Infierno Capítulo 6

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    Me hizo feliz escuchar esas palabras “nunca me olvidaré de ti” me comenzó a besar en los labios para después ir a mi cuello, poco a poco las caricias nos fueron provocando hasta que nuestras manos se metieron dentro de la ropa interior para acariciar y dar placer, estábamos apunto de llegar a la gloria cuando todo se convirtió en un verdadero infierno, en especial para mí. Mi padre nos vio y escucho nuestros gemidos, apareció de la nada sorprendiéndonos, si de por sí mi corazón ya latía rápido cuando vi a mi padre parado detrás de nosotras fue peor, sentí que el mundo se acababa para mí, su rostro de furia era evidente, sus ojos destellaban un brillo que me hacía sentir mucho miedo.

-Así que es verdad lo que dicen en la escuela – dijo mi padre tomándome del cabello y arrastrándome hacia donde él estaba, apartándome abrupta y violentamente de Elisa que veía igual de horrorizada que yo – eres una maldita degenerada, y tú también –  dijo dirigiéndose a Elisa que no sabía que hacer si defenderme o salir corriendo, pues en ese momento mi padre parecía el mismísimo demonio – malditas las dos, lárgate de aquí.

    Mi padre me arrastro de los cabellos sin piedad, mientras yo sólo mire correr a Elisa llena de espanto y con lágrimas en los ojos, desde ese momento supe que no la volvería a ver, que quizás mi vida sería muy, pero muy diferente de lo que una vez fue, el infierno me había abierto sus puertas y ya me estaba dando la bienvenida. Jalandome de los cabellos me llevo hasta mi cuarto sin piedad alguna mientras mi madre y mis hermanos sólo miraron sin decir nada, cuando me soltó vi que en sus manos había puños de mi cabello, yo, lloraba aterrada, sabía que algo más me sucedería, estaba en la zozobra y no me equivoque, se quito el cinturón de cuero y comenzó a golpearme, empezó por la espalda, yo me retorcí intentando evitarlos pero fue inútil pues me llovía por todos lados, me golpeó por mucho tiempo y la mayoría del cuerpo me ardía y dolía, cuando me trate de defender aunque sabía que era inútil su furia fue mayor y culminó golpeándome en el rostro quedándome completamente inconsciente.

    Desperté llorando  pronunciando el nombre de Elisa, el cuarto estaba a oscuras y mi corazón latía desaforadamente, mire a mi alrededor descubriendo que ya no estaba en aquel cuarto de la casa de mis padres en mi adolescencia, ni tampoco estaba golpeada y mucho menos era aquella jovencita, sólo me había quedado dormida recordando todo mi pasado el cual aun no me dejaba de doler, me levanté de la cama y mire el reloj, eran las cinco treinta de la mañana, había dormido varias horas seguidas sin despertar y de cierta manera me dio gustó, hacía muchos días que no dormía de esa manera, me levante de la cama y encendí las luces de la pequeña casa, ya no podría volver a dormir, así que me desnude para darme una ducha la cual me relajo de aquel sueño.

     Soledad era quien reinaba en mi vida desde hacía varios años, era mi única compañera, entre nosotras sólo había largos silencios, unos cómodos y otros que tal vez me llegaban a poner ansiosa, pero ahí estaba, siempre conmigo en los buenos y malos momentos, aunque en realidad eran más malos que buenos y cuando pintaba mejor eran regulares, pero si lo comparo con los años pasados creo que eran buenos, mis días eran grises y a veces negros cuando mi enfermedad le cobraba algo a mi cuerpo o tenía que ir a otro lugar y no encontraba donde vivir, yo no tenía casa ni ningún lugar seguro dónde estar, era una nómada, por esa razón tenía pocas cosas y las que tenía eran pequeñas para poder llevarlas a cada lugar al que fuera, si, a veces me cansaba de la vida que llevaba pero no podía hacer otra cosa, el dinero aunque no fuera poco se me iba muy rápido entre que tenía que pagar renta, luz, gas, comida, mis medicinas y transporte, sumándole los gastos que me surgieran de improviso, en resumen, no contaba con mucho dinero ahorrado como para comparar algo y construir una casa.

    A las siete con cuarenta y cinco minutos la mayoría de los maestros ya estaban llegando a la escuela, mientras yo los miraba llegar recostada en el marco de la puerta de la casa de donde ahora vivía, todos me saludaron con un movimiento de mano y yo les respondí, pronto cerré la puerta y me acerqué a los salones, todos comenzaron a preguntarme por como había dormido esa noche y si no había tenido miedo, yo les sonreí diciéndoles que para nada y era la verdad, estar sola ya no me afectaba, creo que desde que fui encerrada en mi cuarto y golpeada ya no pude sentir más miedo, bueno, si hubo algo que si me dio terror pero sucedió y no pude evitarlo, así como no pude evitar nada de lo que pasó años atrás, pero creo que ya nada de eso me ocurriría en estos momentos de mi vida, preferiría morir antes de que alguien me volviera a poner una mano encima y tomara mi cuerpo a la fuerza, gracias a eso evitaba el contacto y la demasiada convivencia con los hombres, sufrí de pesadillas y no soportaba estar en espacios pequeños, cerrados y mucho menos a oscuras, por eso había pedido un cambio, porqué estaba rentando en un lugar pequeño y demasiado ruidoso por los vecinos los cuales me llenaban de mucho estrés.

    Las semanas pasaron y yo trataba de mantenerme al margen de todo el pueblo, sólo iba de compras al minisuper regularmente los fines de semana y siempre le hacía plática a Ana la joven que dependía allí siendo ella quien me mantuviera informada de todo lo que sucedía en este pintorescos lugar, le pregunté por mis padres y me dijo que mi madre había muerto hacía un tiempo, que mi padre estaba viejo y enfermo, que mis hermanos aún seguían con el negocio, que inclusive lo habían hecho crecer y que ahora tenían ganado, obviamente yo no dije que tenía parentesco con ellos, al parecer nadie me recordaba, había sido alguien demasiado gris e insignificante en este pueblo y aún me preguntaba ¿cual sería la excusa que ellos inventaron tras mi ausencia de todos estos años? a mis hermanos sólo los había mirado en dos ocasiones de lejos sin dejarme ver, no me atrevía a acercarme a hablarles, pues no sabía si me querían, me odiaban o cual era su sentimiento hacia mi.

    Sin embargo fue imposible permanecer oculta, llegó el día en que los alumnos tuvieron que desfilar por motivo del veinte de noviembre, así que tuve que caminar a lado de mi grupo que era el más pequeño y sobre todo bajo el sol, aunque me había vestido con blusa manga larga, pantalones y un sombrero sabía que aún así habría consecuencias en mi piel, caminamos por las principales calles del pueblo y casi al final mire a mis dos hermanos con las que parecían ser sus posibles parejas, eran adultos (para mí seguían siendo mis hermanos pequeños) delante de ellos vi a mi padre en silla de ruedas, no sabría decir que sentí en ese momento, pero más que nada sentí asombro al verlo de esa manera, aquel hombre fuerte se había convertido en un hombre minusválido, tuve que apartar la mirada pues algo muy extraño en mi estaba pasando, sin embargo por un par de segundos estuve casi segura de que ellos me reconocieron y casi pude mirar el odio en los ojos de mi hermano, me sentí más sóla, por fin había terminado de convencerme, de que muriera mi ultima esperanza e ilusión de volver a verlos como años atrás y de ser lo que antes fuimos.

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