CAPÍTULO I (Primera parte) -"Smeraldo ŝlosilo sigelo"-

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En el interior de una catedral de diseño gótico un hombre de una altura desproporcionada, con una túnica blanca que cubría sus pies recorría un largo pasillo, junto a un vitral que lo iluminaba de frente, volviéndolo más blanco aún. Se deslizaba sobre el suelo flotando, sin hacer contacto en ningún momento. Frunciendo el ceño cambió de página al libro de tapas rojizas que llevaba en sus manos y comenzó a leer:

"El hombre es pecador por naturaleza, y con sus propios errores alimenta su demonio interior. Si al morir el fruto de sus pecados es más grande que su propia alma, sucumbe en los infiernos. Es devorado por sí mismo, y se vuelve un simple envase vacío, deseoso de volver al mundo del cual no se ha despedido. Su rostro entonces refleja su desprecio hacia sí mismo, existiendo eternamente, pudriéndose, sin poder acabar con esta penuria, al otro lado del... Camino del infierno."

Concluyó estas palabras colocando el libro en un montículo a su medida, mientras las nubes se movían provocando vértigo a través de los ventanales.

—5 de Junio de 1671—

En medio de la sala principal de una pequeña capilla en ruinas, devastada, sobre un lecho de piedra, se hallaba el cuerpo de una horrible criatura fosilizada. Había restos de sangre en el suelo y paredes, apenas visibles gracias a la tenue luz de la luna que atravesaba una de las ventanas, dando la impresión de haber ocurrido allí una masacre. En el remanso de su sueño, ésta criatura se veía a sí misma flotando por sobre un acantilado.

—Juno, despierta —Le exigió una voz, apenas susurrando, resonando con eco—. Ya casi es el día, Juno.

Éste entreabrió sus ojos, y con una voz rasposa y chillona dijo:

—Mi Señor, creí que me había olvidado.

—¿Cómo podría olvidar a mi único y verdadero súbdito? —Respondió la voz—. Solo aguardaba el momento, y éste... ha llegado. He venido a ti, justo a tiempo. Mañana será el quinto Datreveno del sacrificio de aquella hermosa y frágil humana. Su padre, el Protekta, podría descuidar su lugar de guardia por primera vez para ir a rendir sus respetos, y es cuando tomarás cartas en el asunto.

—¿Qué debo hacer maestro? —Respondió Juno, al tiempo que comenzaba a tomar velocidad su descenso.

—He ocultado tu existencia del resto de los seres espirituales desde "aquel día". Ahora te otorgaré el "Kustomo", un artefacto que te proveerá una apariencia humana temporal hasta que robes la de alguien. Con ella podrás entrar al lugar, y una vez que abras el camino serás más poderoso que nunca.

—Entiendo —Respondió el súbdito, mientras se percataba de que el viento se agitaba y lo sacudía.

—Pero... ¿salir del lugar con la llave...? Y encontrar un alma lo suficientemente pura como para activarla... temo no lograrlo antes de que el guardián se percate de mi presencia y regrese...

El maestro sin preámbulos explicó:

—No te preocupes, en ese mismo lugar hay un alma inusualmente pura, solo tienes que usar tu mayor virtud... la manipulación...

El viento agitado se tornó casi un remolino descendiente ya sin control. La criatura extendía sus manos, como intentando tomarse de algo sin éxito.

—Ya debes despertar de tu letargo Juno, sé que lo harás bien, cumple tu misión, la que justifica tu existencia...

El violento descenso comenzó a lastimar su horrible y escasamente humanoide cuerpo. El dolor se volvió incontenible hasta tal extremo, que el grito de dolor con su voz ya quebrada reanimó su cuerpo, partiendo la capa petrificada que lo envolvía, poniendo a funcionar nuevamente sus órganos. Intentó levantarse, pero su cuerpo estaba tan podrido que cada movimiento era más doloroso que el anterior. Cuando finalmente pudo ponerse de pie, se incrustó en su pecho un prendedor, aquel artefacto mencionado por la voz. De forma violenta carne humana comenzó a envolver su rostro putrefacto, a la vez que su grito aguerrido de dolor se intensificaba.

CAMINO DEL INFIERNO (El Primer Regreso)Where stories live. Discover now