CAPÍTULO IX (Segunda parte) -"Smile of the dead man"-

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Junto a los altos de Fenestro, Curitch contemplaba cómo sus dos seguidores caían pronto, los jóvenes le estaban tomando el pulso a la situación. Ante esto, y al ver que sus animales poseídos tampoco lograban buenos resultados se impacientó.

—¡Es increíble que las malditas mascotas no sirvan de nada!

En un salto bestial derrotó a las tres criaturas él mismo, para luego atacar a los jóvenes con un estilo claramente salvaje e instintivo.

—Su viaje acaba aquí mismo ¡morirán al igual que sus amigos! —amenazó.

—No eres tan bueno como para matarnos a los seis —afirmó Pyro—, ellos no tardarán en unírsenos.

—¿No lo entiendes verdad? Lo suponía. Fueron tan imbéciles de dejar ir a Crang con vida. Él juró que los mataría, es un cazador que irá por sus presas hasta acabarlas. Les advierto que el siempre cumple sus promesas. ¡En este momento ya deben estar muertos!

—¿Qué estás diciendo? —preguntó el taekwondista con sorpresa, mientras sus compañeros se recuperaban—. ¿Es acaso algún truco para engañarnos?

—Oh, eso quisieras —respondió el demonio—. Verán, la sanación de un demonio depende también en parte de qué tan poderosa es su aura. Cuanto más aumenta el odio más crece el poder, y por consiguiente se acelera la sanación. Y déjenme decirles que pocos demonios son tan sádicos, y capaces de odiar como él. Ellos lo hirieron, y es imperdonable. ¡Espero se hayan despedido apropiadamente!

Lory atormentada se acercó a su compañero. Pero antes que ella pudiera pronunciar una sola palabra, él dijo:

—Escúchame bien, sé que ustedes tres con la espada podrán con éste imbécil, yo debo ir por Zero y Abby. Ya he perdido a mi maestro, ¡No permitiré que muera nadie más!

—Pero probablemente Crang ya los haya encontrado —dijo ella.

—No importa si llego a tiempo, pero tengo que intentarlo.

Y comenzó a correr en dirección hacia la ciudad.

                                                                 ********

Próximos al límite de la misma Zero y su compañera apuraban el paso pretendiendo llegar al punto de encuentro lo antes posible, ya que les había tocado el recorrido más largo.

—Zero, tengo una curiosidad desde el principio. ¿Qué es lo que te ha impulsado a protegerme?

Intentando explicarlo con las palabras apropiadas, y luego de titubear un momento, él se detuvo frente a ella, viendo directo a sus ojos rojos le dijo:

—No se trata de tu forma, ni es importante el color teñido en sangre de tus ojos. Hay algo, un brillo intenso en tu mirada que me recuerda a la persona que más me ha importado en este mundo. Hace cinco años dejé de sentirme vivo al fallar protegiéndola, esta es de algún modo una oportunidad de redimirme.

—Estás equivocado —respondió ella—. No puedes cargar en tus hombros la culpa y responsabilidad por aquellas cosas inevitables. Dudo que ella quisiera esto para ti, de seguro hiciste todo lo que estuvo a tu alcance.

—Pero no fue suficiente —se lamentó él.

—A veces no lo es —insistió ella—. El mundo es injusto, es cruel y despiadado. No solo sufren los que lo merecen. Las cosas simplemente pasan.

—Soy de los que piensan que todo lo que pasa es por un motivo, que probablemente hay un plan superior del que somos parte.

—Si es como dices —razonó ella—, me estás diciendo que el destino ya está escrito.

CAMINO DEL INFIERNO (El Primer Regreso)Where stories live. Discover now