¿Aún custodias el infierno?

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  Louisa se encontraba sentada en el living resguardada por el abrazo de su padre, el pequeño Hugo era quien con más calma y curiosidad había abordado el asunto de su regreso; quizás a causa de su corta edad en aquellos días de intensa búsqueda. En varias oportunidades Luka intentaba cambiar el tema cuándo las directas preguntas de Hugo llegaban a un cierto grado que, bajo la percepción del padre, rozaban la incomodidad de alguien en la situación de su pequeña. 

  Un fuerte sonido interrumpió el armonioso momento familiar que compartían ambos padres, la puerta principal era golpeada reiteradas veces con tal fuerza que parecía iban a quebrarse los vidrios que la decoraban. Marinette se exaltó, pero luego dedujo con comprensión lo que sucedía, al acercarse a la puerta el novio de Emma intentó excusar el actuar de su pareja a través de la celosía.

— H-Hola, ella olvidó su bolso... En la universidad.

  Cuándo Marinette abrió la puerta su hija casi cayó al suelo, sin poder pronunciar palabra alguna volteó con frenesí hacia cada rincón de la sala. La madre, empática, sostuvo ambos hombros de la desesperada joven con cariño.

— En el living, amor.

  Sin malicia Emma empujó a su madre y corrió con un impaciente anhelo hacía el cuarto. El muchacho entró al hogar confundido y sostuvo a la mujer, notó en los ojos de su suegra los síntomas de recientes lagrimas.  

— No sé si molesto al preguntar... ¿Puedo ayudar en algo? Emma no quiso decirme nada, la traje en mi auto porque creí que la atropellarían en ese estado...  

  Marinette no supo encontrar las palabras para explicar el suceso, prefirió guiar al amable joven al mismo cuarto al que se había dirigido su hija. Allí, ambas hermanas se abrazaban con tal intenso amor, intentaban recuperar tantos años de anhelada compañía con aquel simple pero significativo gesto. Emma, arrodillada sobre el alfombrado suelo, hundía sus tensos dedos en la espalda de Louisa mientras dejaba caer las lagrimas que había acumulado desde hacía tiempo. La gemela recostó la cabeza sobre el hombro de su hermana menor, había llorado tanto con anterioridad que solo quedaba el extasiante gozo de sentir el tacto de Emma con una pacifica sonrisa. 

  Con el pasar de los segundos abrió ambos ojos en busca de la mirada de sus padres, quería sentir un poco más de aquella amada calidez familiar que la rodeaba. Al alzar la vista divisó a un extraño contiguo a su madre, un intenso y desagradable malestar invadió su frágil cuerpo. Louisa observó con perplejidad como aquel tipo la admiraba desde la sombra del umbral, tan asustado como una acorralada rata, la impotencia corría por la sangre de la muchacha a la par que fruncía su expresión como un felino protegiendo lo que le pertenece.       

  Con pánico la atención de todos fue dirigida hacía Emma, ella había entrado en shock e hiperventilaba mientras apretaba con fuerza su dolorido pecho. Louisa la sostuvo entre sus brazos ignorando todo lo anterior, el joven Tsuruji no pudo mover siquiera un dedo a pesar de observar frente a él como su quería novia yacía en el suelo bajo tal tétrica situación. 

  Luka corrió hacía sus hijas y con velocidad llamó a una ambulancia, Marinette apartó de la habitación a Hugo quien con desconcierto presenciaba los hechos. Al pasar por la puerta tomó la mano de Matsuo y le pidió con gran preocupación que cuidase del pequeño, actuando de forma automática guió al niño a su habitación. Al cerrar la puerta él sintió como su corazón latía velozmente, al mismo tiempo que su entorno se teñía de lúgubres colores. 

LouisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora