Luna y Sol

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  Estaba en aprietos, claramente Emma no entendía nada de lo que ese niño decía y él tampoco entendía las muchas preguntas o explicaciones que ella intentaba darle. Había colapsado hacía ya 20 minutos en el primer espacioso umbral de puerta que vio, el niño de aún desconocido nombre se aferraba de la joven y esta se negaba a soltar la mano del niño. Era él, no cabía duda, era imposible e increíble pero el tan mencionado bebé misterioso, estaba ahí frente a ella, confundiendola con su madre. 

  ¿Que hacer? ¿Qué decisión debía tomar? Llevar al niño ante Louisa no era en absoluto una opción, hacía unas horas había demostrado no estar del mejor humor y aparecer de nuevo en la clínica junto al infante del cual esta se había cansado de negar su existencia era una pésima idea, por no decir ridícula. El jovencito era bastante mayor a la imagen mental que había tenido Emma, quizás tenía... ¿Cinco? ¿Siete? Los números no le cerraban mucho, o si. ¿A qué edad Louisa había dado a luz al niño? 

  El tiempo seguía corriendo y, aunque el niño no se había quejado en absoluto, Emma consideraba que seguir sentados en la calle no era lo mejor para él. De nuevo nacía la pregunta: ¿A dónde ir? Pensó en un restaurante, un Fast Food, hasta pensó en hacer tiempo en un parque pero todos esos lugares tenían el mismo problema, eran temporales y ella necesitaba hacerse cargo del niño ahora. También necesitaba comunicarse con él urgente, puede que el niño le estuviese diciendo cosas importantes que ella está ignorando; después de todo el chico había nacido en un entorno mafioso de la profunda China... ¿Qué hacía en Francia? ¿Como había encontrado a su madre...? O a ella, en todo caso.  

  No sentía su hogar como opción. Se imaginaba a sí misma entrando a la casa con la representación existencial del abuso que había sufrido su hermana... Por segunda vez. No, no era buena idea. Si bien ella no sentía que el niño tuviese la culpa, o siquiera pensaba en el padre de este al ver al pequeño, no creía que en su hogar hubiese tanta objetividad; ...Quizás si en Hugo. Era el único que estaba tan interesado en Adam como ella, lamentablemente el parentesco del bebé con Adrien creaba un muro muy alto entre él y sus abuelos. Algo así sucedía exactamente igual con el niño junto a ella, cabello negro, ojos negros, rostro oriental, piel pálida; otro retrato de su padre en miniatura.

  Pensando en el parentesco de las diferencias de ambos niños es que recordó un dato importante, por no decir clave, que podría darle solución a su dilema. Adam y el niño eran hermanos, llevarlo a la casa de su sobrino no era una idea ilógica y si Adrien mantenía un mínimo de decencia no se negaría a cuidar, al menos por el momento, al hijo de su hermana. Además este sabía hablar chino con excelencia, todo el plan cerraba con perfección.

 Ming Tiang notó a su madre levantarse y también lo hizo, no entendió por qué ella no hablaba con él pero asumió lo peor; decidió estar alerta para protegerla. Sin embargo, aunque el peligro podría estar acechando bajo cualquier hoja seca en el suelo, la ciudad se veía tan brillante como serena y su madre tomaba su mano sonriente. Estaba confundido, no conocía nada ni a nadie en aquel extraño país de idioma raro, pero, a pesar de todo, estaba increíblemente feliz de haber dado con la única persona en el mundo que lo amaba tanto como él a ella. 


LouisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora