El cuervo "Hace cuanto que te conozco?"

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Pasaron 3 días, todo se había tranquilizado a tu alrededor. Sebastian se había encargado de todo lo concerniente a el dinero y las propiedades.

No lograbas encontrar ni siquiera un indició sobre los enemigos que pudiese tener tu familia en Inglaterra, tampoco había nada sobre Barcelona, lo único que habías encontrado eran 3 cartas que tu padre había recibido de un tal duque de Renwik que mencionaban que la elección que había tomado era incorrecta y que seria castigado por traicionar a su patria.

-Todo esta bien señorita?- la voz de Sebastian te regresó a la realidad- algo le molesta?

Los ojos color vino nuevamente se centraban en ti, una mirada curiosa en un rostro apacible y gentil.

Niegas con la cabeza y regresas la vista a las hojas de papel sobre el escritorio. Sebastian sirve el té, recoge la taza que había dejado ahí por la mañana y ni siquiera habías tocado, parece no molestarle en lo más minimo.

-Si no descansa podría enfermar- Continúa mientras deja la taza- la obsesión no es buena tan temprano.

-No puedo pensar en otra cosa, sólo quiero terminar con esto- dejas las cartas y miras los sellos de cera y examinas con la mirada de nuevo.

-Tenía en mente que esta noche se concentraría en otras actividades- El sonido familiar de los broches abriéndose te hace mirarlo de inmediato- dónde prefiere que guarde esto?

El violín que sostiene en su manos es aquel que habías perdido en el río, se veía igual de viejo y empolvado.

- No puede ser...- corres fuera de la silla y lo tomas con cuidado- como es que lo recuperaste?

-Soy un demonio y su mayordomo, que sería de mi si no pudiera hacer algo tan simple?

Soltaste una carcajada, podrías haber comprado otra pieza en cualquier momento, pero ese violín era lo último que te había acompañado hasta el final y ahora estaba en tus manos nuevamente.

Era una parte de ti que pensabas pérdida para siempre, te recargas en el escritorio y contemplas sus marcas e imperfecciones ante la luz del atardecer, una pieza vieja y llena de historias.

-Esta noche, estaremos juntos esta noche- dices y Sebastian te mira casi aterrado, sus ojos tan abiertos se entrecierran al notar que le hablabas al instrumento- será algo especial, ahora sólo somos nosotros.

-Eso podría llegar a ofenderme- protesta Sebastian mientras tú continúas mirando tu instrumento.

Guardas con cuidado el arco en su sitio y cierras el estuche, una ultima mirada a todo lo que ese objeto representaba "Te veré pronto" piensas y sin más te retiras de la oficina.

La bañera estaba lista, la temperatura perfecta y aroma del jabón de lavanda se llevaron la tensión de los últimos días en pocos minutos, tendida dentro del agua el cansancio se hizo presente.

Al terminar secas tu piel y cabello con el lienzo blanco que estaba junto a la bañera, tienes tantos raspones en la piel que  no sabes como es que no los notaste antes.

Examinas en el espejo tu espalda, moretones y unos cuantos rasguños, las piedras del río realmente te habían lastimado.

Tu mirada se enfoca en los ojos de tu reflejo, una estrella a sido dibujada en la pupila derecha "te marcará para siemprehabía dicho él.

Suspiras y terminas de ponerte la ropa que había dejado para ti, un vestido de gala en tonos azules y varios volantes, tan perfecto para la ocasión.

Al abrir la puerta Sebastian te espera y saluda con una ligera inclinación.

~•~

-Luce maravillosa señorita- la curva de sus labios de nuevo esconde una ligera sonrisa que puedes notar gracias al espejo frente a ti- su acompañante de esta noche es afortunado.

-Te agradezco el reunirnos nuevamente, sin ti nada de esto sería posible.- continuas el juego.

Terminas colocando un broche de plata en tu cabello y esta todo listo.

El salón de música esta totalmente adornado con flores de liz blancas, aunque habías dejado esa casa durante 3 años aún podías recordar todo lo que ahí se había celebrado.

Tomaste el viejo violín, el salón vació daba una sensación melancólica, suspiras y encuentras la mirada de tu nuevo mayordomo.

-Hoy no necesito publico- le dices en voz baja- quiero tocar solo para mi.

-Me siento herido- sonríe él.

-Me recuerdas al cuervo que se detenía en mi ventana cuando practicaba a Gilloramo Amati, solo te quedarías allí y fingirías escuchar- Sebastian levanta una ceja, tal vez no tiene idea de que hablas- solo vete.

Lentamente deslizas el arco y la mente te queda en blanco, la melodía se compone sola mientras tocas, la ira, el dolor, la tristeza, la confusión y todo los que no podías dejar de sentir en los últimos días se refleja y escapa en cada nota.

De pronto el sonido inconfundible de una cuerda rompiéndose, cierras los ojos y esperas el golpe en el rostro.

Abres lentamente y puedes ver la mano enguantada que sostiene la cuerda rota, Sebastian con una expresión seria mira la gota de sangre que se desliza por su muñeca y mancha el blanco de la tela.

-Al parecer su acompañante esta totalmente exhausto - Sebastian toma el instrumento y lo deja sobre el piano- haré lo posible para que este listo por la mañana.

-Tu mano...- piensas en voz alta- no importa, lo enviaré a reparar, solo creí que aguantarían un poco más...

-Tres horas de aquella interpretación es un logro admirable- Sebastian sonríe, "tres horas?" piensas incrédula- fue magnífica en todos los sentidos...

-Dejame verla- exiges- dame la mano.

Él extiende la mano herida hasta ti sin mucho entusiasmo, quitas el guante roto con cuidado, la cortada por el latigazo de la cuerda estaba cicatrizando, sin duda desaparecería en unas horas.

-Soy más resistente que los humanos- dice Sebastian sin mirar lo que haces.

Usas ambas manos para sostener su mano herida, la piel tan suave y fría era tan exraña, era la primera vez que tocabas su piel desnuda. Las uñas eran negras y justo detrás de la palma de su mano la misma estrella que relucía en tu ojo derecho se imponía en una marca negra por debajo de su hermosa piel.

-Será mejor que preparé su cena- Sebastian se aleja dejándote las manos vacías- desde que estoy a su lado no a probado bocado más allá del agua.

-Aún no tengo ganas de hacerlo- respondes- lleva agua a mi habitación, esta noche dormire en mi cama.

-Entendido.

Te recuestas en la cama, Sebastian aparece con el agua, la luz de las velas le da un aspecto diferente, mucho mas oscuro y cercano a su verdadera naturaleza.

-Me retiró por hoy- de nuevo la reverencia y su sonrisa maliciosa- y por cierto, señorita, lo que usted tocaba para el cuervo era a Niccoló Amati no a Gilloramo- te incorporas lentamente y él ríe- es bien sabido que la música hermosa es capaz de atraer todo tipo de criaturas.

-Tú? Eras tú?

-Yo sólo soy un simple mayordomo- Sebastian sonríe y cierra la puerta tras de él.

Sabes que seguirlo solo dejaría más dudas que respuestas, por hoy eso sería todo lo que conseguirías de su parte.

"LA VENGANZA DE LAS ROSAS" Sebastian Michaelis y tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora