Irresistible Error. [+18] ✔(PRÓXIMAMENTE EN FÍSICO)

Especial: Nuestra izquierda.

N/A: Regresó la chica de los extras, ustedes saben que amo Irresistible Error con todo mi corazón, y todo lo que pueda escribir sobre ellos será siempre luz para mi corazón. Espero que también lo sea para ustedes.

Ahora sí, este extra narra uno de los capítulos más icónicos de la novela desde la perspectiva de nuestro imprudente, Alexander. Espero que lo disfruten tanto como yo lo hice escribiéndolo.

«Iría a donde sea que ella estuviera. Buscaría la misma dirección en que Leah fuera, porque el único camino que tendría sentido recorrer sería aquél en que ella me acompañara».

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Alexander

—Puedo hacerlo solo.

Sabine me apretó el brazo para "ayudarme a caminar" y me alejé de su tacto con brusquedad.

—Dije que puedo hacerlo. Es solo un puto baño.

—¡Pero no puedes!—insistió mi amiga pelirroja colocando las manos en su cintura—. El médico dijo que debías recibir ayuda y no hacer esfuerzo.

—Orinar no requiere esfuerzo.

—Pero caminar sí.

Llegué hasta la puerta de mi baño—el único lugar donde que estaba fuera de los límites de las locas de Sabine y mi madre— y la miré severo.

—¿Ves?—dije girando la perilla—. Llegué sin incidentes. Ahora lárgate.

—No—se mantuvo firme e intentó entrar cuando se lo impedí—¡Necesitas ayuda! ¿Y si te caes?

—Me levanto.

—¡Alex!

—Escucha—la corté colocándome frente a la puerta—. No estoy inválido, puedo caminar perfectamente. Han pasado casi dos semanas desde el accidente y me estoy recuperando.

—Sí pero...

—Pero nada. Fuera, Sabine. Me estás generando jaqueca.

—Pero el médico...

—Solo voy a orinar—exploté hastiado, harto de tenerla pegada a mí como una calcomanía todo el día— ¿O quieres sostenerme la polla mientras lo hago porque no puedo hacerlo solo según tú?

Abrió los ojos desmesurados, pasmada con mi comentario grosero, pero no me importó. Estaba exhausto de ella y mi madre. Eran como dos mamás Gollums sobreprotectores. No podía tolerarlo un día más.

—No tienes que ser tan grosero conmigo—se quejó haciendo un puchero—. Solo quiero ayudar.

—Y yo quiero que me dejes tranquilo.

Entré al baño y cerré la puerta en su cara. Me pasé las manos por el rostro y di un largo suspiro. Iba a volverme loco si no salía de esta casa. Los cuidados de mamá desde el accidente eran excesivos. No me dejaba tranquilo ni a sol ni a sombra y cuando ella no podía vigilarme, entonces mandaba a la teniente Cuidados de Bebé Insoportable para relevarla.

Sus actitudes aunadas al hecho de lo lento que transcurrían los días no me ayudaban a mejorar mi humor. Había dejado muchas cosas pendientes luego del accidente: la universidad, mis conversaciones con Rick y Louis, Leah.

Leah.

Tomé asiento en la taza y acuné mi rostro entre mis manos. No tenía sentido engañarme a mí mismo. Ya lo había intentado muchísimas veces antes y jamás funcionó. No era el resto de las tareas pendientes lo que me tenía tan preocupado y de tan malhumor, era Leah.