CAPÍTULO DIEZ

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  Desde hacía días la mente del mayor estaba ajetreada con extrañas ideas. Se sentía raro consigo mismo. Los sueños de cada noche giraban en torno a un mismo pensamiento y durante el día se sorprendía pensando en lo que le gustaría que aquellos sueños hubiesen sido reales.

  La tarde del sábado era la única en la que podía relajarse en casa. Su hermano solía salir con Musume o ahora lo haría con Toru. Pero por alguna extraña razón esa tarde no fue así.

  El menor tenía el móvil entre las manos sin parar de mandar mensajes recibiendo enseguida contestación. La cobertura en la parte alta de la casa siempre había sido mala así que no tardó en perderla. Comenzó a mover el teléfono para todos los lados sin éxito. El mayor vio como su hermano hacía un patético intento por encontrarla subiéndose al sofá. El bufido de éste indicaba que tampoco funcionaba.

  Taka alzó una ceja sin poder creerse lo que veía. No iba a negarlo, era divertido. Aún así se levantó para no reírse delante de él. Pasó entre el sofá y la mesa justo en el momento en que su hermano apoyó el pie en ésta buscando otros ángulos chocando con su rodilla.

  Hiro se desestabilizò yendo el peso de su cuerpo hacia atrás. Taka observándolo le agarró con fuerza, tanta que cayó de espaldas al suelo con Hiro semi tumbado sobre él. La cara del menor no tardó en ponerse colorada al estar tan próximo al rostro del mayor. Estaba sentado a horcajadas sobre Taka, con su pecho encima del contrario y sus caras cercanas.

- Oh, yo... No... Oh... - Tartamudeò el menor.
 
  Con las manos en el suelo hizo por incorporarse, pero Taka le agarró por detrás de los codos, impidiéndoselo.

- Esta será la única oportunidad que tienes para besarme.
 
- ¿Qué? - Su voz apenas salió.

- Si quieres besarme es ahora, solo podrás ahora.

Hiro no sabía que pensar. De nuevo trató de levantarse pero la fuerza de las manos de su hermano era indomable.

  - Si no fuese yo, no fuese tu hermano. Solo fuese el chico que te gusta ¿me besarias?
 
- Supongo que sí.

  - Entonces hazlo, solo te daré esta oportunidad.

  El menor se quedó un segundo pensando sin creérselo. Sus miradas estaban conectadas, la de su hermano no vacilaba, no pestañeaba. Se acercó pero en el último momento se detuvo. El mayor se sintió decepcionado al notar como el calor del contrario se desvanecia de su pecho pero llegó el roce, pillándole desprevenido, haciendo que se mantuviera quieto ante la leve presión de los labios de Hiro. Enseguida, el menor, se apartó sintiendo su rechazo. Taka le retiró con cuidado de encima de él.
 
- Es lo que me temía - Dijo al tiempo que se ponía en pie.
  
   Taka corrió a su habitación con el corazón palpitando veloz. Se sentó en la cama intentado calmar su respiración. Imaginó a Hiro sentado en el suelo del salón con la tristeza pintada en su cara por su reacción. Se levantó con rapidez en dirección a la puerta notando como su estómago se encogía, pero lo único que pudo hacer fue dar un golpe sobre la madera de la puerta.
 
  El golpe resonó por todo el piso. Hiro se sobresaltó reaccionando por fin. Pensó en el asco que debía sentir su hermano ¿pero por qué les había puesto a ambos en esa situación? Sus labios aún tenían el hormigueo de ese acercamiento. Los frotó con brusquedad y frustración mientras un nudo se creaba en su garganta. Se puso en pie y corriendo bajó las escaleras.

  El mayor escuchó los pasos de su hermano. Cada uno de ellos marcaba el malestar de los dos. Tuvo miedo de que no quisiera volver a vivir allí o de que no quisiera volver a verle. Sólo había un lugar a donde podía ir, con Toru. Se golpeó la frente con el puño. Él mismo le arrojaba a sus brazos una vez más.

  - Tal vez sea lo mejor. No puedo pensar así.

  Hiro no fue a buscar a Toru ni a nadie. Recorría las calles, pensativo alejando el instante de volver a casa. Esa escena se repetía una y mil veces en su cabeza. Ya no podría mirarle a la cara, era como darle la certeza de que seguía completamente enamorado de él. Sus latidos se aceleraron con solo el roce de los dedos del mayor en sus brazos, aquellos que sólo tocaban la tela de su ropa ¿qué haría cuando esos mismos dedos tocaran su piel aún siendo por accidente? Estaba cansado de evitar ese tipo de situaciones que para su hermano no significaban nada y que para él era la explosión de sus sentimientos contenidos. A partir de ahora, se prometió, sólo tendría ojos para Toru. Todas sus palabras serían por y para él hasta dejarle claro a su hermano que estaba consiguiendo sacarle de sus pensamientos y borrar el amor tan increíblemente enorme que albergaba dentro de su corazón.

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