Me mira un instante pensativa cuando se está quitando su bata. Lleva un suéter negro de cuello alto que hace juego con su cabello y contrasta con la tonalidad de sus ojos, creo ya había mencionado el color bastante inusual y llamativo que posee.

—Solo no quiero que creas que no puedo pagar mi apartamento. —No sé por qué dije eso o porqué lo dije a la defensiva, tal vez, porque Simon dice cualquier tontería y antes de hacerle creer a las personas que soy un verdadero fracaso, es mejor aclarar.

—Entiendo... solo espero que estés bien.

—Lo estoy, gracias. —Es toda mi respuesta, pero casi de inmediato cambio rápidamente de tema antes que salgan más preguntas y termine contando mi caótica vida—. Y bien ¿te llevo?

—Quedé de cenar con unas amigas al salir del trabajo —hace una pausa —Pero... puedes venir si gustas.

Me río, no puedo evitarlo. Pero no es una risa burlesca, sino más bien, una nerviosa, de esas que indican incomodidad. Y que, por supuesto, te hacen sonar como un tonto, cuando en realidad era lo que venía temiendo este tiempo. Me disculpo primero y después me apresuro a decir:

—Te lo agradezco, en serio, pero soy un fracaso total ante el sexo femenino. —Suelta una pequeña carcajada que se me hace graciosa y especial en partes iguales— y creo que eso ya lo has notado.

—Eso no es verdad.

—Siempre estoy pasando vergüenzas frente a las mujeres. Así que prefiero mantener distancia y mi autoestima intacta. —Se vuelve a reír, no sé si por lo que he dicho o por la forma que lo hago. Kate está siempre de buen humor, es algo que he notado desde que la conocí. Con un trabajo como este, yo ya estuviera gritándole a todo mundo, desesperado y con ganas de salir corriendo. Con mi trabajo mediocre ya me pasa todo eso—. Pero puedo llevarte, estar ahí mientras ellas llegan y después solo volver al apartamento, si gustas.

—Tal vez, solo necesites rodearte de mujeres. —Claro, para confundirme más sobre el estigma que es el sexo femenino—. Vamos, anímate, que el apartamento de Simon no va a ser más divertido.

Quiero decirle que, en realidad, estar en casa viendo la televisión y comiendo chatarra es para mí mucho más divertido que cualquier discoteca, reunión o lo que sea que involucre muchas personas. Pero también, es muy probable que en cada canal me encuentre una noticia del hijo del millonario holandés por su proyecto en África, y conociendo la prensa rosa, llevar agua a uno de los poblados más vulnerables pasa a un segundo plano para hablar de su nueva novia. Solo de pensarlo se me encoge algo dentro del pecho, solo han pasado unos días así que me convenzo a mí mismo que con tiempo esa sensación abrumante y embriagadora dejará de consumirme tanto.

Le digo que sí a Kate.

Con una sonrisa, fingiendo que todo está bien para evitar hacerle notar lo mal que me siento.

—Genial, porque después de todo te debo un café del otro día ¿recuerdas? —me dice, saliendo de su oficina. Yo tras ella sostengo la puerta para dejarla pasar y ella me agradece el gesto cuando cierro a mis espaldas —Aunque... te lo pagaré con cerveza.

—No me agrada nada la idea, soy un terrible tomador. —Eso en parte es verdad—. Pero ya que lo mencionas soy yo quién te debería una cerveza. Sin ti, lo más probable es que ahora no tuviera trabajo.

—Simon dice que tu jefa no es tan mala.

—Claro —suelto con ironía—. Ella tiene cierta adoración por Simon, pero a mí, por algún motivo extraño, me detesta.

—Tal vez le gustas. —Sé que ha dicho eso con malicia. Creo que estoy empezando a conocerla porque ya puedo identificar esa forma en la que su sonrisa se ensancha al ver mi gesto de disgusto ante tal afirmación.

¿Cómo (no) conseguir un ligue de una noche?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora