Memorias Primera parte Capítulo 14

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Elisa

   La conocí en cuanto la vi, nadie podía igualar su postura, su cuerpo delgado y frágil, aunque note que su piel era más blanca ahora, antes solía ser de un color tostado por el sol que tomaba a diario, así se cubriera con camisa y sombrero, había cambiado, no del todo pero lo había hecho en algunas formas y yo quería saberlo, por eso es que estaba ahí.

    Me guío hacía la casa en donde se estaba quedando por ahora y me alegro escuchar de su boca que le gustaba su nuevo hogar y en verdad la casa tenía su encanto. Me estacione detrás de su camioneta y me hizo pasar a su casa, me sorprendió ver que estaba casi vacía sólo unos cuantos muebles ocupaban el gran espacio y comprendí entonces el porque la facilidad con la que se movía, no tenía casi nada y lo poco que tenía lo movía en su camioneta, pero aún así decidí preguntar.

-¿Aun no terminas de mudarte?

- Si, ya termine. Esto es todo lo que tengo, no es mucho. Como me la pasó yendo de aquí, ahí, no tengo suficiente dinero como para comprar algo, sólo rentas y…. mover todo sola sería pesado.

- Entiendo – la mire a los ojos y le dije - me da mucho gusto volver a verte.

-A mi también, pensé que nunca jamás te volvería a ver – me confesó ella también.

-Pensé lo mismo. Perdóname por no haberte hablado en el hospital de otra manera.

- Esta bien, no te preocupes.

-Perdóname también por no haber hecho nada aquel día en que tu padre nos descubrió.

- No tienes la culpa de eso – guardo silencio un breve momento y dijo - Sabía que tu visita era por eso.

-Quiero saber que pasó. Todos estos años me la he pasado pensando en ti, saber ¿que pasó contigo? Desde entonces la angustia ha estado viviendo conmigo  y…y ahora que te he vuelto a encontrar quiero saberlo.

- No te lo diré, al menos no lo sabrás de mis labios – dijo con voz calmada mirándome a los ojos – no quiero recordarlo.

-¿Tan malo fue? – dije con el corazón en un puño.

-Entiendo que quieras saber y lo sabrás, pero no de mis labios, si no de mi puño y letra. Espera un momento.

   La vi salir de la sala y dirigirse a la parte de arriba, volvió minutos después con un pequeño librillo de pasta negra gruesa, me lo entrego y vi que era un diario.

-Ahí está todo lo que quieres saber. Siéntete como en tu casa.

-Gracias Andrea.

   Me dedico una sonrisa antes de retirarse y descubrí que aun seguía enamorada de ella, de esa sonrisa que hacía muchos años no veía.

   Tome asiento en la mesita de la esquina en la cual había una sola silla y la luz del día entraba perfectamente por la ventana, abrí el libro y cuando iba a comenzar a leer ella apareció a mi lado, me dejó sobre la mesa un vaso de agua de limón, le agradecí y así como llegó se fue y sin más preámbulo me dispuse a leer para saber todo lo que le había sucedido.

Diario

Mi padre nos descubrió al fin y de la manera más comprometedora, nos estábamos brindando placer y el miedo me inundó opacando rápidamente el placer que segundos atrás pude sentir. Mi padre me sujeto de los cabellos con fuerza, tiro de mi hasta alejarme de Elisa y ponerme de pie, me insultó y también hizo lo mismo con Elisa a la cual echó  mientras yo solo la vi huir llena de miedo y no la culpó, tenía tanto miedo y no fue para menos.

VeranoWhere stories live. Discover now