Capítulo 4

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          —¡Esto es inaudito! ¿Cómo dejaste que esa serpiente te hiciera esto, Sasuke?

          —No fue Orochimaru, fue Kabuto, padre.

          —¡Eso es peor! —sus gritos se escuchaban en todo el campamento. —¿Cuándo te hiciste tan descuidado?

          —Pero de todo esto, logramos atrapar a la Hiel-Rosa, ella podría ayudarnos, ¿verdad, Jūgo?

          —Tú cállate, Suigetsu.

          —Sí, señor.

          —Suigetsu tiene razón, padre. Sasuke está aquí con un pequeño inconveniente, pero con la chica podemos remediar.

          Fugaku resopló molesto. —Y dicen que esa chica en verdad tiene la capacidad de eliminar a un ejército.

          —Es cierto padre, logro eliminar a Deidara con una especie de veneno.

          Esas palabras dejaron pensativo a Fugaku. —Entonces las historias que se cuentas ella sobre eliminar a todo ese ese ejército, son ciertas.

          —No, padre, ella no fue, eso pasó hace más de quince años, y Sakura debe de tener por lo menos dieciséis años a lo mucho diecisiete, pero lo que es cierto es que ella tiene que ver con la mujer que lo hizo.

          —¿Dónde está, ahora?

         —Encerrada, sin posibilidad de hacer nada.

          Fugaku pasó su mano por su cabellera en señal de frustración, no sería buena idea que alguien que no conocían revisara a su hijo. —¿Qué dicen los doctores a todo esto?

          —Ellos no pudieron hacer nada, dicen que es un jutsu muy fuerte y que la única que podría hacer algo es Lady Tsunade.

          —Pero ella no está aquí, sigue desaparecida y lleva años.

          —Te lo he dicho, padre, la pelirrosa pueda ayudarme, ella fue capaz de quitarme el jutsu por unas horas.

          Fugaku miró a los presentes y de repente gritó. —Tráiganla ante mí, hablaremos con ella.

          Las palabras de Fugaku fueron obedecidas al instante, solo quedando el líder de los Uchiha con sus hijos.

          —¿Qué tanto me ves, Itachi? —Su hermano mayor sonreía. —¿Acaso te burlas de mí?

          —No, para nada, solo me puse a pensar que nuestra madre realmente se podría feliz verte de nuevo de ese tamaño.

          Sasuke gruñó. —No le veo el chiste.

          —¿Cuál chiste? Incluso hasta yo creo que te ves tierno.

          —¡Itachi! —gritó antes de lanzarse a golpear a su hermano mayor.

          Pero antes de que lograra siquiera acercarse, Itachi lo arrojo de una patada por un reflejo involuntario.

          En ese momento entraron Suigetsu y Jūgo, escoltando a la prisionera, quien al ver volar a Sasuke ahogó un grito cubriendo su boca con sus manos y corrió para ayudarlo.

          —¡Sasuke! ¡Sasuke! ¿Estás bien?

          El niño no respondió, ya que estaba un poco aturdido, lo cual molestó a Sakura.

          —¿Por qué lo golpean? Solo es un niño.

          El reclamo nadie lo espera, ni siquiera el mismo Sasuke, que lejos de sentirse agradecido, se sintió humillado, ya que alguien como él no necesitaba protección.

Sakura, la Hiel-RosaWhere stories live. Discover now