Valentino (Pandora #2) **Disponible en físico y e-book**

Capítulo 8

¿Cómo había podido ser tan estúpida? Debí haber descubierto la verdad sobre Sam y Victor del primer instante. ¿Acaso ellos no habían inspirado en mí la misma reacción que Raphael y Frank? Y ahora ellos estaban en Londres y sabían de mí. ¿Estaban aquí por mí? ¿Tendrían algo que ver en la muerte de David y su hermano mayor? Criminales, aquello era lo único en lo que podía pensar. Y no del tipo como Diana, o como Jack si él realmente se podía considerar como un criminal, sino del tipo malo, del mismo tipo por el que Diana necesitaba protección. Ella había sido directa: algunos criminales tenían códigos, otros para nada.

Aquello era lo único en lo que podía pensar mientras pasaba el resto de mi tiempo libre en la biblioteca escaneando página por página el diario de David y luego guardándolo en un pendrive. Más tarde en casa me ocuparía de examinar las imágenes en mi computadora y pasarlas a mi Ipod. Tendría que formatear la pequeña memoria más tarde, tal como formatearía la memoria del escáner y la computadora de la biblioteca para que no hubiera ninguna prueba ni registro de lo que estaba haciendo. Esto comenzaba a parecerse a mis días en París, cuando mi Ipod había contenido toda la información y lo que había dentro de mi bolso lo era todo. Las evidencias, mi libreta con mis notas, mi Ipod con las fotografías y documentos.

Pero a diferencia de aquella vez ahora estaba en contacto directo con los tipos malos, aún si Victor y Sam no fueran los tipos malos del asunto principal seguían siendo cuestionables y tipos malos para mí. ¡Suerte que me había alejado de Sam y sus cuestionables pruebas! Perfilarme. Debí haber sabido que él tan solo estaba intentando armar un perfil de mi persona. Jack me lo había dicho, cada uno de ellos tenía una especialidad y al parecer Sam estaba dedicado al psicoanálisis. Perfecto. ¿Qué tanto le había enseñado de mí últimamente sin ser del todo consciente?

Me apresuré a terminar lo que estaba haciendo allí y guardé con cuidado la memoria USB en mi mochila, justo en el pequeño lugar que había descosido entre el cuero para usarlo de escondite. Ok, no era del todo una chica normal. Una chica normal no tenía algún agujero descosido en el interior de cada bolso que utilizara o mochila para ocultar cosas (lo cual podía llegar a ser verdaderamente útil). Era una Bright, y sabía arreglármelas con lo que tenía. Si alguien revisaba mi mochila o la daba vuelta para vaciarla dudaba mucho que encontrara la memoria USB. Por otra parte, no podía hacer milagros, el diario de David estaba junto con mi carpeta en el interior de mi mochilla.

La voz del director sonó por los altavoces para decir que era el turno de los estudiantes de mi año de dirigirse a la sala que le habían proporcionado especialmente al psicólogo que había asistido para tratar lo sucedido. Esto no podía ser en serio. Recogí mis cosas, comprobé una segunda vez que el escáner estaba bien formateado, y salí de la biblioteca. El timbre para avisar el fin del almuerzo y el comienzo de clases no tardó en sonar una vez que estuve fuera. Fui obligada a formar a un lado, a la espera de mi turno obligatorio mientras el primer estudiante entraba a la sala para sus minutos con el psicólogo.

—Estoy considerando seriamente la idea de preferir literatura —dijo Andy a mi lado.

—No eres el único —dije—. Prof.

Cam ocultó rápidamente su móvil cuando un profesor pasó a nuestro lado para comprobar nuestra asistencia y luego lo volvió a sacar cuando estuvo fuera de peligro. Ella movía sus dedos entusiasmadamente sobre las teclas y sonreía tontamente como quien se manda mensajitos con el chico que le gusta. ¿Leo? Posiblemente.

—El viernes Dominic hace una fiesta en casa de sus padres. Será descomunal, chicos —dijo ella sin levantar la mirada—. Todos están invitados. Puertas abiertas para cualquiera que quiera entrar.

—Sí, eso he escuchado —dijo Andy.

—¡Emma! Por fin te he encontrado —dijo Drake y le sonrió a los demás al tomarme por el brazo—. ¿Podemos hablar unos segundos?