Capítulo catorce

131 22 2
                                    

•°

Grulla de Japón

Capítulo Catorce

Finalmente, fuera de los confines de las paredes del palacio, la cara de Kiku se iluminó con una renovada frescura con las grandes puertas detrás de él. Era consciente de que la forma en que se sentía no era adecuada para la seria ocasión, pero no podía controlar las emociones que sobrepasaban a sus pensamientos racionales. Era lamentable que su viaje comenzará en la temporada de verano. Tendrían que tener cuidado con la deshidratación y los golpes de calor, pero al mismo tiempo no tenían ni un minuto para desperdiciar.

Un desafío aún mayor al que tenían que enfrentarse era al riesgo de ser reconocidos por los ciudadanos. Hasta que llegarán a su destino, no deseaban llamar atención innecesaria, eso solo serviría como una traba en su viaje. Esto significaba que el palanquín estaba fuera de discusión, para gran frustración de Matsunaga. 

—No es correcto que alguien tan noble tenga que caminar.—Protestó, pero Kiku logró convencerlo de que esa era la mejor opción. Su séquito estaba limitado al mínimo; Kiku, Matsunaga, varios soldados del Ejército Imperial, Francis y sus asistentes franceses y, finalmente, algunos cargadores y caballos de carga.

Mientras caminaba, Kiku tocó la manga de la prenda que llevaba puesta. Estaba hecho de un material grueso, a diferencia de las delicadas sedas que solía llevar. También era de color liso y no tenía la insignia imperial de la Grulla de Corona Roja en ninguna parte. El hakama usado sobre el kimono también era soso con pantalones divididos. Su espada colgada al lado de su pierna.

—¿Esta absolutamente seguro de ir a esta misión?— Matsunaga murmuró al lado de Kiku preocupado. —Quiero decir, no veo ninguna razón por la que deba ponerse en peligro...

—Estoy completamente seguro, Matsunaga.—Dijo Kiku con firmeza. Lanzó una mirada por encima del hombro y agregó: —Mira, el palacio ya está fuera de la vista. Ya es demasiado tarde para hacer cambios.

—Nunca es demasiado tarde. — Murmuró Matsunaga, volviendo la cabeza para mirar hacia el camino angosto frente a ellos.

—Matsunaga.—Dijo Kiku consoladoramente. —Cuando le expliqué a Monsieur Bonnefoy que iría en lugar de Su Majestad Real, él aceptó continuar apoyando a nuestro país, ya que le mostramos cuánto significa esto para nosotros. Eso es más que suficiente para que yo haga todo lo posible para poder cumplir la misión que tenemos por delante.

—Sí, sin embargo...—Matsunaga todavía parecía no estar convencido,— ¿por qué debe ser usted quien debe ir? Creo que es más... bueno, apropiado si se queda en el palacio mientras yo voy y soluciono los problemas entre los extranjeros.

Kiku sacudió la cabeza.—No, eso no servirá. Nuestra gente está confundida. Se están perdiendo vidas inocentes y muchos están obligados a cometer crímenes que no deberían tener que cometer. Si no es mi trabajo, como hijo y representante del Emperador anterior a nuestro actual Emperador: cuidar y mantener la paz de nuestro pueblo, entonces, ¿de quién es el trabajo?

Además, Kiku en realidad tenía otro trabajo para Mastunaga en mente, pero decidió dejarlo a un lado por ahora. El momento adecuado vendría más tarde.

El viaje continuó. Fue exigente y extenuante. Uno habría sospechado que un miembro de la familia real como Kiku se cansaría rápidamente, pero era sorprendentemente fuerte y no los retrasó en absoluto. Sus años como sirviente y su entrenamiento diario lo habían formado de manera diferente al típico príncipe. De todos modos, dado que no podían permitirse descansar a menudo y la ruta montañosa que habían elegido para evitar las principales ciudades era dura y despiadada, todos encontraron agotador el camino que enfrentaban. Pero aún así siguieron adelante, luchando a través de la bruma húmeda del verano.

Fue en una tarde tranquila que sopló el primer viento frío, susurrando la llegada del otoño. Habían decidido detenerse y descansar para saborear la agradable noche y Kiku había llamado a Matsunaga para que se sentará a su lado junto a unos grandes árboles.

