Una musa con ojos de jade

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—Fresco al fin... —Cerré mis ojos para disfrutar de la brisa marina.

Yo era el tipo de persona que se caracterizaba por no meterse en problemas, pero el calor en la habitación era tan sofocante que me vi obligado a huir ¡Era como estar dentro de un sauna! Ni siquiera tres duchas de agua fría fueron suficientes para refrescarme... No, definitivamente no me arrepentía ni un poco por haberme escapado y más si podía disfrutar de un paisaje tan bonito.

Abrí mis ojos y me deleité con la vista. La orilla de la playa estaba iluminada con pequeñas antorchas, dándole un toque mágico que se completaba con el suave vaivén de las olas. Llevábamos una semana en este lugar... y era una lástima que descubriera esto justo ahora. Cielos... si no me desagradara tanto la arena ¡hasta podría considerar quedarme a dormir aquí!

Mi mirada se enfocó más allá de la orilla, la hermosa luna reflejada en el agua era perfecta. De verdad era un paisaje maravilloso y el cielo estrellado era un espectáculo digno de apreciar, algo que no podía hacerse en la ciudad por la contaminación lumínica. Era como ver una de esas postales donde se podían apreciar las constelaciones.

—Vaya... Siempre pensé que esas postales eran puro Photoshop, pero ahora veo que sí son reales.

—Yo también pensaba lo mismo. —Me sobresalté al escuchar una voz femenina detrás de mí.... Una que... reconocería a kilómetros de distancia.

Tragué en seco y me giré con lentitud, esperando que fueran ideas mías, pero al quedar frente a ella mis ojos conectaron con sus orbes verdes, brillantes y hermosos... Unos que me tenían idiotizado desde... desde que me empezaron a gustar las niñas, probablemente.

—Hola, Li —saludó, consciente del susto que me había causado. Su sonrisa ladeada me lo decía.

—Ahm... Ho... hola, Kinomoto.

Sakura Kinomoto era la perfección en persona. Una chica dulce, gentil y agradable que nunca se metía en problemas y ayudaba a todo aquel que la necesitaba. Era la presidenta del consejo estudiantil, competía conmigo por el primer puesto entre los estudiantes, era excelente deportista y... era realmente preciosa.

Yo estaba... totalmente enamorado de ella. Obviamente, era un amor no correspondido, pero estaba bien, me conformaba con soñar despierto de vez en cuando y admirarla de lejos. Después de todo, personas como ella, que estaban en la cima de la popularidad, no solían mezclarse con personas inseguras, frikis y pasados de kilos... cómo yo.

—¿Qué haces aquí tan tarde? —me preguntó, sacándome de mi ensoñación.

Sakura me miraba con fijeza con esos resplandecientes y curiosos ojos, mientras que su largo cabello color caramelo ondeaba con la brisa marina. Una visión hermosa que empañaba por completo el paisaje que antes apreciaba.

—Yo... po... podría... preguntar lo mismo —tartamudeé. Algo muy común en mí cuando ella estaba cerca.

—Pero yo pregunté primero.

Si lo ponía desde ese punto de vista, tenía razón. Soltando un suspiro, le conté que el aire acondicionado de nuestra habitación se había dañado y no aguantaba el calor de ese sauna.

—Siempre has dicho que odias el frío, pero ahora te quejas del calor ¿Quién te entiende?

—¿Cómo... cómo lo sabes?

—Li... hemos sido compañeros desde que llegaste a Japón cuando estábamos en cuarto grado y te has sentado detrás de mí desde entonces. Es obvio que sepa esas cosas de ti. —La linda sonrisa que me dio, paralizó mi corazón ¡Podía jurarlo!

Musa de chocolate y cerezasDove le storie prendono vita. Scoprilo ora