Compañera, amiga, esposa y amante Capítulo 24

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Andrea

   La semana en casa de los padres con Elisa se me fue rápida y la verdad me sentí a gustó, como en familia, como hacía muchos años no lo sentía, aún así yo extrañaba mi soledad en ocasiones, aunque la verdad mis suegros se mantenían a cierta distancia, en pocas palabras nos daban espacio y nosotras a ellos.

   Utilizar insulina me llevo a auto-inyectarme a diario, los primeros días me enseñó y lo hizo Elisa por mi, para después tener que hacerlo yo misma cada mañana antes de desayunar, me la podía poner en el ombligo o en mi pierna pero yo prefería ponerla en ambos lados.

   Volví a casa el domingo por la mañana con Elisa, la casa estaba un tanto polvosa así que la limpie con su ayuda ya que no quería dejarme hacer demasiadas cosas, mientras que yo le repetía una y otra vez que estaba acostumbrada a hacerlo todo por mi misma en las condiciones menos esperadas.

- Lo sé, pero ya no estás sola - me dijo.

   Era cierto ya no estaba sola, la tenía a ella que se preocupaba por mi las veinticuatro horas del día, desde que me pusiera mal y me fuera a buscar al hospital desde ese día Elisa me cuidaba más que a la niña de sus ojos y me gustaba, mientras que yo cada día la amaba más, era mi sol, mi eterno verano, podía mirar eternamente su belleza que nunca me cansaría de hacerlo, pero realmente yo si me sentía cansada, mi cuerpo ya no era el mismo, lo sentía cada noche cuando no tenía el mismo deseo sexual de semanas atrás y sólo quería dormir a su lado para respirar su aroma hasta quedarme dormida.

   Ese domingo que regresamos a la casa del pueblo, por la noche decidí llevármela a la habitación para tener una noche de pasión con Elisa que se sorprendió cuando apague la televisión así tan de repente y me miro confusa, yo tome su mano y la levanté de ahí, no opuso resistencia, mucho menos cuando le pedí que se bañara conmigo.

   Una vez en la ducha Elisa me beso y recorrió todo mi cuerpo al igual como yo lo hice con ella, nos reímos de las sucias travesuras que nos hicimos mientras nos bañábamos, al salir le seque el cabello a Elisa lo más que pude con una toalla y como mi cabello era corto, no necesitaba secarlo tanto. A penas terminar ella se giró y me abrazó por la cintura pegando su cuerpo desnudo al mío, le había dicho que quería estar con ella, bueno no le dije exactamente así más bien le dije otras palabras "Se me apetece tu cuerpo" se lo dije en un susurró al oído cuando estábamos en el baño y ahora lo llevábamos acabo.

   Casi olvidaba como era sentir su piel suave, blanca y desnuda junto a la mía, sus ojos azules mirándome intensamente de manera ardiente sin dejar de tener esa mirada de amor hacia mi, de sus manos suaves y delgadas tocando mi cuerpo, acariciando mis piernas, apretando mis senos delicadamente fuerte para luego llevar su lengua y boca a mis pezones, mientras yo me dejó hacer porque soy toda suya, puede hacer lo que quiera de mi.

   Me da un beso que termina por dejarme sin aliento soy consiente de mis propios jadeos, de mi respiración agitada, de como me estoy mojando cada vez más y sólo quiero que ella entre en mí y me termine de volver loca, pero su juego de caricias se alarga como su mano que sube y baja en mi vientre provocándome más deseo y desesperación, encaja su cuerpo al mío como si no importará la diferencia de estatura, la estoy sintiendo casi por completo, comienza a moverse lento, como queriéndome a acariciar con todo su cuerpo y ser, la sentía igual de mojada que yo y aquello me excito más al punto de que me corrí rápidamente mientras ella lo hizo momentos después, pero ahí no terminó, siguió dándome caricias y besos hasta que yo volví a excitarme de nuevo, mi ser volvía a palpitar y ella estaba igual, escuché como de su garganta escapaba un gemido cuando me succionaba el cuello y yo atrapaba entre mis manos sus senos para después pellizcar sus pezones, así que no supe exactamente que le había provocado dejar escapar ese gemido si ambas cosas o lo que le hice, su mano descendió por mi abdomen hasta alcanzar mi sexo, mientras que sus labios estuvieron pegados a los míos hasta que deje de prestarle atención a sus besos, porque sus dedos dentro de mi me estaban recorriendo de una manera deliciosa y cada vez más me acercaba al orgasmo, abrí un poco más mi compás y arquee mi espalda moviendo mis caderas en un vaivén hasta conseguir el clímax hasta dos veces más.

VeranoOnde histórias criam vida. Descubra agora