Capítulo 4 - Entrando en razón

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Chico en multimedia: Jayden Bremen [Tucker des Lauriers]

Canción en multimedia: Those night [Bastille]

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Capítulo cuatro: Entrando en razón.

    Nadie está muy hablador al día siguiente.

    Tras la noticia, un gran número de personas entre las que incluyo a mi familia, nos acercamos a la casa de los Thorne con rosas y velas. Nadie se atrevió a llamar a su puerta, pero su jardín se llenó de las flores más bonitas y la mesa en su porche de tuppers con comida para que no tuvieran que preocuparse por cocinar durante los próximos días, dudo que tuvieran ganas para eso. Como muestra de respeto, nuestra presencia fue silenciosa, quizás porque las palabras eran demasiado dolorosas o porque todavía nadie quería reconocer lo sucedido en voz alta. Tras unas horas, todo el mundo desapareció de allí, dejando únicamente fotografías y flores por una niña que ya no volvería a ver a su familia. Una niña que no volvería a ver la luz del día o a mostrar su sonrisa. Una niña que nunca podría crecer.

    Cuando volvimos a casa, yo lo hice sin soltar la mano de Arthur y él se aferró a la mía con fuerza, con más cada vez que alguien pasaba lo suficientemente cerca como para rozarlo. Tim, en cambio, anduvo entre mis padres y nosotros, con las manos en los bolsillos y la cabeza baja. No hace falta decir que no aparté la mirada de él en ningún momento.

Vi cómo anoche ambos lo entendían al fin. Porque, hasta ahora, todo había mantenido una distancia con nosotros. Ellos no entendían la importancia de lo que pasaba o por qué mamá y yo nos habíamos vueltos tan paranoicas, pero, esa noche, la forma de Arthur de no ser capaz de soltarme y el silencio de Tim me lo aclaró: entendieron que el peligro era real y que les afectaba a ellos.

Esa noche, Tim se negó a permitir que incluso nosotros nos acercáramos a él para darle un abrazo o un beso de buenas noches. Arthur, en cambio, trajo su almohada, viejo saco de dormir, y me pidió dormir en mi habitación.

Por supuesto que le dejé hacerlo.

Ahora no dejo de darle de vueltas a todo, sumida en mis pensamientos en medio de la primera clase del día y con ganas de llorar de sólo pensar en lo que podría haber pasado. Durante meses, todos los habitantes de la ciudad hemos vivido con el miedo en el cuerpo, y cada día que pasa la situación da un paso para volverse peor.

    —Danielle Ilsen y Jayden Bremen, preséntense en el despacho de la directora.

    La voz inunda el aula a través de los altavoces y parpadeo para apartar las lágrimas. Consigo olvidar por un momento el día de ayer y miro confusa a mi profesor. ¿Hace cuánto que no escuchaba esa llamada?

    Cuando el resto de mis compañeros y el profesor se vuelven hacia mí, reacciono. Recojo mis cosas y salgo del aula a gran velocidad. No paso por alto la mirada del profesor que, tan acostumbrado, ni siquiera lo cuestiona.

Compañeros de delitosWhere stories live. Discover now