Capítulo 22.

955 169 138
                                    

Error en silencio limpiaba un marco de fotos donde salía él y Nightmare, era uno de sus últimos recuerdos con él y realmente lo extrañaba bastante. No pudo llorar su muerte, no tuvo tiempo de sentirse mal. Soltó un pesado suspiro, volviendo a sentarse en una silla al lado de una cama, encima de esta estaba Geno, durmiendo. 

Habían pasado seis años desde que Geno había tomado el poder, después de tres años haciendo su labor, la enfermedad había avanzado tal que moverse por mucho tiempo solo lo hacía toser y desmayarse, tampoco era saludable tomar el control político después de todos los golpes mentales que había tenido. 

Ahora estaba descansando mientras la medicina hacía efecto en él, tras la lanza de aquella vez, tuvieron que amputarle el brazo. Se veía fatal, cada día era una agonía para el de bufanda roja; Error siempre había insistido en irse del país para que le atendieran como se debía; pero Geno, testarudo, se rehusaba. 

Tampoco quería dejarlo abandonado, solo se tenían entre ellos, no iba a abandonarlo cuando sabía que le quedaba poco de vida. 

Geno abrió su cuenca con pesadez, al ver a Error a su lado, dio un suspiro.

— Siempre que despierto estás acá...

— ¿Qué quieres que haga? ¿Que te deje pudriéndote? 

— A mí ya no me queda nada, tú tienes mucho más por delante que yo. 

— Tuviste que ser mi hermano. —Le regañó.

El país se había recuperado de a poco de su caída, los años en los que Geno gobernó, se basó en recuperar las alianzas con otros países para que le ayudasen a prosperar, puede que hubiera deudas de por medio, pero gracias a su dominio en economía todo salió bien. Eran los primeros años de un país renacido.

Error ayudó a sentar a Geno para que pudiera comer, esa era su nueva rutina; después de arriesgar su vida por años exponiéndose al peligro y matando a personas, ahora pasaba en cama mientras le cuidaban de todas sus heridas, se daba vergüenza. Lo peor es que Error se había resignado a ser su cuidador, trabajaba todavía en el gobierno solo para tener los ingresos para cuidar de Geno, era algo corrupto, pero no hacía un mal su participación. 

Después de comer, ambos conversaron un rato antes de que Geno decidiera leer un rato.

— ¿Vas a terminar tu libro? —Comentó Error.

— Hoy no tengo ganas de escribir sobre eso, pero algún día lo voy a terminar.

Error resopló y se retiró de la habitación, volvería cuando el médico llegase a atenderlo. 

Pasaron las horas y el día terminaba como cualquier otro, Geno estaba acostado intentando dormir, pero el dolor no paraba, parecía que estaba sufriendo otro ataque. Cada vez se hacían más constantes. Se agarró el pecho quejándose de dolor, movió las piernas pero pronto su visión pudo recuperar y los sentidos regular, fueron minutos de ardor. Alzó un poco el cuerpo con el pesar de su alma, no se sentía para nada bien y era porque sentía que alguien estaba en esa habitación.

Geno expandió su cuenca estupefacto, una sombra se acercó hasta que la oscuridad ya no era problema para reconocerlo, era Reaper, pero no sabía si era una ilusión o la realidad.

En el incidente de Nightmare, Error había llevado a Geno y a Reaper al hospital, pero Geno había sido separado de Reaper y después de recuperarse, supo que Reaper se había ido sin dejar rastro. Desde ese entonces, no se habían visto.

— ...¿Qué haces aquí? —Dijo Geno, sintiéndose indefenso por la presencia de él.

Reaper lucía igual, ágil y con sus trajes oscuros como se le era usual; pero en vez de una sonrisa burlona, recibió una expresión seria y sin vida. Sacó su mano del bolsillo, sacando una pistola. Geno tragó saliva, haber estado saliendo de una pequeña crisis solo hacía que le diera dolor de cabeza y mareos, no podía pensar bien.

— Arruiné todo, ¿No es así? —Dijo sin apuntar con el arma, mirando a Geno con una expresión inefable— Hice que mucha gente muriera, te quité el brazo, jugué con tus sentimientos.

— ...Reaper.

¿Cómo podía estar hablando de todo eso después de desaparecer seis años? Geno ya no sentía nada por aquel ser que solo fue una piedra en sus zapatos, estuvo varios meses triste, pero pudo superarlo entendiendo que era lo mejor, no debería perdonar todo lo que había hecho por él pero se le fue imposible odiarlo. Su tiempo de ausencia hizo que todo sentimiento desvaneciera.

Solo fue un recuerdo, y por ello no esperaba que volviera; menos en su habitación.

— Sabía que ibas a ser un buen presidente. —Agregó por último, sentándose en la misma silla donde Error estuvo horas antes.

—...¿Cómo entraste? ¿No hiciste nada? ¿Dónde está Error? —Preguntó al recordar aquel detalle, cómo rayos estaba ahí.

— Usé mis métodos de sigilo. No hice nada malo. 

— Entonces, ¿A qué viniste luego de seis años?

— A hacer lo que debí hacer hace seis años.

Geno le miró confundido, pero luego se aterrorizó al ver cómo la pistola le apuntaba; siendo sincero, más de una vez quiso matarse, pero no quería dejar a Error, menos cuando se esforzaba tanto por él. Pero que alguien más le matara podría ser distinto, era menos humillante.

— Sabes... Creo que en realidad sí me había enamorado de ti, Geno. Te amé demasiado y mi estupidez me cegó...

A Geno se le cerró la garganta, un disparo fue lo que se oyó, y el cuerpo de Reaper cayó al suelo al segundo de haberse disparado en la cabeza. 

No supo qué sentir, estaba pasmado sin poder moverse sin poder reaccionar. Muchos sentimientos resurgieron para empaparse de la broma del destino. Reaper se había matado frente a él, demostrando lo que era aferrarse en el pasado.

Los pasos de su hermano fueron los siguientes en escucharse, Error apareció abriendo la puerta apuntando con un arma pero al ver que Geno estaba bien y solo había un cadáver en el suelo, emitió una grosería sobresaltado.

— ¿¡Qué mierda!?

Geno se mantuvo callado, su cabeza dejaba de dar vueltas de a poco, pero en cambio su mente seguía en blanco. Solo veía cómo Error se acercaba al muerto, dándole vuelta para reconocerle, siguió preguntando cosas, maldiciendo y quejándose por no tener paz ni una vez.

Ya daba igual, Reaper solo había cobrado su castigo.

— Error...—Habló Geno entonces, una voz simple, mirando al azabache— Vámonos de este país.

El menor se quedó callado ante esa petición, sabía que era un ruego más que una orden. No entendía qué había sucedido para que Geno le pidiera, después de tres años de negación, irse del territorio.

Geno sabía que su destino era también estar como sus antiguos compañeros, muerto. Pero sí lo hacía, iba a ser en manos profesionales y asegurándose que su hermano podría vivir mejor.

— ¿Y qué pasa con este tío?

— Él decidió su lecho de muerte. Al menos fue honesto por primera vez antes de morir.

Con una mirada confusa, Error se acercó a su hermano, posando su mano en la ajena.

— Mañana nos iremos.

Y así fue, Geno pudo ser tratado en un hospital con más tecnología pero aún así fue tarde. Error supo al menos, que su hermano pudo tener paz después de muchos años de dolor.

— Fin — 

Los quiero.

Sistema corrupto ¦ AfterdeathWhere stories live. Discover now