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- Entonces, ¿Esta es tú casa? - pregunto Harry observando con curiosidad aquella mansión, era cálida y unas cuantas fotos estaban colgadas donde suponía estaba el padre de Tom.

- Se podría decir, no vengo muy seguido por acá. - respondió el mayor. - Tengo planeado cambiar algunas cosas de aquí, empezando por los cuadros.

- ¿Por qué? - pregunto confuso.

En varios pudo divisar que había fotos de la familia Riddle, una en específico donde estaban los abuelos y el padre del gran Lord oscuro.

- Eres bastante curioso, ¿Alguna vez te lo dije? - pregunto el ojirojo rodando los ojos.

Harry rió por la acción, aún así ambos entraron a dónde era el comedor donde estaba la cena servida gracias a Kreacher.

- Solo que soy imprudente, un Gryffindor de primera y que me amas mucho… tal vez muchas cosas más. - dijo guiñando el ojo.

Tom acomodo la silla del joven para después sentarse al lado, no pudo evitar sonreír de medio lado por la respuesta. Aunque sabía lo de amarlo mucho no lo había dicho, ¿Las acciones valen más que las palabras? El menor recibía bien el mensaje después de todo.

- Así que la mansión Riddle. - dijo sonriendo, comenzando a comer.

- Algo tenía que heredar. - respondió sencillo.

Ambos disfrutaban de su compañía, Harry no podía evitar sentirse a gusto con quien debería ser su némesis. Tom pregunto varias veces por las cosas favoritas del menor quién gustoso respondía e incluso regresaba las preguntas si tenía oportunidad; fue sorprendente conocer la leve adicción que tenía Tom por el Té, tanto como el ojiverde con el chocolate.

- No sabía que tomabas. - admitió el de ojos esmeraldas sonriendo.

- De vez en cuando un poco de vino, tequila, vodka. - comento tomando se su champagne, el menor tomaba una cerveza de mantequilla. - No es muy seguido, solo cuando es necesario.

- ¿Necesario?

- La soledad no es algo que le guste a todos, eso lo debes saber. - respondió haciendo un atisbo de sonrisa. - Sentir que vas perdiendo, te sientes impotente y solo quieres terminar con todo.

Harry tomo la mano del mayor quién tenía sus ojos azules demostrando lo enserio de sus palabras, empezó a acariciar la mano para después sonreírle comprendiendo.

- Siempre hay un roto para un descosido, ¿Sabes? - comento sintiendo como el tacto se regresaba.  -No me importaría que fueras mi descosido…

- ¿En verdad quisieras ser mi roto? - pregunto divertido, aunque un asentimiento del menor lo hizo sonreír levemente. - Deberías de estarme odiando.

- Lo hago, pero el odio es un sentimiento feo y contigo siempre tiene que ser diferente de alguna manera. - está vez el de ojos esmeraldas bajo la mirada. - Eres mi némesis, estábamos destinados a odiar al otro.

- ¿Diferente? - murmuró con confusión. - Actualmente eres mi mano derecha Harry y en realidad esto se está volviendo más fácil por tus tácticas.

- Siempre fue fácil, solo no sabes jugar bien tus cartas; falta de perspectiva Gryffindor. - afirmó. - No me mal entiendas, te odio aveces y otras veces no.

- Me dio escalofríos de solo imaginarme actuar por un momento como un Gryffindor. - admitió. - Lo sé, entiendo perfectamente lo que tratas de decir.

Pucheros de parte del menor e incluso unas cuantas risas que se permitió soltar el gran lord Voldemort se escuchaban, al parecer todo iba demasiado bien; ambos disfrutaban, inconcientemente Tom admiraba como le daba batalla el menor en cuanto a ciertos temas...

Nagini estaba cerca de los individuos, le encantaba verlos de esa manera y en verdad no lamentaba interponerse para que aquel dúo estuvieran juntos. Esperaba que así durarán pues estaba muy cerca el día del ataque a Hogwarts y el ministerio; esperaba en verdad que nada malo pasará.



- Lucius… Dobby me dijo que normalmente quién ordena mis comidas eres tú, ¿Puedo saber la razón? - pregunto levemente curioso el pelinegro.

- No tengo ni la menor idea, normalmente confunde mucho las cosas. - murmuró el patriarca Malfoy.

Severus bajo la mirada un poco desilusionado, aún así suspiro y se fue a acostar a su cama; era demasiado temprano pero necesitaba pensar.

- ¿Vas a participar? - pregunto Lucius desde el marco de la puerta. - Necesitaremos de ti.

- ¿Quién necesita de un traidor como yo? - murmuró Severus, estaba acostado dándole la espalda al rubio.

Silencio, demasiado silencio…

Ambos podían escuchar las respiraciones del otro, en especial la tensión, Severus era conocedor de aquella sensación que había entre ellos.

- Yo te necesito, es lo único que deberías saber. - pronunció el rubio, para después salir por la puerta sin detenerse a escuchar a su compañero.

Une leve sonrisa apareció en el pelinegro, aunque después negó para pensar; de nuevo. Esperaba que todo acabará pronto y con las menores muertes de ser necesario.

Entre Cartas, Odio Y Suspiros.❤Where stories live. Discover now