Especial Reencuentros 2

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Su túnica superior fue arrancada y Wei Ying no pudo hacer nada. El olor de ropa vieja y con polvo llegó a sus fosas nasales tan fuerte que era repulsivo. Las manos desconocida recorrieron su espalda después de dejar su nuca.

Las uñas arañaban con suavidad dejando un trillo ardiente que palpitaba sin parar. Sus nalgas fueron atrapadas y amasadas sin piedad hasta que la piel se volvió rojiza.
-Lan Zhan- Wei Ying gritaba en su mente mientras las lágrimas corrían por las mejillas silenciosamente sintiéndose impotente.

De repente ese dolor fue cambiado por indignación. Un calor referente a la excitación cubrió su cuerpo entero y su cadera tembló ante la fricción de su miembro erecto con la sábana ¿Qué era aquello? Nunca se había sentido excitado por alguien más que no era su esposo. La culpa palpitó en su mente más no duró mucho cuando su conciencia fue nublada y solo quedó paso al deseo. No tenía voluntad propia. Era como si su cuerpo o el del Mo Xianyu hubiera sido poseído, que ironía.

Unos dedos de colaron entre sus nalgas y asaltaron su agujero con impaciencia. Para su sorpresa la invasión no pareció incómoda, todo lo contrario. Los músculos cedieron de forma relajada, sin poner resistencia, dejando que aquellos dedos largos acariciaran su interior directo a aquel punto que le hizo soltar un gemido involuntario en contra de su voluntad. Se torcieron, se removieron, giraron, formando  estragos en su interior. Wei Ying solo supo que estaba temblando completamente y sus muslos se tensaban mientras estaba casi al punto de venirse.

Entonces los dedos salieron de su interior dejándolo con un vacío.
No quería eso, al menos eso era lo que la poca conciencia que quedaba en su mente decía, pero no podía evitar las sensaciones que recorrían su cuerpo. Por un parte quería patear a aquella persona y correr a los brazos de su esposo, pero por el otro había una fuerza en su interior que le impedía hacer esto.

Su cadera fue alzada sin mucho cuidado y una lengua cálida reemplazó a los dedos hasta su interior. Los labios de Wei Ying soltaron otro gemido y su cabeza se enterró en la sábana. Podía gemir y gritar pero no podía articular palabras por su propio consentimiento.  Un hilo de saliva se desplazó a lo largo de su muslo estremeciéndolo y al ser soltado quedando nuevamente sobre la cama en una posición algo obscena, sin voluntad sobre él, supo que su cuerpo iba a ser profanado.

Al caliente y grande acarició su entrada y Wei Ying hizo el intento de separarse más no se movió ni un centímetro. Su interior se fue abriendo recibiendo el miembro de aquel extraño con mucha comodidad y soltó un audible grito al chocar las caderas de ambos.

Wei Wuxian se quedó quieto y otra lágrima recorrió su rostro sin creer lo que estaba ocurriendo y lo que más le molestaba que en vez de sentir asco, repulsión, deseaba más de aquello.
Los movimientos contra él no se hicieron esperar y el extraño inició un vaivén que golpeaba directamente a ese punto. Sus dedos se incrustaron contra la piel blanca dejando evidencia de su presencia. Dejó un camino de marcas sobre su espalda y nuca, marcas que Wei Ying sabía que serían muy visibles y no había anda que pudiera hacer para ocultarlas de Lan Zhan y una pregunta recorrió su mente ¿Cómo le explicaría esto?

Su autorespuesta fue opacada al ser girado quedando boca arriba con las piernas abiertas a merced de aquel hombre que seguía moviéndose de forma más intensa en su interior. Una débil capa de sudor los cubrió, las sábanas se arrugaron, los gemidos invadían la habitación y Wei Wuxian sentía su cadera molida después de tanto ejercicio y de sus músculos ser estirados de tal forma.

No podía pensar, no podía razonar, su vista estaba desencajada y no podía analizar nada a su alrededor y por mucho que se había esforzado no podía definir el rostro de aquel extraño que hacía estragos en su interior. Con un último movimiento lo sintió darle una fuete estocada y el líquido caliente invadió su interior haciendo que él también culminada de una manera culposa.

Las notas de tu traición MDZS (I-II) ©®Where stories live. Discover now