Capítulo 33 - En lo que dura un pestañeo

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Canción en multimedia: I feel like I am downing [Two feet]

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Capítulo treinta y tres: En lo que dura un pestañeo

Martes, 27 de noviembre

    Danielle Ilsen:

    Le doy otro mordisco a mi barrita mientras espero, sentada en las gradas, a que Jayden termine de entrenar. Ayer no pude verle y, aunque le envié un mensaje pidiéndole quedar un momento a la hora del almuerzo, ni lo leyó ni me respondió. Le vi, a esa hora, en una de sus típicas mesas, riendo entre amigos. Ni siquiera llegué a alcanzarle antes de que saliera del instituto y luego no respondió a mi llamada.

No me sorprende, difícilmente consigo que me responda un mensaje, no es una novedad.

Estiro las piernas un poco, viendo cómo los chicos se mueven con rapidez por el hielo, con pases rápidos y algún que otro golpe mientras muchos ignoran los gritos de su entrenador. Sus insultos son bastante creativos, eso he de admitirlo, es decir, nunca antes había escuchado la expresión: "Placas tan suave que no derribarías ni la pierna postiza de mi tía."

No creo que para ellos, pero a mí llega a sacarme alguna que otra sonrisa escuchar esos comentarios. Se me hace divertido. Espero, entre apellidos, escuchar el de Jayden en algún momento, apenas puedo distinguirles desde esta distancia y los uniformes hacen que parezcan todos iguales. Así que sigo comiendo mi barrita, con el libro de cálculo cerrado a mi lado después de haberlo ojeado por uno o dos minutos.

Estoy concentrada en el juego, no suele gustarme mucho ver deporte, pero esto se siente como un baile, te arrastra, te mete en el juego con suavidad, meciéndote entre sus pasos. Me envuelve por completo así que, cuando alguien cae sentado junto a mí, por poco pego un grito.

En lugar de eso me aparto de un salto y me llevo una mano al corazón.

    —Soy sólo yo —dice.

    Paso la mirada de nuevo por los jugadores que hay en la pista y, más tranquila, adopto mi lugar de antes. Jayden me arrebata la barrita de la mano y le da un mordisco. Parece gustarle y, sin preguntar, se la queda.

    —¿Qué haces aquí? —pregunta.

    —¿Qué haces tú aquí y no allí? —señalo la pista, Jayden se termina mi barrita en un par de bocados y hace una bola con el envoltorio.

    —No juego.

    —¿Te han dado libre hoy?

    —No, he dejado el equipo.

    —¿Qué? ¿Cuándo?

    —Lo dejé el curso pasado, me quitaba mucho tiempo —explica— Tu turno. ¿Qué haces aquí?

    —He venido a buscarte, quería hablar contigo.

    —¿De qué?

    —¿De qué crees? —suelto con un deje de molestia. Sé que ayer me estuvo evitando todo el día y, que ahora aparezca así, no sé, no me gusta. Sus cambios de actitud no me gustan porque me frustra. Mucho. Es como si alternara la cercanía con la distancia—. ¿Podemos ir a algún sitio a hablar?

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