Muñeca del Destino [COMPLETA]

CAPITULO 17

Luego de un relajante baño y de disfrutar del agua cayendo por mi cuerpo como si fuera la primera vez que tomo una ducha, propongo deleitarme con una rica comida. No recuerdo cuándo fue la última vez que saboreé un delicioso risotto de vegetales, en realidad no recuerdo ningún sabor en mi boca más que la amargura de los últimos dos meses. 

Dispuesta a abrir la heladera para ver qué tengo que ir a comprar para cocinar ese manjar, me topo con una pila de papeles debajo de la mesada. Ese fue mi momento mágico, ese momento en el que puedes ver una luz iluminando tu salvación, la respuesta a todas tus plegarias.

¿Cómo no recordé estos archivos antes?

 Estaba tan compenetrada girando y girando sobre una rueda de angustia eterna, que no me percaté de la máxima distracción que duerme en mi propia casa. Todos los movimientos de Zret Company están al alcance de mi mano. Se me viene a la cabeza las palabras de Amelia y el extraño comportamiento de Jimmy. Algo ocurre en la empresa y esta es mi salvación, zambullirme en la investigación hará que olvide, o al menos que supere, mi desdicha. Y si en el camino descubro algo comprometedor, lo lamento por los involucrados.

Sentada sobre el piso de la cocina, rodeada por miles de páginas con números y letras, y más números y letras, engullo con placer el fantástico risotto que el chico del delivery trajo hasta mi casa.

Trece días contados tardé en comprender toda la información que me robé. Fueron noches muy largas las que me mantuvieron en vela, y en la cuales fui anotando la información que aún necesito recabar para entender cómo Zret Company produce tanto dinero.

Al principio pienso que no voy a encontrar nada, todo se ve en orden, en regla. Sin embargo, mantengo el foco de mi energía en esta tarea, siendo la única manera que hallé para mantener mi mente ocupada y así rearmar, de a poquito, mi espíritu destrozado. 

A medida que voy leyendo y releyendo, calculando y recalculando, se me hace evidente que algo no cierra en los números de la empresa. Las ganancias son extraordinarias, y los gastos en algunos elementos básicos están muy sobrevalorados, es decir, se están pagando sumas irrisorias de dinero por bienes de escaso valor. Por ejemplo, es estúpido pensar que cada botella de jugo de naranja que se consume en los hoteles vale sesenta dólares cada una. Además, siempre son proveedores del mismo país los involucrados en estas dudosas operaciones, China, y el pago se realiza con monedas virtuales. 

¿Por qué razón no se utiliza el tradicional sistema bancario? ¿Desde cuándo la compañía es tan moderna como para arriesgarse utilizando esta nueva forma de moneda? ¿Estará al tanto Jeremías sobre esto? 

El dueño de una empresa no siempre sabe cada detalle de lo que sucede, por algo tiene empleados... ¿Y si le están robando? No puedo hacer una acusación formal sin fundamentos que demuestren mi sospecha. Necesito más datos.

Hace tiempo que no me sentía así, entusiasmada, con un objetivo claro. Uno se mantiene vivo cuando un fuego interno te incentiva a actuar, a pensar, a resolver un dilema. 

¿Alguna vez se preguntaron qué los motiva en la vida? Muchas veces es difícil encontrar esa actividad que nos llena, que nos hace sentir completos, en la cual perdemos la noción del tiempo e invertimos toda nuestra energía sin que nos demos cuenta. Otras veces, sabemos qué es lo que nos haría sentir ese fervor en el alma, pero somos cobardes para dedicarnos de forma absoluta a eso, ya sea por el qué dirán, o porque es mayor el sacrificio físico y mental que la retribución monetaria, o, simplemente, por falta de confianza en uno mismo.

Cuando quiero descubrir algo, cuando percibo que una persona miente u oculta información, más precisamente cuando ese alguien puede afectar de alguna manera a alguien que quiero, mi corazón late más rápido de lo normal, la sangre bulle excitada a lo largo de mis venas, y la curiosidad impera sobre mi razón. Tal vez es una excusa para justificar mi curiosidad desmedida, pero es algo que me atrae con tanta fuerza que no puedo hacer oídos sordos a su llamado.