06: TaeHyung sólo tenía dos ojos y cuatro manos.

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¿Alguna vez te sentiste tan sofocado con tu manera de ver el mundo que te enviaste tú mismo al barco que daba a las profundidades de los dilemas, los malos augurios, la intoxicación física y la recreación dolorosa? Yo creo saber por cuál pasaba TaeHyung y sería crucial decir que el chico jamás tuvo a alguien a quien contarle sus problemas, mientras que yo tenía a dos padres, que aun sin ser perfectos alcanzaron la razón y las distintas opiniones basándose en un psicólogo y un psiquiatra con papeles que confirmarían su interés y experiencia en el asunto de la depresión.

Mi depresión comenzó a los trece años, luego de ser pisoteado por la agresión en grados inferiores, pero que causaron traumas con respecto a mi cuerpo en todo lo que llevaba de adolescencia. Y a veces, volvía.

Siempre observé a mis compañeros porque me hacía regocijar saber que ellos me querían o por lo menos me hablaban. Era una persona de la manera más fascinante en la socialización. Era una especie de mariposa social que se hablaría con todos, hasta profesores gruñones y algunos carialegres falsos.

Amaba ser amado.

Pero jamás lo había sido.

Quizá mi mente desarrolló una protección contra el rechazo e intenté hacerme creer que el mundo estaría a la par conmigo, ellos me atesorarían, valorarían cada céntimo que daría para que ellos sonriesen. El problema fue su actitud, ellos no intentaban hacerme sonreír a mí. De hecho, se podría decir que me usaron por ser un tonto manipulable.

Incluso siendo su muñeco con cabellos empapados en desgracia y las piernas duras por el miedo, no quise notarlo.

Cuando mis problemas comenzaron, ellos se alejaron. Creí que eran mis amigos. Creí que me verían como un amigo que necesitaba ayuda y no sabía pedirla, entonces se la darían. Pero cada uno de ellos fueron carnívoros egocéntricos y pancistas aprovechándose de mi salud como un recurso para su bienestar.

Me había roto de a poco. Y me costaba confiar en la gente.

Por eso el día que TaeHyung me escribió, conociendo lo que me mostraba, no lo que era, creí que era una mentira como todo lo que salía de sus peligrosos labios. Él podría causar un fragor en un estadio y hacer que todos los deportistas se fuesen por donde vinieron, sólo para llamar su atención y acapararla.

TaeHyung me había contado de sus técnicas, poco a poco, para sobrellevar el rechazo y el fingir descarado. Básicamente, hacer que el hueco de su corazón se agrandase tanto que ya no hubiese un hola, sino comenzar todas sus oraciones con algún adiós o hasta nunca.

Él sabía que mi manera de pensar no cambiaría sólo diciéndola, y menos con sus actitudes en público; él no era precisamente un ejemplo a seguir. Aún así, sus pies seguían estando parados, aunque distantes y feroces, al acecho, y si bien se disfrazaba de lobo siendo oveja, su cola respingona y suave se notaba debajo del disfraz.

Él no rugía, él esperaba el momento exacto para atacar sin hacerlo. Él enseñaba a ser un luchador sin pertenecer en la lucha. Convencer a su cerebro que nadie lo lastimaría porque él no pensaba con el corazón, sino con sus neuronas desarrolladas.

Si él fingía, no significaba que fuera menos inteligente que el resto. De hecho, noté que él lo hacía para estudiar a las personas y si llegaba a ser adulto, aprender de sus errores y buscarse el primer psicólogo a mano, el cual no le importaría pagar con su cuerpo si le ayudaba; abandonar su pasado. Porque cuando el pasado te persigue, lo que sueles hacer es alcanzarlo, mas ahí es el momento en el que te vuelves el corredor más veloz de toda la pista de tu vida. No seguir al pasado, no llegar a él, planificar el futuro y vivir el presente.

El día que sepas vivir el presente, el pasado quedará tan atrás que hasta sus sombras se dispersarán por otro sitio. Ellos no te seguirán, serás libre y ahí es cuando te vuelves alguien fuerte emocionalmente. En vez de reclamar atención ajena, sabrás que es mejor declarar respeto por tus ideales y sueños, y aceptar la negatividad como aceptarías lo bueno. Ahora bien, aceptación no es sinónimo de rendición, sino de asunción.

Me dijo. Como bien podría decirme cualquier adulto, pero no lo hacía. Él lo entendía, entendía cómo funcionaba el mundo, mas le dificultaba emplearlo.

Y yo siempre quise ser esa compañía. Desde pequeños hasta la etapa de la crueldad y las realidades, no de las mayores responsabilidades.

Pero él parecía comunicarse en otro idioma para los demás.

Entendí que ser como los otros era no ser nadie, por lo que cambiando mi manera de maltratarme, buscaba dejar de declarar guerra a mis sentimientos y ser la persona de la fortaleza sublime.

Sus pecas me acompañaron.

El día que creí nada sería igual, él me sonrió con sus pecas. Me dijo la infinitud de cosas que me haría y yo le vendí mi cuerpo, yo se lo regalé a cambio de que fuese lo que siempre quise que fuera. Y él me lo dio de vuelta, diciéndome "vamos a cambiarlo juntos. No me vendas lo que te da vida, ya que al venderme tu cuerpo, me vendes una parte de ti. ¿Cómo podrás caminar? ¿Qué harás cuando quieras abrazar? ¡Abrazar es una sensación hermosa! No te quites la posibilidad de sentir brazos conocidos en tu piel y el aroma en tu ropa cada vez que alguien quiera cariño, cada vez que tú quieras cariño. Quédate tu cuerpo y a cambio, yo te daré el mío; lo adorarás como frases motivacionales, lo harás lucir lindo sin ponerle nada, sólo tus palabras contra la piel llorosa que te pide y anhela la brusquedad de amar con el cariño de una pluma y la fuerza de un elefante."

Entonces le dije, "lo único que podría cambiarme sería un beso de tus mejillas".

Y me dijo: "te las venderé a un precio razonable si haces que logre amarlas tanto como tú lo haces."

TaeHyung sólo tenía dos ojos y cuatro manos; las suyas y las mías.

Rocíame Tus Pecas | KookV ©Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα