Capítulo 29 - Parque de atracciones

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Danielle: "Acabamos de aparcar, ¿quedamos en la entrada en 5 minutos?"

Danielle: "Os esperamos frente al cartel de: "tickets""

Me ato la chaqueta y desbloqueo las puertas, mis hermanos son más rápidos que yo. Para cuando cierro el coche, ellos ya están zigzagueando entre los coches, Tim con un grito de guerra y Arthur tratando de seguirle el ritmo mientras van hacia quién sabe dónde.

—¡Chicos! ¡La entrada está hacia el otro lado! —grito.

Ellos paran, se giran, me miran, lo entienden y vuelven a correr, en la otra dirección esta vez. Eso me da tiempo a no perderles de vista en lo que les sigo, más tranquila, hacia la entrada. Ellos están revoloteando por la zona de los pases, moviéndose entre una fila donde ya hay bastantes personas y sin importarles meterse entre ellos.

—Joder —murmuro.

¿En qué momento se me ha ocurrido aceptar esto?

Piso la entrada y mis hermanos aparecen frente a mí al momento.

—¡Los pases, los pases! —grita Tim.

—¿Podemos entrar ya? Quiero entrar ya —secunda Arthur.

—¡Las entradas! —Tim alarga la sílaba final amenazando con dejarme sorda a mí y a todas esas personas que ahora se están girando hacia nosotros. No, si a este paso nos echarán por alteración del orden antes de poner un sólo pie en el parque.

Tomo una profunda bocanada de aire, lista para la reprimenda que les voy a echar, cuando escucho a Jayden hablar detrás de mí.

—¿Estáis listos para el día de hoy? —pregunta hacia mis hermanos.

Tim, como de costumbre, se ilumina como un árbol de navidad cuando le ve.

Después sus ojos pronto vuelan a Lily y se vuelve más torpe.

Jayden choca los puños con mis hermanos antes de volver a darle la mano a su hermana pequeña.

—¿Entramos ya? —me pregunta.

Por mucho miedo que me dé darles responsabilidad a mis hermanos, les doy sus entradas. Se las doy y ruego mentalmente que no las rompan, pierdan o, no sé, regalen por alguna tontería que se les ha ocurrido. Ellos corren a la fila y, esta vez, Tim consigue llevarse a Lily consigo. Jayden lo ve y saca una entrada de su bolsillo, la revisa para comprobar que sea la de niños y se la da.

—¿Qué me dices, deberíamos quedarnos en la distancia como carabinas? —me pregunta Jayden cuando ya estamos solos.

Ni siquiera me esfuerzo en responder esa tontería. Me pongo en la fila, justo detrás de mis hermanos con los nervios creciendo en mi interior. Están revolucionados, tengo miedo de que pestañee y ellos se hayan ido corriendo a una atracción que les guste. Mierda. Esto ha sido una mala idea. Una muy mala idea. ¿Por qué estoy haciendo esto?

—No va a pasarles nada.

Jayden se ha inclinado hacia mi lado, supongo que, como yo, sigue tratando de proteger a su hermana del miedo que él siente, del problema en el que ella, sin saberlo está metida. Sé que mi ansiedad al respecto no ayuda, que no puedo tenerles encerrados por mucho que me gustaría, pero en ese aspecto no creo que Jayden pueda entenderme. Lily es tranquila, ella es más llevadera. Mis hermanos, en cambio.

—¡Me toca entrar! —Tim grita, aferrándose a la barra que le separa del parque mientras revisan su entrada.

Soy yo quien tiene que pedirle disculpas a la mujer que ahora no parece tan segura de querer dejar pasar a mi hermano y soy yo también, quien se apresura detrás de él, entrada en mano. Agarro a mi hermano del brazo antes de que pueda salir corriendo y, cuando el resto está cerca, le obligo a quedarse cerca mientras busco un sitio en el que poder hablar sin que la gente se meta de por medio.

Compañeros de delitosWhere stories live. Discover now