Diecinueve. Golpe bajo

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—En la pedida de mi hermano Susan, su prometido le dijo: “Padre ha puesto la granja a mi nombre ¿qué te parece, palomita, si nos casamos este otoño?” ¿habías oído algo semejante?— dijo Ruby con una voz muy chillona.

—¿Y ya está?—dijo Anne haciendo una mueca.

—Anne, la llamó “palomita”—dijo Diana en un tono romántico.

—Es tan romántico como el señor Phillips pasando lista—dije riendo.

—Según Jane, Prissy cree que pasará pronto.

—Prissy, me dejas sin aliento. Casate conmigo o moriré ahogada de amor por ti—comenzó Diana— ¿Me aceptas, mi querida Ruby?—tomó su mano y se hinco frente a ella.

—No—dijo Ruby—. Pienso tener varios pretendientes y varias pedidas de mano para encelar a Gilbert antes de aceptar su proposición.

Porque Ruby no acepta que Gilbert no es para ella...

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—¡Estoy segura que a Marilla le encantara nuestras carta Lucy!— dijo Anne maravillada con mi carta en manos.

—Vamos, debemos dejarla en su sesta antes de irnos— dije tomando mi pizarra y mi sesta—, o antes de que Marilla se vaya.

-------Gilbert Blythe ------

—Cuando te vas a la escuela y me dejas aquí solo, me mantengo ocupado. Si cocinas y la comida no sabe a nada, lo masticó y me lo trago. Sufro este dolor en silencio en la fría primavera canadiense. Me conoces, no me gusta quejarme...

—¿Entonces...?

—Exacto. Estoy listo. Cierra la puerta—dijo Sebastian después de atar su muela con un hilo a la perilla.

—Hum, no—dije dejando de leer.

—Claro. Da un que puertazo. Que sea rápido.

—Es una mala idea. Ve al médico.

—¿Por un dolor de muelas? Se buen amigo. El único que tengo en este vasto y solitario país.

Me levante de la silla y camine hacia la puerta y la cerré fuertemente. Sebastian ahogó un alarido, se paso la mano a la boca y dije:

—¡Por fin un poco de paz y tranquilidad!
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Me encantaba que el señor Phillips pusiera a Lucy a leer. Ella tiene una gran conexión con las palabras. Cada frase que salía de su boca era arte.

Mientras la miraba, y estaba atento en cada palabra que decía, Billy decidió hacer un sonido molesto haciendo que la atención de toda la clase se enfocara en él.

—Muy gracioso Andrews—dijo el señor Phillips después de cerrar el libro—. Tal vez le gustaría seguir la lectura.

—¿Por qué yo? —pregunto incrédulo— Si la rara come libros es ella y Anne. Ella estaría privilegiada de poder...

En ese momento se abrió la puerta y todos volteamos a ver. Era Sebastian.

—Sebastian, ¿qué haces aquí? Tienes mala cara—dije levantándome de mi lugar y corriendo hacia él.

The color of your words. [Gilbert Blythe]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz