Ese es el motivo por el que todo este tema del maldito artículo y Simon me ponen histérico, porque soy una persona con una concepción del amor bastante romántica, del tipo pasional, monógamo, con pétalos de rosas, flores y chocolates. Había estado en una relación por cinco años con la misma persona y en ese tiempo no se me apeteció conocer a nadie más. Si besé a alguien antes de ella fue por pura casualidad, no porque lo estuviera buscando. Así ha sido para mí, nunca he sentido la necesidad de «lanzarme» a una chica. Creo fielmente que lo que va a pasar pasa, y lo que no, también.

Me arrepentí de inmediato cuando le dije todo eso a Kate, solo debí quedarme con decirle que Simon y yo somos totalmente distintos, pero mi explicación tuvo que ir más allá —como siempre— y cuando quise enmendarlo Kate ya había digerido todo aquel vómito de palabras y había sonreído por ese monólogo sobre mi persona que se me ocurrió soltar aunque no hizo comentarios al respecto, lo cual le agradezco.

Me estoy poniendo de pie cuando miro de nuevo mi reloj y me doy cuenta que ya pasó otra hora. No puedo entender como el tiempo se había ido volando, ojalá me pasara lo mismo en mi trabajo con Margaret, pero ahí un minuto es como si fuera una hora y así tengo que bancarme un día completo. Tomo los platos de la mesa para dejarlos dentro del lavaplatos cuando Kate me detiene y dice que ella va a hacerlo.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —Le añade, tomando los platos de mis manos. Le digo que yo puedo hacerlo, pero menciona lo de la herida en mi mano y dejo finalmente que ella lo haga. Tomo la copa que descansa sobre la mesa y me llevo el último trago de vino a mi boca. Hago un gesto de afirmación con mi cabeza por la pregunta mencionada al mismo tiempo que el líquido dulce atraviesa mi garganta y me preparo mentalmente para lo que sea. —¿Tienes nuevos proyectos como escritor?

De todas las preguntas que pudieron haber surgido después de todas las tonterías que había soltado en todas estas últimas horas, no me esperaba esta, aunque respiro aliviado y suelto el aire que mis pulmones inconscientemente estaban reteniendo.

—¿Cuentan los artículos que creo para la revista?

—No, hablo de historias... tuyas...

Ni siquiera sé qué contestar, porque no es algo de lo que hable a menudo. De hecho, desde hace mucho tiempo que nadie se muestra interesado por mis escritos. Así que sin nada mejor que responder a esto, le doy mi respuesta más sincera:

—Tengo mucho tiempo de no escribir absolutamente nada. —Kate está dejando los utensilios dentro del lavaplatos, de espaldas a mí, cuando se gira me mira un momento y menciona:

—¿Y eso por qué? —hago un gesto, uno que denota mi frustración y no puedo ocultarlo.

—Tal vez porque han rechazado mis trabajos y eso me hizo dejar a un lado la escritura pensando que tal vez no era algo para mí. —En ningún momento que digo esto la miro a los ojos. Recuesto mis caderas en la encimera haciendo un leve movimiento circular con mi copa. —He tenido un bloqueo desde entonces.

—Simon me ha hablado mucho de ti. —Suelto un suspiro, uno que denota mi frustración e impotencia. Pero antes que se me ocurra lanzarle maldiciones a Simon, Kate se apresura a decir: —Pero fueron cosas muy buenas, de tus escritos y de lo bien que manejas todo al momento de crear una historia.

—Simon apenas leyó la historia de romance erótico que creé para un concurso. —Lo cual es verdad, pero sí le había dado a leer fragmentos de otras historias que no logré terminar por falta de tiempo... y de entusiasmo.

—¿Puedo leerla?

—No... —me rio nervioso —no, no no...

—¿Por qué no? —finge indignación, aunque se ríe en el intento. —¡Vamos! Prometo no reírme. —El que se ríe soy yo e intento cambiar de tema para evitar continuar con esta conversación. Porque no hay forma de volver a ver a Kate a los ojos si lee algo de lo que yo he escrito. No precisamente porque crea que mi trabajo es malo, si no, por las cosas que acostumbro plasmar ahí que no tienen nada que ver con mi yo interno. De hecho, tengo un pseudónimo con el que firmo mis manuscritos y los artículos dentro de la revista. Nadie, aparte de Simon, Margaret y algunos compañeros de trabajo, saben que soy yo tras esas letras.

¿Cómo (no) conseguir un ligue de una noche?Where stories live. Discover now