Capítulo VII

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El imperio de Evans Voulgaris continuaba de manera estable, después de la guerra tiempos de prosperidad llegaron a los demás países que le pertenecían, los años pasaban en silencio pero el miedo jamás abandonó al rey Admes ni a la reina Agatha especialmente desde que el príncipe primero había mostrado interés por su hija.

-Han pasado ya cinco años, Admes... ¿Por qué él sigue ahí? –Pregunta Agatha observa el entrenamiento de su hija con el príncipe Taehyung, quién sin duda alguna los años fueron puliendo su jovial rostro a uno más maduro y mucho más atractivo.

-Está intrigado Agatha –Él ignora la preocupación en la voz de su esposa y su propia preocupación – Desde que nuestro hijo presencio a un demonio y ni siquiera se inmuto por ello, Taehyung está interesado en él, quiere convertirlo en algo y no tengo idea de que es.

-¡¿Por qué no lo detienes? –Le cuestionó ella de inmediato –Mi hija no es un príncipe, es una princesa...sus manos que antes eran suaves ahora están llenas de ampollas por la madera y el hierro, llega con raspones, apesta y en muchas ocasiones ni siquiera descansa, el príncipe la manda a leer demasiados libros de caballeros e historias antiguas ¡Ella no es uno de tus caballeros! ¡Es tu hija! –Admes la observa en silencio, puede sentir el miedo en su mujer pero no quiere ceder.

-¿Ella acaso se ha quejado de eso? –La frialdad en su voz lo asombran tanto como a su esposa.

-¿Cómo...cómo podría? Ni siquiera le preguntas como se encuentra, llegas de tus entrenamientos y te encierras aquí, como si quisieras escapar de nuestra realidad, hace años que dejaste de mirarla...que dejaste de ser su padre para ser su rey.

Avyanna cae al pasto por quinta vez, ha llegado a la edad de diez años y durante los cinco años que ha entrenado con el príncipe heredero, su maestro, nunca ha podido vencerlo. Espera a que su respiración se regule.

-Levantate Aarón, no has logrado tu propósito y yo pronto obtendré la bendición de su majestad para ser el primer caballero dorado del imperio –Avyanna frunce el ceño ante la imagen de Taehyung, siempre fue así, simple y pacífico incluso cuando entrenaban, siempre lo hacía con calma.

-Apesta que te vayas, hermano –Aun no comprendía como Taehyung Voulgaris dejaba que ella lo llamará así pero la primera vez que lo hizo logró arrancarle una sonrisa espectacular al príncipe, así que nunca jamás dejó de hacerlo.

-Apestas con la espada, una mujer lo haría mejor que tú, principito –Bueno, idiota, soy una mujer. Dah. Pienso y le causa gracia.

-Y tú eres menos expresivo que una roca –Su lógica comenzaba a acabarse, Taehyung rueda los ojos –No hagas eso hermano, luces lindo –El príncipe desvía la mirada –Pero menos lindo que yo –Le sonríe.

Taehyung lo observa en silencio, era verdad. Aarón era lindo. Había conocido a diversos príncipes y princesas que eran encantadores en aspecto pero Aarón era diferente. Su sonrisa iluminaba todo a su alrededor, había una paz en ese par de ojos grises muy escondida entre tanto remolino de tristezas, era sabio, cuando hablaba, lo hacía con gracia y cuidando sus expresiones, su inocencia se mantenía, Taehyung jamás dejó que la perdiera, era lo que más le gustaba de su pequeño discípulo. Taehyung nunca pensó aguantar tanto tiempo a alguien pero Aarón logró ocupar parte de su tiempo y de sus pensamientos, alegrando sus días de miseria a lado de su familia.

-Hermano ¿No crees que soy lindo? –El gran par de ojos grises lo mira fijamente.

-Luces como un espantapájaros –Lo empuja con suavidad –Mejor hay que seguir entrenando, vamos.

