Memorias segunda parte Capítulo 15

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Diario

Recibí terapias durante seis meses que fue el tiempo que estuve en la casa de acogida de mujeres, allí me enseñaron a hacer varias cosas para que una vez fuera pudiera ayudarme, pero días antes de salir llegó de nuevo esa señora de nombre Paula para ayudarme, era maestra y me dijo que podría ayudarme a tener un trabajo y estudiar, la forma sería la siguiente: debía ir a las comunidades rurales a dar clases a niños de preescolar durante toda la semana y los fines estudiaría gracias al apoyo que me daría el gobierno, pero entre todo esto había también un detalle, tendría que vivir y comer de lo que los padres de familia decidieran darme, esa sería la manera en que yo podría sobrevivir y así fue que comencé a rodar luego de que la maestra me ayudará a conseguir ciertos papeles personales como acta de nacimiento, curp y de más papeles para mi identificación personal, ya que no los tenía conmigo todos se habían quedado en casa de mis padres en donde ya no podía volver, unas vez conseguido esto mi trabajo comenzó y con ello también mi vida de nómada, yendo a todos  lugares que me asignaban y yo solo quería escapar cada día de mis recuerdos.

En cada lugar las personas eran diferentes y por esa razón unos me daban de comer dos veces, en la mañana y pasado el medio día, cena ya no había, dormía la mayor parte de las veces en el salón de clase, tenía poco dinero y debía racionarlo para mis gastos personales los cuales trataba de que fueran mínimos, comí de todo lo que nunca llegue a imaginar, pero con hambre en ocasiones ni se toma sabor a las comidas, con comer algo al día ya era bastante.

Obviamente los primeros días y noches de esa nueva vida fueron difíciles, pero una vez que me acostumbré ya todo dejó de importarme, no tenía mucha ropa y parecía retrato por las mismas vestiduras de siempre e iban perdiendo el color por usarlas continuamente.

Baje de peso considerablemente desde lo ocurrido en aquel lugar hasta ese momento de mi vida, me sentía en ocasiones con mucha pereza y cuando terminaba las clases me dormía un rato dentro del salón para luego ir a comer a una de las casas de los padres de familia en turno que les tocaba alimentarme, me bañaba en donde podía y lavaba mi ropa también en donde podía, casi siempre lo hacía en los baños de la escuela. Era pesado y al final del día y la semana lo único que quería era dormir todo el día pero no podía, tenía que estudiar, hacer las tareas que dejaban, limpiar el salón, lavar mi ropa, y lo más importante ir a comer a la casa que tocaba puntual porque si llegaba tarde, no comía.

La maestra siempre estuvo ahí para mi cada que podía, incluso aquel día en que me desmaye en una de las oficinas donde debíamos ir cada fin de semana, estuve haciéndome la fuerte durante todo el día hasta que colapse y ella sin dudarlo me llevo a ver un medico, fue entonces que me detectaron que tenía diabetes, un golpe más y mi vida seguía decayendo y me pregunté ¿en donde estaba Dios? y al mismo tiempo lo encontraba en la maestra, comprendí que Dios no existe, sólo existe la gente buena y noble de buen corazón como la maestra Paula, yo me tuve que resignar a que de ahora en adelante mi vida sería todavía aún más diferente.

Ahora ya no podría dejar de comer por las mañanas, ya no podría comer dulces ni frutas con demasiada azúcar, en resumen más verduras y menos azúcares para que no elevarán mi glucosa, como no tenía mucho dinero lo único que podía tomar por las mañanas y noches era a un vaso de leche en polvo que preparaba yo misma, además de tomar una pastilla diaria que tenía que comprar, la cual por suerte me alcanzaba para casi un mes.

Así fue pasando el tiempo entre diferentes lugares hasta que me gradué de maestra y la única persona que tenía para invitar estaba enferma, aún así le lleve la invitación, ella era quien la merecía y le di las gracias por toda su ayuda, se disculpó conmigo por no poder asistir, pero comprendía su estado y le dije que no tenía porque disculparse, por ese motivo no tuve con quien celebrar mi graduación y regrese al departamentillo donde me estaba quedando, una vez allí todo lo que hice fue más que dormir hasta el día siguiente.
Pronto obtuve un empleo fijo gracias a que llevaba años dando clases a niños de preescolar y últimamente de primaria, tanto que me consideraba casi una veterana en eso, había aprendido a tener muuucha paciencia, tuve días relativamente tranquilos hasta que luego de mucho tiempo el dueño del lugar en donde rentaba decidió vender y nos dio un corto plazo para mudarnos a  todos los que vivíamos ahí, busque los lugares con la renta más baja pues mi salario a duras penas y me alcanzaba entre medicinas, comida, renta, gas,  luz y agua, sumándole el transporte a mi trabajo, me sobraba un poco pero no podía ahorrar mucho dinero, a pesar de todo encontré un cuarto de renta a mi presupuesto, no era grande y eso no me gustó tanto pues tenía miedo a los lugares cerrados y pequeños, sumándole la oscuridad que me llenaba de nervios y ansiedad, pero lo hice de lado y me mudé a vivir ahí, pero sin embargo ese no fue el único problema del lugar pues los vecinos que tenía al lado eran de lo más ruidosos, peleaban y hacían ruido todas las noches hasta entrada la madrugada, eran excepciones en las que no hacían ruido.

VeranoWhere stories live. Discover now