Capítulo 11 - Parque de las Ánimas

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Soy una pesada, pero aquí estoy de nuevo. Viene largo y con extra de drama así que id a por algo de comer y disfrutad del capítulo :)

Canción en multimedia: Wake me when it's over [Vorsa]

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Capítulo once: Parque de las Ánimas.

Siete y cincuenta.

Son las ocho menos diez y estoy de vuelta en mi habitación, con todas las luces encendidas, sentada entre un cúmulo de cuadernos a los que no estoy prestando una atención real y dándole vueltas a una sola cosa. Mi mirada cae en el armario cerrado, después de vuelta a mi reloj. Diez minutos más y voy a la comisaría. Sólo diez minutos más.

No sé a qué espero realmente, supongo que se trata de honestidad, no me gusta fallar a mi palabra, porque, ¿qué valor tendrían entonces mis promesas si no le doy importancia a lo que digo? Así que espero, como una tonta, a que Jayden hable con su padre. Quizás saque el tema en medio de la cena, entre un "Pásame el pollo" y "A esto le falta sal".

Siete y cincuenta y dos.

¿Cómo hemos podido terminar así? Sé que no es una broma por mucho que lo quiera creer. No han sido mis hermanos, obviamente mis padres quedan descartados y Jayden tampoco. Le creo, supongo, es decir, después de su reacción de antes si esto llega a ser por uno de sus planes me sentiré en todo derecho de haber caído, estaría demasiado bien preparado. Pero, claro, que después pagaría. Y muy caro.

Siete y cincuenta y tres.

Pero, de ser real, no lo entiendo. ¿Por qué yo? ¿Por qué él? ¿Por qué justo nosotros? si es que somos los únicos. Quizás haya más, puede que no seamos los únicos, que haya más personas preocupadas recibiendo esta clase de cajas que no se atreven a abrir la boca por miedo de las amenazas. Me muerdo el labio con fuerza ante ese pensamiento. ¿Podría ser?

Golpean mi puerta y me sobresalto por completo, empujando los cuadernos lejos sin darme cuenta hasta verlos caer de la cama, uno tras otro. El ruido es fuerte y grito un: "No es nada" sólo para evitar que mi madre o mi padre suban a revisar.

Ahí se abre la puerta y una cabellera oscura se asoma.

Arthur.

—¿Puedo pasar? —pregunta.

Asiento y voy al suelo para recoger los cuadernos. Esta vez los dejo ordenados sobre mi escritorio. No estaba haciendo los deberes de todas formas, no puedo concentrarme en ello.

Al terminar y viendo que mi hermano todavía no ha dicho nada, pongo una sonrisa sobre mis labios y me vuelvo hacia él, encontrándome cara a cara con un rostro preocupado y decaído.

—¿Y esa cara tan larga? —pregunto en un intento de animarle por medio de la broma. No lo consigo.

Arthur empuja la puerta, revisa que no haya nadie en el pasillo y la cierra por completo.

Compañeros de delitosWhere stories live. Discover now