerte.

Kiku estaba más que consciente de todo esto. A pesar de saberlo eligió ir a China. Tenía un plan.

Estaba realmente contento de que tal oportunidad haya surgido. Si había algo que quería, era tener la oportunidad de encontrarse con Yao nuevamente, incluso una sola vez. Todo lo que quería hacer, algo que tenía que hacer, era disculparse con Yao por todo. Y si eso significaba arriesgarse a las consecuencias del castigo, lo haría. Si iba a enfrentar la ejecución, estaba preparado. E incluso si después de todo, no era ejecutado, Kiku ya había decidido unirse a su madre y suicidarse.

La decisión extrema de cometer seppuku iba más alla de la penitencia. En los días que había pasado sin poder levantarse de su futón en esta habitación, había escuchado algunas conversaciones entre el Marshall y su esposa. En sus conversaciones, se enteró de que su repentina aparición ante los ciudadanos de Japón había causado cierto grado de perturbación. El pueblo, que había sufrido largos años de disturbios, había sido golpeado por el coraje y la leal pasión de Kiku por el bien de Japón. La noticia se extendió rápidamente por todo el país y muchas voces pedían el ascenso de Kiku al trono, colocando a Kyonosuke en una luz negativa.

Esto era lo último que esperaba. No iba a permitir que Japón anulara la paz recientemente obtenida y volviera a un estado de conflicto. Y definitivamente no iba a perdonarse a sí mismo si las circunstancias se desplomaban a tales niveles gracias a él.

Entonces, antes de que el problema empeorara, desaparecería del país y nunca regresaría. El hombre que había luchado contra Arthur Kirkland no sería más que una aparición. Poco a poco, la gente lo olvidaría. Honda Kiku ya había muerto una vez, y creía que debería seguir así. Eso sería lo mejor.

Grulla de Japón •°Traducción°•حيث تعيش القصص. اكتشف الآن