Las tinieblas del alma

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Silencio... Un simple y vacío silenció.

Una tenue luz iluminaba en cielo dejando a la vista los últimos destellos de luz que el sol brindaba por este cálido día de septiembre.

La oscuridad estaba a un paso de tomar el control de todo el cielo, logrando ser un paisaje glorioso y armónico o terrorífico y desolador.

Obviamente eso dependía de que ojos estuvieran viendo este deleite de colores que decidían cambiar de una forma exquisita para el simple y poco observador ojo humano.

Los cálidos colores anaranjados, rojizos y algunas otras tonalidades comenzaban a drenar sus colores del cielo para convertirse en un simple y poco simbólico color negro azulado que cubría toda la extensión del mismo. Como si un artista, en un momento de locura, decidiera arruinar todo su trabajo añorado tirando una oscura pintura sin vida a una combinación de colores que nunca deberían juntarse con aquella tonalidad tan fría y poco demostrativa.

Un show magnífico de ver, para los que observan con el alma y no con una vista nublada de sentimientos primitivos y retrógrados.

Sonreí con melancolía y miré hacia abajo.

Las personas caminaban como si todo lo que estuviera alrededor de ellos fuera algo que no les interesará ver en lo más mínimo. Podía ser algo insignificante para ellos pararse a apreciar la arquitectura de todo el lugar, las luces que comenzaban a adornar las amplias avenidas repletas de automóviles, la hermosa flora que rodeaba los pequeños alrededores repletos del caótico tumulto de gente que lograba ahuyentar cualquier paz que el ambiente intentaba brindar.

No había duda alguna que los seres humanos eran capaces de ser apáticos e insensibles a lo que nos rodea.

Suspire con cansancio.

A este punto las personas se estaban perdiendo de tales maravillas que podían cautivar hasta al más oscuro corazón.

— Patético, incorregible y desafortunado — Expresé con cierta tristeza en mi voz — Tanto esfuerzo que brinde porque estén aquí hoy, para que no se tomen un simple minuto para apreciar lo que les he regalado y facilitado — Suspire con resignación y me aleje de la orilla del edificio en construcción, adentrándome nuevamente en la oscuridad del mismo — Su tiempo se está acabando y ninguno de ustedes se preocupa por eso. Pareciera como si no sintieran nada.

— No es que no sientan, lo hacen, pero deciden no aferrarse a los sentimientos sino a su lado más racional para evitar ser lastimados.

Busqué con la mirada al poseedor de aquella voz y luego de unos segundos lo encontré.

Era un chico, parecía ser joven por sus fracciones definidas y para nada maltratadas por el tiempo, su cabello se movía al compás del viento dejando una perfecta vista hacia su rostro. Sus mejillas estaban con un leve color carmesís, sus ojos se encontraban hinchados y enrojecidos, como si hubiera estado horas llorando por algo que atormentaba su mente. Relamía sus labios con cierta impotencia y nerviosismo, mientras se movía en un lento vaivén en la orilla del último piso del edificio.

— ¿Por qué decidirían ser razonables si pueden basarse en sus emociones? Al fin y al cabo, sus emociones son los más valioso que tienen y tendrán.

— Es complicado ¿Sabes? Es como si todo lo que pasa a nuestro alrededor termina destruyéndonos lentamente, hasta que se logra apagar aquella luz que tiene nuestra alma, es como si todo lo que nos rodea está en la contaste búsqueda de querer encontrar nuevos recursos para desgastarnos y arruinarnos. Siento que eso es la vida, la lucha constante contra todo lo que busca apagar aquella llama. Luchamos con uñas y dientes por mantenerla encendida, aunque nos cueste nuestras estabilidad emocional y física. Todo por el simple hecho de...

— Querer seguir aquí y demostrarles a todos que lograste ganar cada una de las batallas que te impusieron — Termine de decir por él.

— Exactamente, no sé porque estamos aquí ni con que propósito, para ser sincero, pero siento que vale la pena pasar por todas esas adversidades para que el día que dejemos este lugar, mirarlo a la cara a quien se a que nos mandó acá y decirle "Mira imbécil, lo logre, gane. Triunfe ante toda la mierda que me hiciste vivir, ahora puedes estar bien orgulloso y contento maldito idiota desgraciado" — Él miro al cielo y sonrió — Sin duda alguna si sigo soportando todo esto es por solo al final mirar a quien nos mandó acá y decirle los mil y un insultos existentes.

Sin poder evitarlo comencé a reír como loco. La risa trepo por mi garganta y dejo mis labios con una facilidad asombrosa.

Me había olvidado lo que se sentía reír, hace décadas que no lo hacía.

Él chico se voltio y me observó con una sonrisa satisfecha. Sus asombrosos y exorbitantes ojos me cautivaron como a un cazador que observa a su presa.

— Heterocromia — Dije sin pensar.

— Así es — Mencionó mientras se levantaba de donde estaba sentado y quitaba un poco de polvo a sus pantalones — Creo que no todos salimos bien cuando nos crearon.

— Te equivocas, Jason, te aseguro que la pigmentación diferente de tus ojos y la forma que logras comprender a las personas sin hacer el mínimo esfuerzo, es lo que te hace único, asombroso, pero por sobre todo inmejorable.

Él me miro con asombró y vacilo con lo que iba a decir.

— ¿Qui... Quién eres? — Al notar su asombro y desconcierto en sus ojos, fue mi turno de sonreír. Me acerqué y puse una mano en su hombro, notando claramente como su cuerpo de tensaba y como su respiración se aceleraba.

— Solo diré que cuando llegue el momento estaré feliz de escuchar esos cientos de insultos que tienes preparados para mí.

Él no hablo quedo perplejo con mis palabras.

Solo revolví su cabello oscuro, como la noche que nos envolvía, y me alejé de él con tranquilidad.

— Aunque nadie nunca lo vaya a valorar, te aseguro que has hecho más por este mundo tan frívolo y vacío que los grandes científicos, presidentes y cualquier persona con gran poder e inteligencia.

Y sin más que decir salí del edificio dejando atrás aquel chico de peculiares ojos y cabellos oscuro como la misma noche.

Creo que desde hoy mi perspectiva con la oscuridad había cambiado rotundamente.


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