Dos. Mirame.

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Imaginaba que cuando cumpliera los 17 seguiría siendo una niña, pero ahora que pienso bien las cosas, yo dejé de serlo cuando mis padres murieron, no los culpo, pero me hubiera gustado correr por el campo si la preocupación del mañana, sin perturbarme a mi misma imaginando lo triste y decepcionante que se volvió mi mundo cuando ellos marcharon; pero entonces fue que dejé que esas cosas pasaran. No debería preocuparme tanto, tengo que vivir. Debo vivir.

No importa lo buena o mala que sea la vida con uno. No puedo sufrir para siempre, no debo dejarme caer.

Me miro en el espejo y aún no puedo acostumbrarme al nuevo reflejo. Mi padre solía hacerme cumplidos cuando era una niña, me pregunto que diría de mi ahora. Probablemente intentarían venderme de nuevo con el primo de Lauren... pero esta vez la única persona capaz de defenderme sería yo. Yo sería mi propia salvación. 

Escucho el toque en la puerta; tomo mis cosas, bajo las escaleras y abro la puerta. Lauren sonríe al verme.

—Comienza a preocuparme que vengas todos los días—digo cerrando la puerta.

—Contén tu emoción—dice sin mirarme—. Mi abuelo insiste en que te lleve; creo que te considera parte de la familia.

—No tienes la obligación de hacerlo—respondo. La nieve comienza a entrar en mis botas e intento sacar un poco moviendo mis pies mientras camino, Lauren ríe y sigue caminando a mi lado. 

—El chofer tiene la orden de venir aquí.

No digo nada y sigo caminando. Temo que una tormenta se aproxime, la nieve se vuelve cada vez más gruesa. Temo a que los animales se congelen. Hace un año los metí a la casa y prendí la chimenea, fue un milagro que los caballos y las vacas pudieran pasar.

Lauren y yo entramos en el carruaje y este comenzó a avanzar. 

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Miraba por la ventana tranquilamente. Las chicas jugaban con la nieve; Anne me dijo que parecía que comenzaba a resfriarme, así que preferí quedarme dentro. 

—¿Por qué no sales?—dijo Lauren a mi lado. 

—Parece que me resfriaré—digo sin mirarlo. Se escucha un ruido del otro lado del salón. Lauren y yo volteamos pero sólo vi a Gilbert desviando la vista rápidamente de mi a su libro.

—Parece que le gustas—dice Lauren mirando a Gilbert

—¿Qué? No

—Te estaba viendo

—Tú me estas mirando y no te gusto.

—Lleva rato mirándote.

—Probablemente parezco enferma por el clima—miro de nuevo por la ventana, pero no miro lo de afuera.

Lauren se refleja en la ventana y mi mente divaga mientras más lo miro. Cuando lo conocí era más pequeño que yo, su cabello chino resaltaba bastante y su abuelo lo regañaba bastante por no concentrarse en los estudios y prefería jugar. Es increíble lo que le puede cambiar una persona con el tiempo. Quién diría que el pequeño Teddy se convertiría en el Lauren de hoy. 

—Ten—dice Lauren entregándome un papel, dándole la espalda a la pared mirándome.

—¿Qué es?—pregunto tomando el papel.

—Mi abuelo quiere que vayas a cenar...—sonríe. Desdoblo el papel y veo la elegante caligrafía del abuelo de Lauren—. Bueno—agrega—, de hecho invitó a todos. Quiere recobrar antiguos lazos.

—Ah ¿Es correcto que vaya?—pregunto

—Mi abuelo espera verte— dice mirándome con una sonrisa. 

The color of your words. [Gilbert Blythe]Место, где живут истории. Откройте их для себя