capítulo ocho

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                                         EVAN

Mis pasos resuenan al bajar las numerosas escolares de caracol hacia la planta baja.
Al pisar el último escalón diferenció el aroma en el aire, por lo cual me dirijo hacia la sala principal, al cruzar el umbral vislumbro a Noha sentado en un sillón individual que se encuentra a la par de la antigua chimenea que se encuentra prendida debido al frío exterior.

—¿Que vas hacer con ella?—suelta.

—No se de que hablas—respondo con el vano intento de despistarlo.

—Sabes a lo que me refiero—gruñe—. Lleva ahí muchas horas despierta y sus ruidos no cesan.

»Lo sé

Mi amigo tiene razón, hace como cuatro horas que pude escuchar como se levanto sobresaltada de la cama, a la vez que desde ese minuto no ha parado de gritar para que la saquen del lugar.

Varios empleados me han preguntado sobre el tema y sobre si había que sacarla a lo que reprendí, dejándola en la oscuridad sola desde ese tiempo.

—Y su amiga es otra, sus voces ya se quedaron grabadas en mi mente—informa.

»También lo sé

Después de que mi amigo decidiera al fin realizar la labor de traer a mi mate, al entrar a la casa resulta que ella no estaba sola sino que traía compañía, por lo cual el rubio se confundió desmayando a su amiga a lo que yo tuve que intervenir entrando a la cabaña para secuestrar a la humana y como no sabía que hacer con la morena, él decidió traerla aquí, a lo que me negué de inmediato, pero después de unas cuantas súplicas y ojos de perro, acepté.

Por lo que ahora no tenemos a una gritando y suplicando sino a dos de ellas, dos humanas.

—De tanto escucharlas, creo que me acostumbre—digo de forma indiferente a los sonidos provenientes del sótano.

Me encamino al sofá al frente de la chimenea y tomo asiento posando el brazo por encima del respaldar estirando mis pies hacia delante.

—¿No piensas sacarlas de ahí?—curiosea el rubio.

—Por un tiempo, no—respondo francamente.

Él se levanta de su asiento cruzando sus brazos en jarra encima de su pecho aparentemente enojado.

—¿No pensarás que vivan en el sótano?—su voz sale exaltada por el enojo.

—Tal vez—digo tranquilo e insignificante.

Su cara se contrae y visualizo una vena en su cuello que parece que va a explotar.

—Oh no señor—riñe—. Ante mi cadaver—Al salir las últimas palabras de su boca se encamina fuera de la sala, me alarmo.

—¿Qué crees qué haces?—demando a la vez que me levanto del sofá para seguirlo.

Sus grandes pasos resuenan por la escalera que da al sótano, gruño, pasando una mano por mi negro cabello revolviéndolo para seguirlo.

—Noha—le llamó al llegar a las escaleras para dignarme a bajarlas con rapidez.

—No permitiré que trates a la Media así, más aún que es tu mate—informa, su voz retumbando haciendo eco.

La mate del AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora