Infinitamente Capítulo 23

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Elisa

   Cuando me dijo que estaba en un hospital me preocupe demasiado, por esa razón me apresure a llegar a verla, la encontré sentada en la camilla del hospital con rostro preocupado y al mismo tiempo trataba de parecer serena, llegue a su lado y le bese la frente, me contó lo sucedido y la abrase, descubrí que tenía miedo a que la dejase y también yo lo tenía pero al verla así hizo que mi corazón no dudará en que quería estar con ella, mi alma se quebró al ver su esperanza a punto de perderse, su amor era tan grande hacia mi que prefería dejarme libre a que yo estuviera atada a su difícil vida, la cual me parecía ya no fuera ser así porque yo estaba en su vida para hacerle vivir su día a día lo más feliz que pudiera.

   Cuando le pedí que me mirará a los ojos descubrí que había visto algo más en mi que la verdad y que no se atrevió a decírmelo, vi algo en su mirada que no pude descifrar pero si pude leer en aquellos ojos de miel que me amaba infinitamente, la abracé por última vez antes de salir de la habitación para pagar, yo le tome del brazo hasta que llegamos al auto y  enseguida me puse en marcha para llegar a casa, el trayecto fue en silencio ella se miraba pálida y sin ánimo de nada, lo entendía luego de lo que le había sucedido era normal. Una vez en casa la lleve a nuestro cuarto y la deje descansando mientras yo bajaba para pedir que le hicieran algo de comer y le contaba a mis padres lo que había ocurrido con Andrea esa tarde y al igual que yo se preocuparon por ella y subieron a verla.

   Andrea se avergonzó un poco de ver a mis padres allí mientras ella estaba recostada y se disculpo por las molestias que estaba causando, mis padres rápidamente se apresuraron a decir que ella no estaba causando nada de eso, que ella ya formaba parte de la familia y no era ninguna molestia. Más tarde Andrea y yo bajamos a cenar con mis padres, la mantuve siempre tomada del brazo hasta que tomamos asiento en la mesa, se mostraba un tanto más motivada pero su rostro mostraba aún cansancio y al día siguiente me sorprendió cuando la vi terminando de arreglarse para ir a su curso.

-¿Vas a ir? – le pregunté asombrada.

-Si – dijo sonriéndome.

-¿Te sientes bien?

- No me siento ni mal, ni bien, ya me he sentido así antes, incluso peor y aún así debía de andar porque nadie estaba para mi, nadie. Pero ahora estás tú – dijo dándome un beso en los labios – si comienzo a sentirme mal te llamo.

-¿Me lo prometes?

- Te lo prometo, ayer no quise molestarte, estabas trabajando y no me pareció correcto.

- Lo correcto es que me hubieras llamado.

-Lo sé, Perdóname.

VeranoWhere stories live. Discover now