—Matsunaga, tengo algo que debo pedirte.—Comenzó Kiku, hablando en voz baja. —Pero antes de hacerlo, quiero que sepas que has sido muy bueno conmigo y aprecio mucho todos tus esfuerzos. Gracias por proteger a mi familia y a mí.

Matsunaga se rió entre dientes, humildemente sacudiendo la cabeza. — No, no, no soy digno de tales elogios. Todos los días pienso en cómo podría haber hecho las cosas de una mejor manera y cuán diferente habría sido su vida si hubiera sido más competente en mis deberes.

—Matsunaga, no te detengas en lo que pasó en el pasado. Debemos mirar lo que tenemos ahora y lo que nos espera,—dijo Kiku. —Y debido a que confío en tu lealtad a la Casa Honda, quiero pedirte hacer una tarea muy importante.

—¿Qué puede ser eso?—Matsunaga preguntó.

—Ve y busca a Ofuku.—Murmuró Kiku, mirando al cielo y clasificando las estrellas como si estuviera tratando de buscar a la dama mencionada.—Ella estará con su hijo, el hijo de Su Majestad Real. Debes encontrarlos y escoltarlos de regreso al palacio. De regreso a donde pertenecen. No debes permitir que nadie rechace el retorno a su hogar legítimo. Su Alteza está esperando.

Las gruesas cejas de Matsunaga se arquearon al principio, sorprendidas por la propuesta de Kiku. Buscar a los que habían sido exiliados y traerlos de vuelta al palacio era una traición. Y a juzgar por las palabras de Kiku, estaba insinuando que Ofuku, una humilde doncella, se debía casar con el Emperador de Japón. Pero los ojos fervientes de Kiku le dijeron a Matsunaga que se tomaba en serio cada palabra dicha. Finalmente, Matsunaga asintió con la cabeza.

—Es probable que cuando la encuentres, ella se niegue a ir contigo. Pero dale esto y lo entenderá.—Sacó un pequeño pergamino de su manga y se lo entregó cuidadosamente a Matsunaga. —Es una carta de Su Majestad Real.

—Me aseguraré de que esto llegue con seguridad a sus manos.—Declaró el hombre mayor. —Y la protegeré a ella y a su hijo en el regreso al Palacio Imperial con mi vida. Sin embargo...— Un pequeño ceño apareció en los labios de Matsunaga. —Eso me deja preocupado por su seguridad. No dudo de su habilidad, pero...

Mirando a Matsunaga directamente a los ojos, Kiku tomó sus manos.—No te preocupes por mí, Matsunaga. Estoy preparado para lo que sea que deba enfrentar. Solo sé que tú y yo nos volveremos a encontrar en el Palacio Imperial una vez que todo esté resuelto, ¿bien?

Las lágrimas brillaron en las esquinas de los viejos ojos de Matsunaga. La fuerte voluntad de Kiku nunca dejó de sorprenderlo. Él asintió repetidamente. —Sí, sí lo haremos.

—Ahora vete.—dijo Kiku en voz baja.

Con una profunda reverencia final, Matsunaga se enderezó y desapareció silenciosamente en el follaje. Kiku lo miró fijamente. El hombre mayor no miró hacia atrás ni una vez. Después de que él se fue, Kiku se volvió en la dirección opuesta para enfrentar su propio futuro.

Lo que no había visto fue la sonrisa en el rostro de Matsunaga mientras se alejaba a sus espaldas. Este recordó que desde el momento en que Kiku nació, había jurado proteger al niño de cualquier cosa. Pero fue él quien fue salvado por ese niño. Fue Kiku quien lo iluminó sobre cómo avanzar y salir del círculo vicioso de vivir en el pasado.

La benevolencia, la perseverancia y la compasión de Kiku le dieron sentido en la vida.

E incluso si el destino había alejado a Kiku del trono en el que debería sentarse, a los ojos de Matsunaga, Kiku sería por siempre el Emperador eterno.

°•

        Yyyy aquí otra actualización tardía
A los que aún siguen leyendo esto les pido una disculpa por la ausencia :'D

Ah, de todos modos, solo quedan cuatro capítulos y un epílogo para terminar esta historia.
Para finales de Enero espero acabar de traducir todo :3
Y bue, eso. Besitos besitos shao shao ✨

Grulla de Japón •°Traducción°•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora