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Lisa no lo encontró extraño cuando su amigo le pidió que durmieran en la misma cama. Era amplia y cómoda, entraban los dos pero de todos modos lo rechazó solo porque no lo consideraba adecuado.

Jimin insistió, diciéndole que no quería estar solo, que le hacía bien su compañía. La castaña sabía que su amigo no estaba bien y que necesitaba ayuda pero luego de charlar por horas, terminó durmiendo en el sofá de la entrada y Jimin en su habitación.

Al rubio le hacía falta descansar, dormir bien por una noche y no ir a desvelarse para buscar con quien tener sexo. Lisa planeó levantarse temprano para así consentir a su amigo con un rico desayuno para ayudarlo a levantarle el ánimo y luego irían juntos a trabajar. Acomodó mejor su cama improvisada en el sofá y cerró los ojos, quedándose dormida de inmediato.

En el otro cuarto, dando vueltas y vueltas en su cama, Jimin intentaba conciliar el sueño. Estaba cansado pero eso no bastaba para ayudarlo a dormir. De verdad quería pasar una noche tranquila para variar, pero su cuerpo y su mente no se lo permitían.

Y en todo en lo que podía pensar era en Jungkook. En como lo había lastimado el menor, en cuan traicionado se sentía, pero a pesar del enojo que traía, siempre terminaba pensando en las cosas lindas que vivió con él. En las risas juntos, en los besos, en la primera vez que le hizo el amor, en cómo se sintió aquello, tan distinto a todo lo que había conocido. Un sentimiento al que se había aferrado durante sus dos semanas de noviazgo con aquel chico y que ahora extrañaba y necesitaba desesperadamente al perderlo.

Ninguno de sus amantes de los últimos días y noches había logrado hacerle sentir algo similar. Ya lo tenía asumido, pero eso no le impedía parar. No podía, era más fuerte que él.

La única persona que podría acercarse a un sentimiento como aquel era una sola, la única que permanecía a su lado, su amiga. Jimin intentó controlarse, quitar pensamientos indebidos de su cabeza. No quería arruinar nada pero el hueco en su corazón le torturaba más y más con cada minuto que permanecía en esa cama solo.

Antes de que se diera cuenta ya se había levantado. Caminó en silencio hacia la sala y observó a la castaña dormir tiernamente aferrada a una manta que le había prestado.

Lisa era hermosa. Era buena y paciente, la clase de persona que valía la pena. Desde el primer día, la chica había demostrado que le importaba, a pesar de sus continuos regaños hacia su persona.

Si había alguien en quien le quedaba confiar era ella, si había alguien que le podía hacer sentir amado otra vez...tenía que ser ella.

Se sentó en el sofá, a sus pies, y sonrió mientras la observaba. Metió una mano debajo de la manta y acarició su tobillo con suavidad.

Ella se movió pero no despertó.

- Lisa... - le susurró - Despierta.

Al no obtener respuesta, se acercó a aún más. Su mano ahora se deslizó sobre la suave mejilla de la castaña, haciendo a un lado varios mechones de su cabello.

Ahora que la veía más de cerca, la encontraba más bonita que nunca.

Se inclinó, ya sin nada de fuerza de voluntad, y le dejó un beso en la mejilla.

Lisa abrió los ojos de pronto y se echó hacia atrás, asustada, al encontrar el rostro de su amigo tan cerca del suyo.

- Jimin, ¿Qué carajos? Me asustaste.

- Lo siento, no fue mi intención. - se disculpó el rubio.

- ¿Qué pasa? ¿Acaso me besaste en el cachete? - preguntó luego confundida pasando la mano por la zona recién besada.

Adicto - KookminWhere stories live. Discover now