Capítulo 32

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 -¿Por qué estará ahí?

No necesité seguir el rastro de su mirada para saber que hablaba de la ventana. No era la primera vez que terminábamos conversando del tema. En los casi dos años que llevaba en la casa, habíamos discutido el asunto largo y tendido y lo más entretenido era que cada vez sacábamos nuevas ideas. Dejando mi lápiz sobre mi tarea, me giré para encontrarla exactamente en la posición en la que, de manera inconsciente,  sabía que estaría: apoyando los codos en las rodillas, inclinada hacia adelante, con el libro entre las manos y marcando con un dedo la página en la que había detenido momentáneamente su lectura.

-¿Lograste probar tu última teoría? –pregunté recostándome en el respaldar del asiento y girando en él.

-No.

-Lástima, tenía bastante sentido.

-Lo sé –soltó un resoplido frustrada.

-¿Por qué alguien haría un hueco en la pared?

-Te llegué a contar que antes todo era una sola casa ¿verdad?

-Creo que sí...

-Me gustaría conseguir los planos.

-Eres imparable –bromeé.

-Así sabré cómo se verá nuestra casa cuando nos casemos.

Mis risas se detuvieron de golpe cuando me atoré, empezando bruscamente a toser. Miri rió de mi cara de sorpresa.

-Tranquilo, tranquilo, respira. Quiero los planos para saber qué cuartos ya existían.

-Me imagino que el de mis papás no –comenté aún recobrándome de lo que me había dicho tan repentinamente –habría quedado en medio de la sala.

-Chris, respira ¿sí? Era solo una broma –me sonrió pero pude ver por unas milésimas de segundo un leve brillo de tristeza pasar fugaz por su mirada.

-Miri, escúchame –me paré para luego ponerme en cuclillas a su lado tomándola de las manos –hey... mírame ¿sí? –ella dejó de rehuirme y clavó sus ojos en los míos –sí podría llegar a casarme contigo, mi amor –me detuve un instante pues me había sorprendido a mí mismo. Noté que jamás le había dicho así antes de esa ocasión y sin embargo me había nacido hacerlo –mi amor –repetí –sí podría ser, pero somos muy jóvenes para pensar en eso. Nos falta muchísimo para llegar a ese punto. Creo que ninguno está verdaderamente preparado para hablar del tema.

Miranda hizo un puchero pero no me fue difícil saber que era de broma.

-Regresando al tema de la casa... -empezó a decir.

-...regresando a ese tema...

-Creo que la casa fue dividida por el viejito al que le pertenecía antes. Quizás él puso la ventana.

-¿Un viejito? –la miré extrañado –mis papás trataron con...

-Dos hermanos. Son sus hijos. El pobre ya debe estar muy mayor como para hacer transacciones. Yo ya me había olvidado. Tenía la sensación de que tu casa llevaba abandonada toda mi vida pero no es así. El viejito vivió ahí hasta que yo cumplí tres años más o menos. Luego se mudó y tu casa quedó vacía.

-Pero si fue él quien la dividió... ¿por qué haría la ventana? Entiendo que partiera su casa a la mitad. Así podía vivir a un lado y ganar dinero sin despedirse totalmente del lugar. Pero ¿por qué hacerle un hueco a la pared?

-También pensé en eso –suspiró.

-¿Estás segura que nadie vivió en tu casa antes? La ventana se veía demasiado vieja cuando la abrí...

La Ventana de CementoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora