Incertidumbre

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Siento que ya lo suponía.

Eso ocurre seguido ¿Sabes? Es como si supiéramos de las cosas, pero nuestro subconsciente se niega a asimilarlo o aceptarlo.

Es un método de defensa, por así decirlo. La manera en que nuestra mente puede evitar que salgamos heridos o desilusionados.

Pero es algo impredecible, tarde o temprano no aguantaras la incertidumbre de saber si lo que supones es cierto o no y terminaras tratando de averiguarlo, sin saber lo que serás capaz de descubrir en el camino.

En mi caso la incertidumbre creció y como era de esperar la verdad salió a la luz.

Y en ese momento, no veía la necesidad de seguir con esta farsa, pero tu si, y eso me molestaba.

Las noches se comenzaron a llenar de discusiones para luego acabar con promesas que se terminarían refugiado en lo más hondo de la memoria, porque era obvio que no se cumplirían, esperar eso era más absurdo que seguir creyendo en lo nuestro.

Nuestros cuerpos se unían a tal punto de que ni el mismísimo oxígeno quería interrumpir el encuentro tan íntimo que éramos de concebir, pero esos encuentros no se sentían igual, la magia se había ido, el hechizo se había esfumado y la verdad por fin se había revelado y fingir que todo seguía igual, era más inhumano que la mentira que estábamos acarreando.

Logre debatirme ciento de veces que hacer y todos esos pensamientos llegaban al mismo punto.

No podía seguir con esta farsa, ya no, no si ella sufriría las consecuencias por el error tan estúpido que yo había logrado cometer.

No podría ni siquiera mirarla a los ojos a ella, sin sentir una extrema vergüenza por la oscura falencia que estaba cometiendo en lo más hondo de mi ser.

Tanto tú como yo eras culpables de este error cometido.

Recuerdo bien aquella noche que discutimos por este tema, como se nos estaba haciendo de costumbre.

— ¿Y qué esperas? ¿Qué ella te reciba contenta cuando se lo digas? Las cosas no funcionan así Alli, date cuenta.

— ¿Y qué quieres que haga? ¿Qué siga con esta farsa? ¿Qué la mire a los ojos y le mienta descaradamente como si no pasara nada? — Él gruñó y me miro con altanería.

— ¿No hacías eso ya? ¿O acaso te olvidas las veces que fuiste y la abrazaste como si nada luego de follar conmigo como una descarada? ¿Ahora me vienes a hablar de moral y vergüenza?

— ¡No es lo mismo! — Grite exasperada.

— ¿Por qué no? ¡¿Dime por qué no es lo mismo maldita sea?!

— ¡Porque yo no lo sabía! ¡No sabía que estabas con ella! ¡Maldita sea! ¡No sabía que estabas saliendo con mi hermana!

Él se quedó en silencio y luego me miro.

— Lo que sea que hagas piénsalo dos veces, porque si me hundo yo te hundes conmigo Allison y acá la que tiene todo por perder eres tú no yo, cariño.

Y sin más se fue, dejándome sola en la habitación del motel.

Mi situación era complicada, no había duda, y sinceramente ya no sabía qué hacer.

Creo que por esa razón termine aquí, en el borde de un puente, admirando la bella vista que la ciudad de Nueva York podía brindar a cada uno de sus ciudadanos.

Se veía tentador el hecho de saltar, pero no lo haría, no sabiendo que mi hermana lloraría por mi muerte sin saber lo que en realidad estaba haciendo a sus espaldas. No debía gastar esas lágrimas en mí.

Relatos del corazónWhere stories live. Discover now