ESPECIAL 4 MILLONES: Entonces fuimos 4. [Parte 1]

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N/A: Este extra muestra el nacimiento de la nueva bebé y también la dinámica de Leah y Alex como padres. ¡Disfruten!

(Alexander)

—No quiero ser más un niño grande—se quejó Jarrel frotándose los ojos para retirar los restos de sueño.

Sonreí mientras tomaba ropa de su cajón y la colocaba sobre su cama.

—¿Por qué no?—me puse de cuclillas frente a él, la curiosidad por su queja emboscándome.

Tenía una habilidad única para sorprenderme con cada una de sus respuestas.

—Estoy cansado—hizo un puchero, sus pies balanceándose sobre la cama y sus párpados pesados.— Es cansado hacer cosas de niños grandes.

Solté una risa. ¿Qué cosas agotadoras podría hacer un niño de cuatro años además de aguantar los berrinches de su neurótica madre embarazada?

—¿Cómo qué cosas?

Se mordió su pequeño labio e inclinó la cabeza en un gesto que me oprimió el pecho por lo mucho que se asemejaba a Leah.

—Como jugar y ver carituras, y comer y cuidar a mami y al bebé—se frotó la panza sobre el pijama imitando el movimiento circular que hacía sobre el vientre de mi esposa.

Lo contemplé por más tiempo del que debería, pero no pude detenerme. Él provocaba un efecto de fascinación en mí que nunca imaginé experimentar y me pregunté si esa era la magia de la paternidad, el cautivarte por las cosas más simples.

—Bueno, necesito que seas un niño grande por otro día más, ¿de acuerdo? Iremos con tu tía Sabine. ¿No quieres ver a Lila?

Su cabeza se levantó de pronto, su mirada clara llena de esa emoción infantil que solo poseían los niños.

—¿Iremos con Leila?—asentí.— ¿Y con Bagel?—asentí de nuevo, recordando el viejo perro que parecía más un trapeador que una mascota.

Sonrió con ilusión y se apresuró a bajar de la cama. Me acerqué para quitarle el pijama y ayudarlo a vestirse, pero él me miró con decisión colocando sus diminutas manitas sobre las mías.

La ojeada determinada que me dedicó tenía el nombre de Leah escrito en todos lados.

—Yo puedo solo, papá. Soy un hermano mayor ahora, no te necesito.

Lo observé sorprendido. No quería aceptar que los niños crecían más rápido de lo que creíamos y que se convertían en seres autosuficientes para dar pasos por la vida en sí mismos, en sus propios pies.

Me incorporé y le revolví más el denso cabello oscuro.

—De acuerdo, termina de vestirte, pero regresaré para cepillarte el cabello y ponerte los zapatos.

—¡No!—insistió con voz chillona.— Yo puedo.

Suspiré y me rendí. No, la verdad era que aún no podía amarrar sus agujetas sin hacer diez nudos imposibles de desatar en el proceso, pero lo dejé ser. Ya tenía suficiente librando mis batallas con Leah para hacerlo también con mi hijo, pero el amor era también dejarlos equivocarse para aprender.

—Bien, tú ganas—me crucé de brazos y lo observé mientras luchaba contra los botones de su pequeña camisa.— ¿Qué quieres desayunar?

—¿Podemos comer hot cakes?—preguntó ilusionado.

Me asombraba la cantidad de hot cakes que podía comer, literalmente, podía ingerir más de diez.

—De acuerdo.

Irresistible Error. [+18] ✔(PRÓXIMAMENTE EN FÍSICO)Where stories live. Discover now