Despistada

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Sebastian sirve el desayuno en el estudio, describe cada uno de los platos pero ni siquiera pones atención, habían pasado al menos 10 días y la relación con tu mayordomo continuaba en un juego de miradas, sonrisas y frases con más de un sentido.

Por la mañana la respuesta de Irene había llegado y aún no tenias el valor de abrirla ya que por el peso del sobre podías saber que aquella respuesta contenía más de 8 hojas ante algo que habías escrito en sólo una.

Arrojas el periódico en el sofá rojo, la noticia del barco robado que rondaba por los puertos de Londres se había repetido tantas veces que no tenias el mínimo interés de leerla de nuevo.

-Escuche que su amigo George escapó al norte- suelta Sebastian mirándote fijo- creé que la esté evitando?

-Que afortunado; yo también quiero irme de aquí, no soporto el silencio- respondes mirando al vacío.

-Es curioso, antes siempre buscaba un lugar en silencio.

-El silencio que buscaba era distinto- suspiras dándote cuenta de lo estúpida que habías sido- ahora esta vacío, es un silencio frío y aterrador. No lo entenderías.

-Es verdad- Regresas la vista a Sebastian que parecía confundido y un poco contrariado- pero en realidad no entiendo la mayoría de sus emociones.

No puedes evitar reír mientras observas su expresión, era lo único que podías hacer para aliviar la tensión que habías creado sin querer.

-Eres demasiado bueno, a veces olvido lo que eres en realidad- tomas la taza de té pero antes de poder levantarla Sebastian te detiene colocando su mano sobre la tuya, parpadeas  confundida, de pronto toma tu mentón obligándote a mirarlo.

-Usted me hace traicionar mi propia naturaleza y ego- la manera seria en la que te miraba te hacia dudar sobre lo que pensaba- lo peor es que no me molesta, incluso disfruto cada momento...

"no lo hagas!" gopeaba en tu cabeza cuando él se acercaba ladeando un poco el rostro, pero aquello se escapaba de tu control por completo, nunca podrías rechazarlo y en realidad no querías hacerlo.

-Digalo- susurra él a unos centímetros de tu boca- si lo dice ahora podremos continuar.
-No...- sale de tu boca mientras tus labios tiemblan al sentir su aliento.

-Como pensaba- Sebastian mira en dirección a la puerta del estudio soltando un suspiro con claro desagrado- realmente comienzo a odiar su mundo.

El golpe en la puerta llama tu atención de inmediato, Sebastian le ordena pasar ante tu silencio, Annie llama a tu mayordomo para salir de la sala.

"Carajo" piensas al recargar la frente en el escritorio, levantas la vista hacia el sobre repleto, tal vez el escrito de Irene te subiría los ánimos

"Amada hermana..." Comienzas a leer la primera pagina de lo que había escrito tu amiga de la infancia, después de vanagloriarse por saber  lo que pasaría, la segunda pagina regresaba al tema principal "estoy segura de que él mantiene un sentimiento  igual de maravilloso ¿Pero  estas segura de querer involucrarte con alguien de servicio?"  ríes un poco, eso no importaba, ya de por si todas las historias que existían sobre ti Sebastian siempre aparecía como tu amante "me parece que tu suerte con los hombres a comenzado a cambiar, el día que recibí tu carta, ¡El chico gitano regresó a la hacienda preguntando por ti! Dos hombres guapos peleando por tus favores ¡Eres tan afortunada!" de pronto el recuerdo de los ojos esmeralda te hace sentir una gran culpa regresas la vista a la nota sin mucho entusiasmo "Lamentablemente será difícil que llegue a ti ya que apenas le dije que estabas en Londres, salió disparado en tu búsqueda, no escuchó la dirección, creo que tampoco sabe tu nombre completo, me pregunto cómo planea encontrarte... Parecía uno de esos galantes caballeros que salvan a princesas de monstruos terribles o al menos así se me figuró cuando le vi partir..."  sueltas un suspiro si la madre de Gideon le había revelado lo que habías hecho, seguramente el intentaría algo para evitar que se cumpliera el contrato, lo último que faltaba ahora era eso.

"LA VENGANZA DE LAS ROSAS" Sebastian Michaelis y tú.Where stories live. Discover now