Sonrisas engañosas

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Monstruos. 

Cuantas veces habremos escuchado hablar sobre estas criaturas.

Siempre en las películas, series, libros o en cualquier lugar en donde se los refleja se lo hace de una forma similar: Una gran bestia horrenda que provoca miedo de tan solo verla o oírla y que siempre será el malo que quiere causar daño.

Cuando uno va creciendo va descubriendo que aquellos cuentos sobre monstros atemorizantes solo eran eso, simples cuentos y nada más. Los cuales estaban hechos para asustarnos y lograr que no pegáramos un ojo por varias noches cuando éramos niños.

Para resumir tan solo sería un tonto invento creado por los padres y nada más.

Pero no era así en realidad.

Porque si, los monstruos existían, y daban más miedo de lo que nosotros pensamos.

Por qué se preguntarán, la repuesta era muy sencilla, porque aquellos monstruos se encontraban a nuestro alrededor o aun peor en lo más profundo de nuestro ser. Escondidos en lo más oscuro de nuestra alma, tratando en todo momento poder escapar y salir a la luz para mostrar los aterradores que podían ser.

No necesitaban garras y colmillos gigantes.

Solo sonrisas brillantes y un carisma radiante.

Miré a la chica que estaba frente a mí y me reí suavemente para luego acariciar con cuidado su rostro.

Ella se tensó ante mi tacto tan delicado provocando una gran satisfacción en mi interior.

Se veía tan frágil atada de pies y manos en la pequeña silla.

Ella me miro aterrorizada y tan solo me dedique a sacarle con cuidado la cinta que cubría su boca.

— ¿Qué me harás? — Susurro asustada.

No respondí solo prepare todo lo que utilizaría para divertirme con mi querida invitada. Ella tan solo suspiro resignada y bajo su mirada al suelo. Luego de varios minutos volvió a hablar.

— ¿Quién eres?

Una tétrica sonrisa se instaló en mis labios logrando sacar un grito desperado de la pequeña y delicada muchacha que tenía frente a mí.

— Soy el monstruo de tus pesadillas — Respondí satírico y orgulloso de lo que decía.

¿Quién diría que con el tiempo me convertiría en aquel monstro que años atrás tanto me había aterrado?

Ironías de la vida, pensé, mientras me acercaba a ella mostrándome completamente emocionado, porque al fin mi juego había comenzado.


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