Veintidos. La palabra

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—Tome joven dama—dijo Billy agarrando el globo terráqueo y dándoselo a la profesora.

—Llámeme señorita Stacy—respondió con una sonrisa—. Saca esa escopeta de aquí. El aula no es lugar para armas.

—Claro—Billy se quedó quieto unos segundos mirando a todos lados—. Es lo que iba a hacer.

Yo estaba sentada junto a Gilbert—lugar en donde me había dejado el señor Phillips—, que por cierto, no habíamos hablado desde la vez que me caí del techo. Algo estaba claro, a partir de ese día, odiaría a Gilbert Blythe por el resto de mi vida.

Notaba cada que Gilbert me miraba, sentía el contacto que hacían sus ojos en mi; incluso podía sentir su respiración cada que se levantaba, olía oler el aroma de su cabello y su piel. Pero también sentía la frialdad de su tacto cada que escribía y chocaba con mi brazo, su inminente vacío cada vez que le devolvía la mirada, como en este preciso momento. Tal vez él también me odie. 

—Bien—dijo la señorita Stacy una vez que dejó sus cosas en el escritorio—, vamos a conocernos. Por favor de pie—Anne, que estaba al otro lado, se levantó rápidamente sonriendo—. Pongan los pupitres a un lado y siéntense en el suelo.

—¿En el suelo?—preguntó Josie de forma grosera.

—Formaremos un círculo para presentarnos.

Gilbert salió de su lugar y se puso detrás de mi mientras yo comenzaba a empujar el pupitre. Era pesado, pero Gilbert comenzó a ayudarme a empujarlo hasta que hizo que quitara mis manos para levantarlo y ponerlo pegado a la pared.

—Nunca terminaríamos si lo hubiéras empujado—dijo sin mirarme sentándose en el suelo. 

Me di la vuelta y me senté junto a él y a Prissy, delante de mi estaba Billy junto a Diana y Anne se había sentado alado de la señorita Stacy.

—No considero que la debilidad emerja de mi—dije una vez sentada mirando a Gilbert.

—No entiendo tu indiferencia—dijo mirándome también.

—¿Indiferencia?—dije un poco sorprendida.

—Dirán dos palabras que los representen usando las iniciales de su nombre y apellido. Empezaré yo—dijo la señorita Stacy mientras se ponía de pie—. Muriel Stacy. Movediza, Sabia—volvió a sentarse y Gilbert susurró.

—No deberías sorprenderte de ti misma. Yo soy el que está sorprendido con tu actitud hacía mi.

—Empecemos por... Ruby Gillies— Ruby se puso de pie y paso las manos por su vestido rosa.

—Romántica y grácil—dijo mientras miraba a Gilbert enamorada. 

—No soy indiferente—le susurré a Gilbert—, tú eres el que comenzó a comportarse frío conmigo.

—Lucy Eckermann—dijo la señorita. Me levanté mirando mal a Gilbert y luego miré a la señorita que me miraba sonriente.

—Lucy Eckermann—dije mientras comenzaba a pensar en la infinidad de palabras que corrían por mi cabeza.

—Linda—dijo Billy mientras comenzaba a reír. Por alguna razón, baje la vista a Gilbert, que se encontraba despreocupado mirando algo en el piso, ¿qué pensaba? ¿qué miraría mal a Billy? No, me odiaba. Miré a Billy seria y se dejo de reír.

—Laboriosa, enérgica—le sonreí a la señorita y me senté.

—Muy bien. Gilbert Blythe.

Gilbert se levantó al momento que yo toqué el suelo. Él era el indiferente, no yo. Él fue el que comenzó a juntarse con Josie...

—Global y bibliófilo—se sentó y me susurró—. Pienso que probablemente quieras espacio.

—¿Espacio para qué?

—Pensar.

—¿En qué?

—En tus celos—¿qué acaba de decir?

—¿Perdón?—dije volteándolo a ver.

—De Josie.

—No estoy celosa.

—Los celos explicarían tu indiferencia.

—No son celos. Somos unos niños para sentir ese tipo de cosas.

—Por favor, puedes aceptar la realidad—dijo en tono gentil.

—Podrías por favor no dirigirme la palabra?—cuando vi que la sonrisa de Gilbert se transformó en una fina línea supe que había cometido un error.

—Quizá quieras compartir tu comentario con la clase—dijo la señorita Stacy llamando mi atención, por un momento pensé que había escuchado todo, pero luego vi que miraba a Anne y Prissy estaba de pie mirando avergonzada al suelo.

—No es un secreto que era la prometida del maestro y huyó de la boda justificadamente—comenzó Anne, la miré intentando saber que es lo que pasaba—. Puedo informarla sobre toda la gente porque vine de afuera y sé...

—No me cuentes cotilleos—dijo la señorita Stacy interrumpiendo a Anne—. No los apruebo. 

Bajé la mirada a mis manos que reposaban sobre mis piernas, dejé de prestar atención a lo que dijo la señorita Stacy y miré a Gilbert, que miraba en dirección a Anne.

—Gilbert, no quería...

—No te preocupes—dijo interrumpiéndome—, volveré a dirigirte la palabra si así lo deseas. 

———— Gilbert Blythe ———

—Gilbert—dijeron detrás de mi. Me di la vuelta y vi a Lucy parada a un lado de la puerta, su postura era rígida y se mantenía seria—. Tengo que hablar contigo. 

La miré y seguí caminando, ya me había cansado de ser yo quien estuviera detrás de ella. Me puse mi gorro y seguí caminando escuchando las fuertes pisadas de Lucy contra el suelo.

—Gilbert Blythe, detente—dijo después de un rato, ya nos habíamos alejado lo suficiente de la escuela como para gritarnos sin que nadie nos escuchara.

—¿Quieres que vuelva a hablarte?—dije mirándola. 

 —Si te crees gracioso déjame decirte que no es así—dijo mirándome. Me causaba gracia verla seria, no parecía enojada, me recordaba a los niños pequeños cuando se enojaban. 

———— Lucy Eckermann ———

Me miraba serio, me aterraba que se diera la vuelta y no tuviera voz para decirle que regresara. Lo odio, si, pero es esa clase de odio que no puedes dejar que se vaya. Me acerqué un poco él y dije:

—No estoy celosa y no soy indiferente hacia ti.

—¿Eso es todo? Creí que ya lo habías dejado claro.

—Así es

—¿Entonces por qué debes venir siguiéndome para volver a decirlo?—dijo mirándome un poco enojado. Me quedé callada mirándolo pensando en una buena respuesta, pero entonces él agregó sonriendo— ¿No será que tal vez quieras convencerte a ti misma? 

—¿Qué?

—Lucy, eres una niña muy inteligente lo admito, eres mi competencia, pero si quisieras demostrar algo estarías en casa estudiando en vez de estar aquí conmigo diciéndome algo que dejaste muy en claro en la escuela. Me odias, eso es claro, pero no existe alguna excusa para estar frente a mi. A menos que yo...

—Suficiente—dije mirándolo a los ojos—. Creo que es mejor que deje que vaya a casa a descansar, ya que por lo visto mañana también irá con la señorita Stacy a estudiar.

Di media vuelta y comencé a caminar en dirección a casa. Creo que fue un error garrafal pedirle a la señorita Stacy que me diera lecciones después de clases. 

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.LectoraNM.
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The color of your words. [Gilbert Blythe]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora