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Era una mañana tranquila, la brisa fresca soplaba haciendo a los árboles tocar una relajante melodía que haría a cualquier desear dormir cinco minutos más.

Pero ese no era el caso de Aziraphale..

Esa mañana se había levantado más temprano que de costumbre, puesto que quería visitar a su amigo (Si es que aún lo podía llamar así) antes de abrir la librería.

Se sentía realmente pésimo después de como lo había tratado la noche anterior. Estaba realmente asustado y no midió el peso de sus palabras, por lo que ahora quería arreglar aquel mal entendido.

En realidad lo quería mucho, pero aquello lo tomo tan desprevenido, que no supo que hacer o decir en esos momentos.

─Lamento mucho lo de anoche, entre en pánico y lo que quise decir es que te aprecio, no, estimó. Ay, tampoco. ─ murmuraba Aziraphale para si mismo mientras caminaba hacia el hogar del pelirrojo.

Al cabo de un rato tratando de poner en orden sus pensamientos, no notó cuando estaba enfrente de la puerta.

El ojiazul trago saliva y respiro profundamente, y cuando estaba por tocar la puerta, está se abrío con sutileza.

─¿Crowley? ¿Estas ahí?─ Dijo tomando el pomo de la puerta.

No iba a entrar sin permiso, ¿Qué clase de modales eran eso? No, no. Respetaba su privacidad, pero luego de pensarlo entró, reafirmando su autoridad como mejor amigo.

Al entrar lo primero que observó fue unas preciosas plantas decorando la entrada, por lo que se detuvo a contemplarlas unos segundos. Eran realmente hermosas.

No podría esperar menos de alguien que trabaja en un invernadero.” pensó, saliendo de su pequeño trance y retomando su búsqueda.

Se adentró tímidamente, pensando en lo molesto que se pondría al verlo allí. Y ¿Quien no lo estaría si la persona que te rechazó aparece en tu casa, perturbado la paz sin siquiera ser invitada? Un argumento sumamente válido para una paliza y una orden de restricción.

Aziraphale podría haber pasado todo el día pensando en que decir por haberse colado de esa manera, pero una tos gruesa le alertó, siguiendo rápidamente el sonido que daba hasta el baño. En el cual entró (Sin pedir permiso, claro está) y lo que observó lo dejo paralizado.

Crowley se encontraba tirado en el suelo, cerca del lavabo, tosiendo desenfrenadamente. Mientras el pulcro suelo blanco se veía perturbado por pequeñas gotas de sangre y ¿Pequeños pétalos de botón de oro? Algo que lo dejó desconcertado, pero al cabo de unos segundos entendio el porque.

Pequeños pétalos luchaban por escapar de la garganta de Crowley, los cuales venían bañados en sangre. Los cuales con dificultad lograba escupir.

¿Qué no entendía nada de lo que pasaba? Claro que no, pero no podía dejarlo sólo. Así que corrió a su lado, tomandolo en brazos.

No le importó que su traje color beige se arruinara con manchas de sangre, en ese momento sólo quería estar con él.

Somebody to love 【Hanahaki Disease】Where stories live. Discover now