Capítulo 23: Descubrimientos.

Magsimula sa umpisa
                                    

—Más que una fiesta de compromiso parece concierto. ¿Dónde planean meter a tantas personas?

Mi hermano se rascó la cabeza con pereza. Tenía el cabello oscuro alborotado y aún vestía una camiseta blanca con pantalones de pijama.

—Escogimos  el Four Seasons precisamente por eso. El hotel tiene un salón de eventos enorme y...

Dejé de escucharlo cuando caí en cuenta de que la familia Colbourn también estaba en la lista.

—¿Invitaste a los Colbourn?—lo interrumpí, impresionada y curiosa.

—No, no fui yo. Fue Arthur.

Me mordí el interior de la mejilla.

—Es muy amigo de esa familia y no quiero tener problemas con mi suegro por eso.

—Tu futuro suegro—lo corregí, divertida y sonrió, porque todos sabíamos que Erik y Claire ya eran como un matrimonio.

—Como sea, no sé si asistirán, Byron no ha confirmado, y en caso de que decidieran hacerlo, no creo topárnoslos, para tranquilidad de nuestros padres. El salón es enorme.

‹‹Yo sí quiero topármelos. A uno de ellos, al menos›› deseé internamente y una anticipación nació en la boca de mi estómago.

Me percaté, de manera repentina e inevitable, que comenzaba a sentir más cosas por Alexander Colbourn de las que debería permitir, o de las que deberían nacer de una relación de simples amantes. La mayor parte de mi tiempo y mis pensamientos estaban ocupados por él, o por mí esperando que él los ocupara.

Era peligroso, arriesgado y demencial, pero no había nada que yo pudiera hacer para detener la manera en que me sentía, así que seguía caminando por el mismo sendero, cayendo lentamente. Era ahora un triste hecho de mi vida que me gustaba aquél imbécil, tal vez, más de la cuenta. Mis amigos probablemente entrarían en estado catatónico por la impresión; Edith se desmayaría y Jordan treparía por las paredes si se enteraba de lo que sentía por su amigo. Alex haría un comentario sarcástico al respecto y se reiría en mi cara, ya podía imaginarlo.

Era una verdad notoria que no iba a irse por más que la ignorara, así que tendría que lidiar con ella, impedir que creciera más y esperar a que desapareciera cuando me hartara de follar con él.

—Eso espero—mentí y apreté su mano— ¿Estás nervioso?

Mi hermano frunció el ceño y soltó una risita que me daba la afirmación.

—La idea del matrimonio me pone nervioso—confesó—, pero imagino que no es la gran cosa, es solo una etiqueta. Para cuando tú te cases, hermanita, te habré contado mi experiencia sobre ello.

Estiró el brazo y me acarició la mejilla con sus nudillos fugazmente. ‹‹¿Y si mejor yo te cuento la mía?›› La idea de contarle sobre la maraña de emociones que tenía dentro me asaltó, desesperada por orientación y apoyo. Abrí la boca para comenzar con el vómito verbal antes de que la lucidez volviera.

—Erik yo...

—Buenos días—mamá apareció en la cocina con su bata sobre el brazo y una cansada sonrisa, interrumpiéndome y salvándome de cometer otra estupidez.

Dejó su bata sobre una silla y se inclinó para depositar un beso sobre mi coronilla y la de Erik.

—¿Tuviste operación ayer?—pregunté al tiempo que mamá engullía una zarzamora. Su aroma a jazmín se combinaba con el  antiséptico.

—Sí, dieciséis horas.

Erik hizo una mueca.

Mamá era la directora de uno de los mejores hospitales de la ciudad, tal vez del país, y también la jefa de cirugías pediátricas. Su agenda estaba siempre ocupada, porque nunca, nunca negaba su ayuda a nadie; hacía al menos dos operaciones a la semana gratuitas para personas de escasos recursos y nos decía siempre que la solidaridad era lo más importante, porque el que nosotros tuviésemos todo, solo significaba que teníamos más para dar.

Irresistible Error. [+18] ✔(PRÓXIMAMENTE EN FÍSICO)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon