Omega Rebel

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Su cuerpo se sentía extraño.

Estaba y no, se movía y se petrificaba, de momento era ligero como el aire y al otro se hundía hasta el fondo del océano.

Recuerda un destello, voces, la mordida en su cuello, fresca y punzando como esa noche hace años y un calor bañando su cuerpo.

Por un instante, sintió paz. Hace mucho que no la sentía.

¿Por qué?

La cruel y despiadada cara del enemigo, listo para asestar un golpe en su corazón apareció.

—¡Zarkon! —gritó levantándose despavorido.

—¡Wow! Tranquilo, tranquilo —alguien a su lado trato de clamarlo—, Esta bien, estas a salvo.

—Estoy, ¿qué? —Su respiración comenzó a calmarse, aún estaba tenso pero se arriesgó a darle un vistazo a sus alrededores, sencillas paredes blancas con algunos muebles de aspecto viejo, maquinas cerca de la cama emitiendo un constante pitido y...

—¿Matt? –susurró inseguro, aún sin creerse que quien estaba ante sus ojos, sentado a su costado en un banquito, era su viejo amigo. Ciertamente lucía diferente, aun en su posición podía ver que había dado un estirón, su lanudo cabello castaño rozaba ligeramente sus hombros y ahora portaba una pequeña cicatriz en su mejilla, pero esos ojos ámbar, amables y siempre brillantes con curiosidad, justo como los de su hermana y padre, eran la insignia de los Holt.

—El mismo —respondió sonriente mientras colocaba una mano en su hombro y suavemente le empujaba para que se volviera a acostar —, ahora, sé que tienes muchas preguntas pero tómalo con calma por el momento, y las responderé lo mejor que pueda.

—¿Dónde-Dónde estoy?—sus ojos se abrieron, recordando sus últimos momentos antes de perder el conocimiento—¡La batalla! ¿Qué paso con mi equipo? ¡Los paladines!

Matt le paso un vaso de agua —Estas en una base rebelde, la que mejor equipo médico tiene, en cuando a tu segunda pregunta, no estoy muy seguro de cómo responderte, algunos oficiales reportan que vieron a los Leones pero eso fue hace algunos días, no sabemos nada más.

—¿Días?—preguntó Shiro asustado —¿Cuánto tiempo llevo-

—Tres días—se adelantó Matt a responder mientras lo miraba con tristeza.

Tres días, había estado fuera tres días.

Puede que no sonaba mucho pero si el espacio le había enseñado a Shiro algo, era que muchas cosas –terribles cosas- podían pasar en menos tiempo.

¿Su equipo estaba bien?

—Oye, tranquilo amigo, son los paladines de Voltron, estoy seguro de que pueden protegerse solos—el rebelde trato de consolarlo, presintiendo su preocupación.

Shiro examino su prótesis con tristeza —Son niños Matt, Pidge apenas es una cachorra.

—¡¿Pidge?!—Holt se levantó de sorpresa.

El paladín se dio un golpe mentalmente, no quería que esa fuera la forma en la que Matt se enterara.

—Sí, tu hermana vino hasta el espacio para buscarte.

Matt se sentó de nuevo en el banquito—Ella siempre fue la más valiente de los dos—rio nerviosamente, tratando de parecer calmado, volvió a darle un vistazo a su amigo y se acercó a él, poniendo una mano en su hombro.

—Oye, tal vez no conozca muy bien a tu equipo, pero, aunque este muriendo de preocupación, si algo se de mi hermana es que es la cachorra más ruda que he conocido, lo que sea que pase, podrán enfrentarlo, digo, solo míranos a nosotros—señaló con un dedo a ambos—, un par de ñoños del espacio y ahora somos musculosos guerreros espaciales.

The basics of Space, Pack and Love [Klance Omegaverse]Where stories live. Discover now