Capítulo 16

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Diana estuvo con placer sobre Andy una vez que él estuvo en el sillón y se ocupó de desatar el pañuelo de su brazo y examinar su herida. Sacudí apenas mi mano, conteniendo una maldición ante el dolor pero al menos los cortes habían dejado de sangrar. Me acerqué a la ventana y observé la noche desde el pequeño departamento en Baker Street en el cual nos encontrábamos. Jack se fue y volvió segundos después con un botiquín de primeros auxilios. Se sentó junto a Andy y con cuidado arremangó su camiseta para dejar la herida al descubierto. Andy contuvo un grito de dolor mientras él lo examinaba.

—Está peor de lo que pensaba —dijo Jack y suspiró—. Lo bueno es que no necesitarás puntos internos. Lo malo es que de todos modos debo cocerte. ¿Estás seguro que no quieres ir a un médico?

—No. Quedará en los registros y mi padre me matará —dijo Andy.

—¿Estás loco? Esto es más importante que la imagen de una familia perfecta para la carrera política de tu padre —dije—. ¿Te has visto al espejo?

—No quiero ir a un médico y no dejaré que ustedes me lleven a uno —dijo Andy—. Además, ellos pedirán una explicación, harán preguntas, y no creo que ustedes quieran que yo responda y diga lo que sucedió.

—Querido, te estás equivocando mucho si crees que estás en posición de chantajearnos —dijo Diana y sonrió—. Si me dan un momento a solas yo puedo ocuparme de nuestro pequeño problema.

—Es mi amigo, no le pondrás una mano encima —dije y Diana me miró como un gatito dañado.

—Puedo ocuparme del corte pero no tengo anestesia ni una sola gota de alcohol —dijo Jack—. Si él está dispuesto a quedarse quieto y soportarlo no tengo ningún inconveniente.

—¿De dónde sacaste a este chico? —preguntó Diana.

—Saint Pancras —respondí—. Son increíbles las cosas que puedes encontrar en una estación de trenes.

—No me importa nada tan solo no me lleven a un médico —dijo Andy.

—Necesitaré algo con que limpiar la sangre —dijo Jack.

—Yo me ocupo —dije.

Jack me señaló el camino a la cocina y volví segundos después con un paño humedecido. Él limpió la sangre sobre la piel de Andy y luego echó un poco de líquido antiséptico sobre la herida. Andy contuvo un grito pero no se movió ni dijo nada aunque su rostro perdió cualquier color cuando Jack dejó todo de lado y tomó aguja e hilo. Diana fingió de pronto tener mayor interés por las blancas paredes y no la culpé. Tomé el paño para limpiar la sangre de mi mano y me alejé sin mirar, escuchando los pequeños ruidos de dolor de parte de Andy por cada puntada.

—Si le dices algo de esta noche a mi hermano es la última vez que salgo contigo —dije y Diana sonrió.

—Tranquila, no queremos que Ethan sepa que andas jugando con chicos malos —respondió ella—. Además, está en Manchester ahora y nunca responde mis llamadas o mensajes.

—¿Qué hace en Manchester? —pregunté.

—¿Quién sabe? Fingir estar en la universidad, frustrar los planes de unos chicos malos, cosas de espías.

—Debí haberlo imaginado —dije y suspiré.

—A mí no me gusta. Tiene un tobillo lastimado, no deberían haberlo devuelto tan rápido al campo —dijo Diana con molestia.

—Si quieres algo más de unos pocos días necesitas una herida de bala —dijo Jack—. Créeme, un tobillo torcido no es nada para ellos.

—Sigue siendo ridículo —dijo Diana—. Pero supongo que no me queda nada más que creerte, tú eres el que sabe respecto a eso. ¿Por otra parte qué clase de crim eres? No obras de arte, no joyas, no dinero. ¿A qué te dedicas?

Valentino (Pandora #2) **Disponible en físico y e-book**Donde viven las historias. Descúbrelo ahora