Capítulo III

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Cinco años han pasado ya, la pequeña Avyanna ha crecido y con ella, el amor de sus padres aumenta conforme los días transcurren sin embargo, el miedo sigue asechándoles, pues al contemplar la belleza que adorna las facciones infantiles de su pequeña niña no pueden dejar de pensar en el futuro nada prometedor para el reino; Peodonia siempre fue considerado por el emperador uno de los reinos más poderosos que él mantiene en su poder, independientemente del rey que controlaba todo, Peodonia siempre fue rico en minerales y abundancia de cultivos, exportaba a varios otros reinos y gracias a esto, el imperio de los Voulgaris mantiene muchos aliados.

-Agatha ¿Crees que debamos atrasar la visita al castillo del emperador? A Aarón no le importa en lo abso-

-Avyanna. –Lo corrige sin mirarle directamente, pues mantiene sus ojos en el papel arrugado, tercera invitación del emperador desde que Avyanna cumplió sus seis años de edad ha llegado, demostraba una vez más que Evans no volvería a solicitar su presencia, por muy amigos que fueran, Evans nunca era lo suficientemente cercano a alguien como para no asesinarlo. –Y atrasarlo acabaría con la poca paciencia que tiene Voulgaris.

-Considero que no es tiempo, puedo apelar por ella, diré que ha caído enferma y...no sé, algo que se me ocurra para ganar más tiempo –Argumenta con velocidad, los nervios lo atormentan cada minuto.

-No Admes, todos los hijos de reyes del imperio se presentan frente al emperador al cumplir los seis años, es más para contar todos aquellos niños que al cumplir la mayoría de edad se enfrentaran a las guerras y demás atrocidades bajo el nombre de su emperador. Solo...tenemos que llevarlo a él, presentarlo e irnos, dos horas serán suficientes.

-Pero Agatha-

-Papá.

Ambos dirigen sus miradas a la puerta entre abierta, una pequeña dulzura obtiene su atención. Avyanna a pesar de tener el cabello corto, de un color avellana que a simple vista había heredado de su padre y el par de ojos grisáceos que se asemejaban a un cielo nublado, dando indicios a una tormenta de lluvias y de tener una gran altura que la hacía sobresalir entre las otras niñas de su edad, mantenía las facciones de un ángel.

-Avyanna –Habla con dulzura su madre, la única que la llama así es ella, su padre muchas veces lo había intentado pero su nombre quedaba en un susurro olvidado –¿Cariño te hemos despertado? –Ella niega con la cabeza, el simple gesto causa una sonrisa en su madre.

-He tenido una pesadilla, mamá –Se acerca a ambos, aun cuando el gran escritorio separa a sus padres, Avyanna sentía que eso no era lo único que los mantenía alejados –Soñé con Richard –Y ante el recuerdo sus pasos se vuelven lentos y débiles –Su cuerpo arrogado en el lago, y el color del agua se teñía de rojo, conforme el lago se llenaba, los ojos de Richard se vaciaban –Se detiene frente a su madre, pues el gesto en su rostro no es para nada reconfortante -¿Aún no regresa de su viaje? Quiero verlo mamá, le dibuje un conejo, a Richard le gustan mis dibujos y también los conejos.

Antes de que Agatha la tome en sus brazos, Admes se acerca a ella y le propina un agradable abrazo que poco después se vuelve tenso y frío, igual que siempre, ahí estaba el rey Admes.

-Un niño nunca llora, Aarón.

La firmeza de su nombre le causo escalofrío, nunca se acostumbró a su nombre ficticio, mucho menos a la frialdad.

Gracias a que desde muy pequeña se interesó en la lectura, supo de inmediato que no era varón, y en su cuarto cumpleaños recorrió los pasillos que separan su habitación con la de sus padres, entró dando brincos de alegrías y por primera vez en mucho tiempo, sus ojos brillaron como la primera vez, entonces se arrepintió cuando dijo:

-Quiero un vestido, mamá, el que has hecho para mí.

Desde entonces sus padres han cambiado, Agatha hace todo lo posible para mantener su feminidad pero Admes se niega a que demuestre debilidad, como lo hace llamar. Avyanna nunca preguntó porque su nombre es Aarón frente a todos, porque viste como un niño, porque toma lecciones de espada, defensa, clases de política avanzada, lenguaje griego, romano, latín, entre otros, porque es llamado príncipe y no princesa, nunca se cuestionó cuando un niño la golpeaba, siempre se mordía la lengua y se levantaba con la cara en alto y los puños al frente, jamás dudo cuando le tocaba luchar con un niño más alto y grande que ella, tampoco le contaba a sus padres las veces que deseaba ir a una fiesta de té, usar el par de aretes que su madre tenía escondido a un lado, o los vestidos que lucían las demás princesas del palacio, ni mucho menos porque ellas podían juntarse a preparar algunos desayunos para sus padres y ella en cambio, cada que tocaba algún instrumento de la cocina se armaba un caos.

-Admes –El nombre salió como un gruñido de los labios de su madre. Temerosa por una pelea más, se alejó de su padre con firmeza, dejando al aire ambos brazos.

-Y los hombres no lastiman a las mujeres, papá. –Sus ojos abandonan el rostro sorpresivo de su padre y le sonríe con dulzura a su madre, incluso cuando el dolor cruza por su rostro –Me iré a dormir, mañana será un gran día.

Ambos volvieron a la oscuridad que alojaba no solo su cuerpo, sino sus almas.

-Debes dejar de llamarla Avyanna, Agatha, no le haces bien –Ante tremenda afirmación, su mujer se ríe.

-¿Te parece que ser mujer es cuestión de debilidad? –La dureza de su voz quebranta el alma de Admes –No te fías de una mujer eh, pues mira bien Admes, he sido la más fuerte de los dos aquí, tú en la guerra luchando por tu país y yo aquí, luchando contra mar y tierra por no ir tras de ti, ante el hambre de tu pueblo, la sed de varios que han intentado asesinarnos, a mí y a tu hija.

-No dije eso, dije que...no es más una chica, no por ahora.

-Le podemos cambiar el nombre, cortarle el cabello, vestirla como un príncipe de alta clase, adiestrarle a ser un espadachín de honor del imperio, pero eso no le quita el hecho de que sea mujer.

Admes golpea con fuerza el escritorio frente a él, sus ojos enfurecidos miran a su esposa, quién no se retira, ni la vista ni las palabras.

-¿Por qué te empeñas en llevarnos la contraria? Sabes que darle a conocer al mundo que es una princesa hará que la perdamos, sabes lo que significa ser una mujer en este mundo, todas ellas son... -Las palabras se esfuman.

-Objetos vendidos. Somos las segundas y eso si sabemos utilizar lo poco que nos enseñan, somos las personas que se usan como objetos para unir naciones, servimos para servir a nuestro esposo, amarlo, esperarlo y quererle con todo y sus defectos, darle un heredero, si no lo hace...es desechada, porque no sirve ¿No es así?

-Sabes que yo no pienso-

-Avyanna es diferente, es una mujer Admes, y mujer no significa débil, significa fuerza, tenlo en mente siempre.


AvyannaWhere stories live. Discover now