A regañadientes Avyanna se puso de pie y continuaron con el manejo de espadas. Ella no tenía como sueño o meta ser un caballero pero si eso volvía feliz a su padre, quién ahora parecía bien con la idea de ella siendo un niño en lugar de una niña, no iba a declinar. Además, había aprendido a querer al príncipe primero, quién a sus diecisiete años era considerado un demonio andante, no era más que un alma penando por las pérdidas de la vida, la justicia jamás llegó a él, por eso es cruel con el mundo pero especialmente con su padre, Evans.

-¿Dónde está tu hermano mayor, Leo? –Leo continua cepillando a su caballo, su padre por otro lado, está sentado tomando té, Jungkook lee un libro, como de costumbre.

-Entrenamiento en casa de Arques, padre –Evans frunce el ceño, jamás había visto a su hijo mayor interesado en nadie que no fuera su madre, el entrenamiento le servía mucho pero muy pocas veces le importaba como debería.

-¿Desde cuándo Taehyung entrena con tanta devoción?

-Desde que lo hace con el hijo de Admes –Leo se detiene un poco para recordar el nombre –Aarón, se llama...creo.

Jungkook deja de prestar atención a su libro, su majestad lo observa con un poco de diversión, su hijo menor siempre ha anhelado la atención de su hermano mayor y éste, se lo ha negado rotundamente, ha de ser una puñalada para él saber que ahora le presta atención a otro príncipe.

-Ah sí, recuerdo que me pidió permiso para eso...bueno, Aarón después de todo es un príncipe encantador.

-¡Dicen que es el príncipe más bello de todos! –Ríe Leo –Un príncipe no debe ser bello, padre, debe ser fuerte y tenaz pero bueno, yo contengo cada uno de esos dotes -Alardea.

-La belleza es importante también Leonardo –Lo corrige obteniendo la atención de sus dos hijos –Las mujeres caen por ella más que por el dinero, son tan tontas...además de eso, Aarón heredó la gran habilidad con la espada de su padre y la belleza de su madre, sin quitar que fue nombrado por las tres brujas como uno de los genios de nuestro imperio.

Jungkook sostiene con mayor fuerza el libro en sus manos, sintió la mirada de su padre sobre él pero carecía de importancia, a diferencias de sus otros hermanos, a Jungkook jamás le fue negado algo por parte de su padre, desconocía las razones pero su padre fue tolerante y pacifico con él, Leo no era el mejor hermano del mundo pero le prestaba atención de vez en cuando y solía pasar tiempo con él, sin embargo, el primer príncipe era diferente, como una tormenta de frío, como un iceberg frente a él.

-¿Jungkook? –Levanta la cabeza para toparse con el par de ojos oscuros de su padre, ambos se miran fijamente -¿Has estado obteniendo buenas notas en la academia? –Jungkook luce sorprendido por el repentino interés de su padre -¿Sabías...que Aarón de Arques entrará este año a la academia? Al parecer logro ocupar el puesto número uno entre los nuevos ingresados ¿Sigues siendo tan bueno en los estudios? –La seriedad toma su rostro –Porque si no, lo único que te vuelve útil para el imperio...ya no existirá.

Por primera vez desde que nació sintió el terror que sus otros hermanos sentían por su padre, sus ojos reflejaban una sed inmensa de sangre y sus palabras no eran más que amenazas, que sin duda volvería realidad.

Tenía que ser mejor, tenía que dar más de lo que ya daba, había dado por sentado su título de genio del imperio solo porque el oráculo lo había mencionado pero el destino es incierto, si crecía sin aprender nada de sus dos hermanos, terminaría decapitado por su padre o peor aún, no dudaría que Taehyung lo mandará a asesinar al ver que no era digno de ser llamado genio cuando tomará el título de emperador.

Y para aquello no faltaba mucho.

AvyannaWhere stories live. Discover now