Capítulo 43

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Capítulo 43



A lo largo de toda su carrera al servicio de Mandrágora, Philip Gorren había vivido situaciones muy complicadas. La vida de un agente no era sencilla, y mucho menos para uno que, muy a menudo, solía elegir incorrectamente el camino a elegir. Desde joven, Gorren se había dejado llevar por las emociones. Las enseñanzas de sus maestros al respecto habían sido muy claras: un agente debía actuar siempre con cabeza por y para la organización. Así lo marcaban las normas, y así lo dictaba la Serpiente. Sin embargo, Philip tenía otra forma de ver la realidad. Él creía poder ver más allá; creía poder ser más útil de otras formas, y así se lo había hecho saber a todos a través de sus actos.

Unos actos que, en varias ocasiones, habían estado a punto de costar su puesto en la organización.

Con el tiempo y el indiscutible apoyo de Alexius, que le había ayudado a encauzar su vida hacia el buen camino, Philip logrado cambiar de padecer. El agente había pasado de ser un hombre pasional y visceral a ser alguien excepcionalmente racional y calculador, y gracias a ello se había ganado el respeto de los suyos. No obstante, en lo más profundo de su ser siempre quedaría parte de la esencia del hombre que, tiempo atrás, había sido.

Y en aquel entonces, con el cuerpo de Helstrom apagándose entre sus brazos mientras la lluvia les golpeaba con furia, Gorren volvió a ser el mismo que, años atrás, había estado a punto de morir por intentar salvar a uno de los suyos.

—¡Philip, cuidado! ¡Phi...!

El maestro escuchó el grito de Tiamat. A pesar de que su mente estaba totalmente concentrada en el hombre que yacía a sus pies, Gorren sabía que el enemigo estaba a punto de caer sobre él. El Pasajero, o fuese cual fuese el nombre real de aquellos terribles seres que a lo largo de tantos años había perseguido, no moría con simples disparos o golpes. Philip llevaba años estudiándoles, y aunque al final había sido la propia Larkin quien había dado con la clave, él siempre había sospechado que tan solo destruyendo un punto en concreto de su anatomía se podía dar al traste con ellos.

Un punto que, por supuesto, tan solo ellos conocían.

Aquello complicaba notablemente las cosas. Gorren no sabía dónde debía apuntar para acabar con ella, pero sí sabía que, una vez desapareciese su cuerpo, se liberaría de su presencia, así que solo quedaba una opción: eliminarla por completo.

Apretó la mano de su compañero con fuerza y asintió con complicidad. Helstrom no lograba articular palabra alguna; de su boca solo surgía sangre, pero no era necesario. Con la mirada bastaba. Además, la sombra del Pasajero ya empezaba a dibujarse sobre ellos, con el puñal firmemente sujeto en la mano y el cabello hondeando alrededor de su cabeza, así que no debían seguir perdiendo el tiempo. Gorren volvió la vista atrás y encontró los ojos de la mujer fijos en él. A lo largo de su vida había estado muchas veces cerca de la muerte; la había bordeado peligrosamente e, incluso, en alguna ocasión había estado a punto de caer en sus garras. Aquel día, sin embargo, prácticamente podía estrecharle la mano. Philip sabía que estaba muy cerca, seguramente más de lo que jamás había estado, pero no tenía miedo alguno.

La era de terror del Capitán debía llegar a su fin.

—¡Philip...! —gritó Tiamat una vez más.

Gorren se abalanzó sobre las piernas del ser y le derribó con su propio peso. A continuación, ignorando que éste aún tenía el cuchillo en su poder, estrelló la mano contra su rostro, encajando un pequeño objeto circular en su boca, y lo presionó hasta hundírselo en lo más profundo de la garganta. Aún bajo su peso, el ser enarboló su arma y la bajó con rapidez, hundiéndola en la espalda del maestro. Aquel golpe logró arrancar un grito a Gorren, pero no minar su determinación. El hombre golpeó con el puño la mandíbula del ser, logrando partirle varios dientes al chocar éstos contra el dispositivo que había en su interior, y se apartó. Inmediatamente después, se abalanzó sobre Heltrom, cubriéndole con su propio cuerpo, y gritó unas de las últimas palabras que su fiel camarada escucharía antes de morir.

Dama de otoño - 2nda parteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora