26. [madrugada en las alturas]

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⚠️Capítulo largo⚠️

Areum

-¿Por qué tengo los ojos vendados? -mi manicura acariciaba la seda del vestido en espera de una respuesta, el ronroneo suave del motor de fondo. 

Sin querer rocé un dedo más grueso y con gemas de decoración, y el Señor Kim entrelazó sus dedos a los míos. Era algo demasiado íntimo e incoherente después de cómo nos habíamos comido la boca hace minutos.

-Eso le añade emoción al juego -subió el roce por mi muslo, acariciando la tela por simple vicio a lo lujoso y elegante-, mucha más sensibilidad sensorial para ti, Areum.

A pesar de estar cegada, pude distinguir cómo pronunció mi nombre con una sonrisa, y no sabía cómo reaccionar a eso.

Había dicho que nada de castigos, que los fetiches primarían en la habitación. Solo de pensar en ello junté los muslos en un espasmo.

-¿Por qué tan inocente de repente, cuando me estabas seduciendo en el restaurante? ¿Te estás metiendo en el personaje colegial, acaso, uh?

Su voz ronca me solo puso más nerviosa, y se me hizo un nudo en la garganta. Había una guerra de hormonas en mi interior, por él. Los dos estábamos más calientes que las tardes de verano en las praderas coreanas.

-Supongo que estoy un poco nerviosa, Señor Kim.

Solo se rió, y por el suave balanceo del coche deduje que había tomado una curva. Unos minutos después de caricias que rozaban la línea de lo erótico y lo prohibido por mi muslo, el Señor Kim me ayudó a apearme.

No me permitió quitarme la cinta, y en su lugar me rodeó la cintura para guiarme por el camino que mis tacones identificaron como adoquinado.

Su mano me apretaba con seguridad, y no me dejaría ir hasta que cumpliese la promesa de dejarme afónica para mañana.

-¿Estamos en Gangnam?

Me abrumaba tanto secretismo, ¿era esta la acera de una calle rica o de propiedad privada?

-Cielo, ¿no sabes que la curiosidad mató al gato? -di un salto cuando su voz rompió mi espacio personal, su nariz hundida en mi pelo.

-Sí...

-Tengo el collar a mano, te lo pondré si te portas como una perra -me apretó contra su pecho durante milisegundos, su dominancia nublándome los sentidos-. Ten cuidado, ahora viene una pequeña escalera.

Me estuvo dando más direcciones de ese tipo, y el sonido metálico de las llaves abrió varias puertas.

Joder, ¿dónde estábamos?

-Señor Kim, ¿falta m... -presionó un dedo sobre mis labios, y los tensé nerviosa por la incertidumbre.

-Shh, calladita. Ya tienes una edad como para ser paciente, ¿sí? -noté la falta de su calor corporal al separarse de mí, y sin previo aviso me levanto del suelo en volandas-. Estás retrasando el camino con los tacones. ¿No es curioso cómo a ti te gusta la tortura con tacones y a mí con juguetes? No somos tan diferentes.

Me quedé en trance durante unos segundos, y aferró el agarre en mis corvas y espalda al ver mi reticencia para hablar. Sé que estaba intentando hacer que me derritiera entre sus brazos (literal), pero algo en mí no me permitía apoyar la cabeza en su pecho.

No quería validar el romanticismo de sus acciones, intentaba ignorar que no me temblaban las piernas de deseo cada vez que respiraba en mi sien.

-No lo sé, Señor Kim.

Sugar, daddy ; kth, jjk [+18] COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora